HISTORIAS…HISTORIAS
Por Rosa María Sánchez
“Respira”, le decía Guadalupe, quedito, a su bebé. “Vive, lucha”, insistía la jovencita, con apenas 17 años. En el Hospital de la Mujer le hicieron el milagro. Los médicos especialistas, superhéroes de muchos de estos niños que llegan al mundo, lograron lo que parecía casi imposible: salvar su vida.
Gael nació con hidrocefalia, una malformación tipo congénita; también presentó labio leporino, paladar hendido y problemas en su pancita. Por las complicaciones, “tenía pocas posibilidades de que viviera” y así se lo dijeron a su mamá.
En cuanto nació, fue operado de emergencia. El pronóstico era reservado, pero la fe de su mamá, inquebrantable, y las ganas de los médicos por verlo vivir, eran incalculables. Gael luchó. Superó la cirugía, luego el periodo postoperativo; aprendió a mamar y, finalmente, fue enviado a su hogar, en los brazos de su mami.
Durante ese trance, cada momento que fue posible y necesario, las enfermeras llegaban a los cuneros de terapia; abrazaban su desnudo cuerpecito; le sonreían, lo apapachaban y le daban calor, amor.
“Respira”, Ángel Gael, ¡ahora viene lo mejor!