Por MARIO ENSÁSTIGA SANTIAGO
“¡Viejas, hijas del demonio!. Las vi venir a todas juntas, en procesión. Vestidas de negro, sudando como mulas bajo el mero rayo del sol. Las vi desde lejos como si fueran una recua levantando polvo”, así inicia el cuento Anacleto Morones del Llano en Llamas de Juan Rulfo.
En esta ocasión, muy distinta, por la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, como nunca, marcharon y se manifestaron en la mayor parte de las principales ciudades del país, para encarar a la sociedad machista, patriarcal y gritar a los cuatro vientos la rabia contenida por años en contra de la violencia a las mujeres.
Mucho se ha comentado y escrito sobre las expectaculares movilizaciones y desmovilizaciones del 8 y 9 de marzo, ésta colaboración intenta responder a mi particular interrogante ¿qué va a quedar de toda esta enorme oleda social y política de mujeres?
Estamos viviendo en México una coyuntura particularmente compleja e interesante, con el estacamiento de nuestra economía, el incremento de la violencia, la pandemia del coronavirus y el fuerte protagonismo del movimiento de mujeres, temas sustantivos de la agenda política nacional de estos días; signos de una crisis global, de los aspectos económicos, humanitarios y ambientales, por decir lo menos, en efecto, la degradación de nuestra sociedad como resultados inequívocos del modelo capitalista neoliberal que nos ha tocado vivir.
En lo relativo al fuerte movimiento civilizatorio de mujeres de estos días, me lleva a la reflexión y pregunta: ¿Se le puede calificar de movimiento feminista?, debido a que seguramente la mayoría de las mujeres participantes, más que una concepción feminista, tienen una clara reacción al escalamiento inhumano de la violencia en contra de las mujeres de los últimos años, meses y días; sin embargo, creo que se le puede caracterizar como un movimiento social feminista, debido la fuerte participación de mujeres y grupos feministas de muchos años y por poner al centro la exigencia de respeto a los derechos humanos de las mujeres, de ello dá además muchos elementos para el análisis y estudio del feminismo académico y político.
Entiéndo, espero no estar equivocado, que el feminismo es un movimiento social, político, doctrinario, filosófico y político, es una forma de vida, de militancia en torno a la lucha, defensa y reivindicación de los derechos humanos de las mujeres en el sentido más amplio amplio y universal, cuestiones que por consecuencia, implican cierto rigor del estudio, análisis teórico, conceptual y práctico de sus expresiones sociolígicas y políticas, en lo sociales, en nuestro contexto de sociedad capitalista, neoliberal, machista y patriarcal.
Las importantes movilizaciones del 8 de marzo, en términos generales fueron pacíficas, pese a que hubo pequeños grupos readicales que tristemente vandalizaron edificios y negocios, ha sido la movilización más garnde que un grupo social haya desarrollado en la historia de nuestro país.
Por las características de la movilización, es evidente que concurren los más diversos intereses, en la mayoría de los casos, de manera sana y legítima, en otros, los menos por suerte, los y las oportunistas con objetivos e intereses muy distintos a la defensa de la seguridad y no violencia de las mujeres; bueno, es el colmo, hasta grandes empresas comerciales que no perdieron la oportunidad en su desmedido comercialismo, ofrecer rebajas a artículos domésticos, de manera burda y por demás lamentable, en supuesta solidaridad con la movilización feminista.
¡Qué va a pasar?, cuando la cresta de la cuarta ola feminista descienda, la primera ola fue por los derechos de las mujeres al sufragio; la segunda, por los derechos a la educación y el trabajo; la tercera por los derechos sexuales y reprodutivos y la cuarta evidentemente por la no violencia a las mujeres.
¿Qué tantos y qué tanto habremos de cambiar, hombres y mujeres de manera sustancial, después del 8 y 9 de marzo?. En lo personal no tengo la menor duda de que las feministas de siempre seguirán en su largo y sinuoso camino, las participación de mujeres y particularmente de las jóvenes seguramente crecerá, no sé hasta dónde, pero crecerá; otras mujeres y hombres volveran a su vida cotidiana más sensibles, tal vez conscientes y más cuidadosos con los derechos de las mujeres
Ya veremos en que quedan tantas lindos y elocuentes discursos de los y las representantes populares y gobernantes en relación a ésta cita histórica de miles y millones de mujeres por la transformación democrática, por la justicia, igualdad y progresista de nuestra sociedad; las personas y fuerzas más retrógradas sociedad como el grupo de monjas que se manifestaron en la Mdero al paso de la marcha de las mujeres en Morelia, rosario en mano, rezando y tomadas de la mano, seguramente en contra del derecho al aborto, en actitud cómo si estuvieran mirando una procesión de verdaderas ¡viejas jijas del demonio!
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* Mario Ensástiga Santiago. Es ingeniero por el IPN, además de realizar estudios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y una maestría en Desarrollo Urbano. Ha militado en la izquierda durante 45 años. Fue secretario ejecutivo del Centro de Desarrollo Municipal (Cedemun) y asesor de diversos gobiernos municipales.