Por SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA
Estos días de aislamiento y soledad, prueban a los seres humanos, los desnudan, les arrebatan sus antifaces y miden e indican su valor real.
Las personas no son objetos utilitarios, apariencias, disfraces, lujos, cuentas bancarias, números, estadísticas, apetitos, superficialidades y vanidad; la gente es esencia y arcilla, sentimientos y razón, sueños y realidades.
La vida es un suspiro breve que se va y no vuelve más, igual a las estrellas que, alguna vez, en su lejanía, apagan sus destellos, o a la ola que, en un momento de felicidad, llega a la arena y no regresa.
Un minuto de atención a quien uno ama, a la familia, a los amigos, a los compañeros, a la gente que le rodea, a los que están tan solos y a los que sufren, despedaza los barrotes y las medidas del tiempo y el espacio, derrumba fronteras, tiende puentes, da alegría y esperanza, establece la paz y deja huellas de la nobleza de sentimientos.
Un instante que demuestre cuánto se ama a alguien y lo valioso que es en su existencia, un momento para recordarle las historias compartidas, unos segundos que entreguen cariño e interés, es la más hermosa de las páginas de un libro autobiográfico, es un regalo, una bendición.
Reaccionemos antes de que los instantes se conviertan en ayer. Unos segundos de amor, interés y atención, pueden significar mucho y hasta salvar una vida triste, enferma, solitaria y deprimida.
Es momento de derramar luz e iluminar el mundo y devolver a la gente la esperanza de una etapa maravillosa.
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- Santiago Galicia Rojon Serralonga. Es escritor y periodista con más de 25 años de experiencia. Se ha desarrollado como reportero y titular de Comunicación Social de diversas instituciones públicas y privadas.