La Página
- En 1821, el diálogo y la reconciliación gestaron una nueva nación, independiente y soberana; ahora, 200 años después, nuestro país necesita que los dirigentes políticos sepan honrar ese legado, sostuvo el orador oficial, Marco Antonio Landavazo Arias.
Morelia, Michoacán.-Para el México de hoy, en que vemos un ambiente de tanta crispación en el debate público, se podría rescatar la experiencia que hoy recordamos en el bicentenario de la consumación de la Independencia, aseguró el orador oficial Marco Antonio Landavazo Arias.
Durante la ceremonia cívica realizada esta mañana por las autoridades de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, la cual estuvo encabezada por el rector Raúl Cárdenas Navarro, el orador oficial y también Coordinador de la Investigación Científica Marco Antonio Landavazo Arias, subrayó que podríamos rescatar -de esa experiencia que hoy recordamos- “el valor del diálogo y la reconciliación”.
“En 1821, el diálogo y la reconciliación gestaron una nueva nación, independiente y soberana; ahora, 200 años después, nuestro país necesita que los dirigentes políticos sepan honrar ese legado”, sostuvo.
El orador oficial destacó la importancia del acuerdo y la negociación, así como de la unidad en torno a objetivos comunes, sobre todo, cuando está en juego el presente y el futuro de la patria, como lo estuvo hace 200 años, en septiembre de 1821.
Landavazo Arias refirió que somos muy afortunados porque nos ha tocado el privilegio de poder conmemorar el bicentenario de un momento de nuestra historia muy significativo: “nada más y nada menos que el momento fundacional de la nación mexicana”.
Durante su discurso refirió un pasaje “poco conocido” pero especialmente pertinente para la coyuntura actual que vive el país. Es un episodio situado en septiembre de 1811, cuando Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y otros insurgentes habían sido ya capturados, juzgados y ejecutados, y el liderazgo de la insurrección lo habían asumido personajes como Ignacio López Rayón y José María Morelos, michoacanos ambos, por cierto.
Pues bien, resulta que el obispo de Puebla, Manuel Ignacio González del Campillo, envió a Rayón y Morelos sendas cartas, el 15 de septiembre y el 14 de noviembre, respectivamente. En su argumentación, el obispo se refirió a la independencia de Estados Unidos con el fin de desvirtuarla como ejemplo, sabedor de que los insurgentes la tenían como una referencia especial.
Aseguró entonces que la independencia norteamericana se había logrado, sí, pero gracias a tres factores que no tenía la insurgencia novohispana: el primero, una sabia dirección del movimiento personificada en George Washington y Benjamin Franklin; el segundo, el respaldo de que había gozado por parte de las monarquías española y francesa; y el tercero, haber contado con el voto de todos los habitantes, “cuya unidad constituye una fuerza moral, que es irresistible”.
En cambio, el movimiento insurgente no llegó a contar ni con el apoyo de ninguna potencia, ni con la “fuerza moral” de apoyo unánime; si acaso, tenía un dirigencia informada y talentosa.
La conmemoración del bicentenario de la consumación de la Independencia de México tuvo lugar en la Plaza Nicolaita del Arte y la Cultura de Ciudad Universitaria, donde reunió a las autoridades universitarias encabezadas por el rector Raúl Cárdenas Navarro.