Por DAVID ALEJANDRO DELGADO ARROYO
En 1969, el Profesor Phillip Zimbardo de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, abandonó dos coches idénticos, uno en un barrio del Bronx, en Nueva York; y el otro en Palo Alto, California; el primer sitio en aquel momento se caracterizaba por conflictivo, en tanto que el segundo, su caracterización era tranquila.
Pues bien, el vehículo dejado en el Bronx fue completamente vandalizado y destruido, mientras que el dejado en Palo Blanco se mantuvo intacto.
Luego de este resultado, el profesor Zimbardo dejó un vehículo en Palo Alto con el cristal roto de una ventana; y el resultado fue que en unas horas se robaron todo lo que pudieron del coche y fue destrozado.
La conclusión fue la teoría de las ventanas rotas: el delito es mayor en las zonas donde el descuido, el desorden y la suciedad son mayores.
Por ello considero muy preocupante el vandalismo y la destrucción como parte de los movimientos sociales; si bien es cierto, ha sido característica de muchos hechos pasados de la historia, ello no quiere decir que debemos seguir con ese comportamiento; más aún si se trata de un movimiento en contra de la violencia.
Pero tampoco debemos olvidar, que mucho hechos revolucionarios terminaron corrompiéndose a sí mismos; como por ejemplo el comité de salud pública fundado por Robespierre para mandar a la guillotina, terminó mandando a su impulsor a la guillotina.
A lo largo de mi vida, he tenido la oportunidad de vivir en diferentes ciudades y viajar a diferentes países, y sin lugar a dudas el orden llama al orden, la limpieza llama a la limpieza, la cordialidad llama a la cordialidad; así como la violencia llama a la violencia, el vandalismo llama al vandalismo, la agresión llama a la agresión.
En un México que tiene índice de delitos crecientes desde hace varios años que la tendencia apunta a que rebasaremos los dos millones de delitos en un año por vez primera en nuestra historia, pero que al mismo tiempo debemos comprender que al crecer la población es lógico que la incidencia crezca nominalmente, lo preocupante es si la incidencia crece también proporcionalmente. Luego entonces, debemos hacer una reflexión como sociedad sobre el país que necesitamos y el país que queremos.
Hace también unas décadas cuando era estudiante y llevaba la materia de Teoría de la Administración Pública, me incomodaba mucho la Teoría Cameralista impulsada en su conocimiento por el Dr. Omar Guerrero; inclusive le puse enfrente al Dr. Guerrero lo que opinaba Marx en el prólogo a “El Capital”: “El cameralismo es un batiburrillo de conocimientos por cuyo purgatorio debe pasar la burocracia prusiana”; así también le demostré que más que ciencia era ideología para mantener el dominio del Estado Prusiano Absolutista basado en el Ejército. Todo ello porque me incomodaba que el sustento básico de la Teoría Cameralista era que la administración pública debía producir la felicidad de los ciudadanos; y una parte importante de la acción de la administración pública era el ornato en las ciudades.
Sigo creyendo que la felicidad es un asunto que se determinan con una complejidad de factores que inciden durante la biografía de cada individuo, y no por la acción del Estado. Sin embargo, ahora valoro más el papel que juega el orden, el arte y la belleza en una ciudad al generar un efecto positivo en la sicología de sus habitantes.
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- David Alejandro Delgado Arroyo. Es vocal ejecutivo de la Junta Local del Instituto Nacional Electoral en Michoacán.