La Página
Por MARCO ANTONIO DUARTE*
Aguililla, Michoacán.-El otrora pueblo de El Aguaje, líder nacional en la producción de marihuana en las décadas de los setentas, ochentas e incluso a principios de los noventas, se ha convertido en un pueblo fantasma tras la huida de decenas de familias que, en su mayoría y por generaciones, hicieron fortunas traficando la hierba a los Estados Unidos.
El Aguaje es el poblado más reconocido de Aguililla, en el occidental estado mexicano de Michoacán, y es famoso por “narcocorridos” que describen su historia de “pueblo narco”, pese a que hoy apenas llega a los 300 habitantes de los 15 mil que se contabilizaban en la década de los noventas, cuando decenas de familias construyeron ostentosas residencias, acompañadas de lujosas camionetas en sus puertas.
Juan, un joven cortador de limón que se niega a salir del poblado, narró que los cruentos enfrentamientos entre sicarios, con metrallas de rifles, granadas, drones con explosivos y hasta con camiones “monstruos” –blindados con gruesas láminas de metal-, han provocado en los últimos meses un éxodo de más de dos mil personas que hasta el 2020 aún vivían en El Aguaje.
“Aquí cuando era la fiesta del pueblo o privadas, siempre había grupos musicales importantes como El Recodo, la Banda Machos, Los Yonics, Los Freddy´s, Los Muecas y otros importantes de la época, que incluso no llegaban a las ciudades más grandes de Michoacán. Toda la fiesta la pagaba la marihuana y te impresionaba ver la cantidad de botellas de whisky y cognac Martell que se consumían como si fueran de cervezas. Incluso, los mezclaban hasta con refrescos –sodas- de naranja”, dice el entrevistado, quien pidió no ser identificado con apellido.
A diferencia de la época de los 50´s hasta los 90´s, hoy El Aguaje y Aguililla vive una ola violenta causada por los cárteles Jalisco Nueva Generación (CJNG) y de La Nueva Familia Michoacana.
La carretera estatal que une el municipio de Apatzingán con Aguililla, por siete kilómetros también sirve de avenida principal de El Aguaje, donde ahora lucen abandonadas casas de diferentes niveles, tipos y acabados, que son la mejor evidencia permanente de una “zona de guerra” no reconocida por autoridades locales o federales.
La Banda Machos, un grupo de música regional mexicana que tuvo su mayor éxito en la década de los 90´s, interpreta la canción “Traficantes michoacanos”, quizá la que más se asemeja a una especie de himno al “pueblo narco” que era El Aguaje.
“Salen varias camionetas con rumbo a california
de Aguililla y de El Aguaje, se van muy de madrugada
Y llevan un cargamento de goma (opio) y de hierba mala
En Coalcomán y Tepeque (Tepalcatepec) todos presumen escuadras, y sus trocas muy bonitas se ven muy bien arregladas, con sus vidrios muy obscuros, para que no se vea nada.
Hacen sus buenas reuniones, aunque a ellos les vaya mal
Compran su carro del año y no les pesa gastar.
Y dicen: listo pa’ otro año para volver a sembrar”.
Franco Coppola, nuncio apostólico en México y representante del papa Francisco, es el primer ministro en su tipo que visita El Aguaje, donde llamó a la conversión de narcotraficantes para resarcir la violencia que ahora padece esa parte de la Tierra Caliente michoacana.
El Aguaje de los 70`s y 80`s, con Cheyenne, Tv satelital y joyas
Miguel Estrada García, cronista del municipio de Apatzingán –el principal de la Tierra Caliente de Michoacán-, explicó que el archivo histórico de esa zona de Michoacán revela que hace 50 años, en los 70´s, hasta la casa más humilde contaba con “antena parabólica”, es decir, para acceder a canales de televisión vía satélite.
“Hace 50 años, los habitantes de El Aguaje tenían una manera de distinguirse entre los demás de la Tierra Caliente y, aunque sus casas aparentemente eran humildes, tenían antena parabólica y camionetas tipo Cheyenne, lo cual combinaban con tres o cuatro cadenas y esclavas de oro, de importantes quilates, que presumían en sus cuellos o muñecas”, precisó.
Estrada García, quien además es un reconocido periodista de la región, detalló que pobladores de El Aguaje producían marihuana al conocer que, aunque fuera por costales, podían cambiar el enervante con narcotraficantes que, en camiones, les ofrecían como trueque estufas, refrigeradores, máquinas de coser, armas de fuego e incluso dinero, entre otros artículos.
“Los pobladores, en las décadas de los 60`s y 70`s, se metían a producir marihuana para cambiarla en costales por una máquina de coser para sus mamás, por un refrigerador, o hasta por armas y dinero. Todo llegaba en camiones que en minutos quedaban vacíos tras los trueques de droga, según el 49 Batallón de Infantería, del Ejército, en la región de Apatzingán”, señaló.
El cronista mencionó que en los 50`s y 60`s, el Ejército Mexicano llegó a detectar hasta aviones DC-3, para 21 pasajeros, que aterrizaban en pistas clandestinas en lo alto de montañas de la Sierra Madre Occidental, para recoger paquetes de marihuana y goma de opio, para trasportarlos a los Estados Unidos.
“Para 1965, las montañas de Coalcomán, Tumbiscatío, Arteaga y Aguililla, estaban invadidas de aeropistas clandestinas. Ahora la marihuana tenía de vecina a la amapola, pues las condiciones climáticas propias de la Sierra Madre Occidental eran excelentes para este cultivo, así que también de pronto se disparó la alarma en la Oficina Internacional de Narcóticos en México y las presiones internacionales que combatían el narcotráfico se dejaron sentir”, relató Miguel Estrada.
-Cortesía Cuarto Poder Michoacán