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“Cuando no hay chile que les embone”. Por Rosamaría Sánchez

Por ROSAMARÍA SÁNCHEZ

En los tiempos de las redes sociales y la digitalización de los medios de comunicación, la credibilidad se pierde de un dedazo cuando el vecino, el amigo, el compadre o hasta tu cuate del face, te cacha en la movida. Las “noticias” que antes se distorsionaban con un “trascendido”, ahora se convierten en ríos de chismes alimentadas por alientos amargados y enojados por no ser “tomados en cuenta”, pero al final, todo se sabe.

Aquí, en Michoacán, los tiempos de los “convenios” en lo “oscurito”, se acabaron. Sí, duele y molesta, sobre todo a aquellos que hicieron del periodismo una novela de ficción o extorsión. De mentira permanente, pagado por el mejor postor.

Por décadas, muchos medios de comunicación y otros tantos comunicadores hemos sido ciegos, sordos y mudos ante lo que verdaderamente acontece y lastima a la sociedad, privilegiando “lo que vende”, embistiendo derechos humanos y la dignidad de muchos, sólo por el rating.

Romper con esas inercias no será fácil, pero hoy se está iniciando con el nuevo reglamento para integrar el padrón de medios que darán publicidad a las acciones de gobierno, una normatividad que establece requisitos muy específicos en materia de contratación, donde la inclusión, el respeto, la tolerancia y los derechos humanos, son fundamentales: si no hay tales en sus contenidos, no tendrán oportunidad de ser contratados.

Se acabaron los convenios con aquellos medios que han hecho de la apología del delito un modus para comercializar la noticia y no, no son candados o censura de la libertad de expresión, es un blindaje desde la comunicación institucional de los derechos y la dignidad humana; es un cerrar la puerta a las noticias falsas, que marginan, denigran y empobrecen a la sociedad; es un abrirnos al respeto, a la transparencia y la rendición de cuentas desde todos los órdenes, los de gobierno y los sociales.

La gente tiene derecho a saber y los comunicadores, si queremos estar en estas lides, estamos obligados a decir las cosas como son; sin “trascendidos”, sin la promoción y defensa de conductas delictivas; menos usando la discriminación y el manejo de mensajes que atenten contra los derechos humanos, que promueven noticias falsas, con datos no verificados; o que ponderen el lenguaje sexista, de estereotipos, contra la identidad, las creencias religiosas y la dignidad humana.

Democratizar la palabra es un concepto difícil de digerir, pero hoy día, es más fuerte el poder de las masas cansadas de los cuentos de siempre; de ser marginadas, señaladas y vapuleadas.

Los cambios de fondo nunca llegan solos y devolver al periodismo lo que su esencia marca, es apostar a la credibilidad del medio y del comunicador a través de una sociedad mejor informada, con libertad de decisión, con capacidad para decidir.

Sé que a no todos les embonará ese chile -qué frase más frase vulgar y prosaica pero tan clara a la vez-, y ya espero y leo el alud de comentarios sobre la medida implementada. Sorry not sorry.

Merezcamos ser llamados medios de comunicación y comunicadores. El periodismo, no es la ausencia de los valores y sentimientos más preciados de la humanidad para “informar con veracidad”; al contrario, debiera ser guardián y promotor de ellos, porque construir una mejor sociedad, es una responsabilidad individual que se nutre de la colectividad. Ahora sí, ¿a quién no le embonará ese chile?

Y como diría mi lupe: “no se asusten culebras, que no las vengo a matar”. Ya dije.

Pd. Feliz Día de Reyes

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  • Rosamaría Sánchez Rincón. Es periodista con 30 años en el ejercicio profesional. Ha sido jefa de Información y de Redacción en diversos medios de comunicación, así como fundadora de varias empresas de este ramo.

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