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“Democracia monitorizada”. Por Ignacio Hurtado Gómez

Por IGNACIO HURTADO GÓMEZ

No cabe duda que hoy día, la democracia a todos los niveles, tonos y sabores vive momentos intensos, para decirlo con suavidad. Volteamos hacia arriba, y vemos el aquelarre entre demócratas y republicanos en Estados Unidos, con Donald Trump y su impeachment en el bolsillo. Luego miramos hacia abajo, y tenemos a Nicaragua, luego más para abajo y llegamos a Argentina, Brasil, Chile, Ecuador y Bolivia, principalmente. Luego volteamos para un lado, y nos topamos con el Reino Unido, España, Italia, Alemania y Francia, y más para allá tenemos a Rusia, Turquía, y así sucesivamente a lo largo y ancho del mundo, cada quien con sus cotidianidades democráticas, con sus sabores y sinsabores.

Y obviamente no somos la excepción, pues no podemos darnos el lujo de cantar mal las rancheras, por lo que también traemos en nuestro morralito varias discusiones abiertas que no tienen la mejor de las vistas, como tampoco anuncian tiempos sencillos.

Tan solo en la última semana cuatro fueron las llamadas de atención a nuestra vida democrática: 1. El tweet del Presidente sobre la falta de condiciones de un golpe de Estado en México, que después se supo, fue una reacción al discurso del General Gaytán que señaló temas nada menores, 2. Los lamentables hechos de inseguridad con los integrantes de la familia LeBarón, 3. La designación de la Presidenta de la CNDH, con todo y señalamiento de fraude incluido en el Senado de la República, y que al parecer implicará reponer el procedimiento; y 3. La posición de México frente al tema Boliviano, y sus implicaciones en términos internacionales.

Y así, en todo esto contexto, algo más que intenso, resurge como algo interesante, así como sugerente, la idea de la “democracia monitorizada”. Lo que de inicio supone entender a la democracia actual de una forma distinta.

El planteamiento lo hace John Keane. Sostiene un cambio de época, y con ello, nos hemos venido apartando de la democracia representativa, que además se encuentra bastante cuestionada, para acercarnos a lo que llama, la “democracia monitorizada”. En ese sentido, la define por el aumento de diferentes mecanismos examinadores del poder y su extensión de influencia dentro de los campos de gobierno y de la sociedad civil, tanto a nivel nacional como internacional, en escenarios transfronterizos.

En ese sentido, sigue apuntando Keane, ya sea en el campo de gobierno de lo local, de lo nacional o de lo supranacional, o en el mundo de las organizaciones y redes no gubernamentales repletas de poder, algunas de ellas extendiéndose hasta las raíces de la vida cotidiana y hacia fuera, hacia las cuatro esquinas de la tierra, las personas y las organizaciones que ejercen hoy en día poder están rutinariamente expuestas a una monitorización e impugnación públicas ejercidas por una variedad de cuerpos extraparlamentarios.

Y sigue indicando. La democracia monitorizada es la época de las encuestas, de los grupos de discusión, de las votaciones deliberativas, de las peticiones online y de la votación de la audiencia y del consumidor. Tiene el efecto de interrumpir y frecuentemente silenciar el soliloquio de los partidos, los políticos y los parlamentos. Los nuevos mecanismos de examinar el poder tienden a conceder muchas más voces a los ciudadanos.

Además ejemplifica. El presupuesto participativo es una creación brasileña, las comisiones de la verdad y reconciliación tienen sus orígenes en América Central, mientras que la comisión de integridad apareció por primera vez con fuerza en Australia. Los mecanismos monitores también aparecen en diversos tamaños y operan en varias escalas espaciales, abarcando desde cuerpos “a la vuelta de la esquina” con huellas simplemente locales hasta redes globales dedicadas a controlar a aquellos que ejercen poder sobre grandes espacios.

Otros casos de organismos monitoreadores son jurados populares, asambleas ciudadanas, auditorias democráticas, asociaciones globales de parlamentarios contra la corrupción y safaris constitucionales, litigios de interés público, agencias de prueba del consumidor y los consejos de consumidores, peticiones online, la vigilia pública, los asedios pacíficos, las cimas y los organismos de control global que se establecen para llevar una mayor responsabilidad pública de las empresas y otros cuerpos de la sociedad civil, los sondeos deliberativos, los consejos de expertos (tales como los “cinco sabios” del consejo asesor de economía en Alemania), “cuadros de mando” públicos de ejercicios de planificación pública, las consultas públicas, los foros sociales, los blogs, la desobediencia civil electrónica y las páginas web dedicadas a monitorizar el abuso de poder (tales como Bully online, una iniciativa inglesa que trata de enfrentarse a la intimidación, y problemas vinculados, en el lugar de trabajo). Además la lista de nuevas invenciones incluye las encuestas de opinión autoseleccionadas (“SLOPs”) y las votaciones no oficiales (por ejemplo, sondeos por mensajes de texto), en fin, solo por mencionar algunas de los ejemplos que plantea Keane.

En todo caso, lo que se debe tener en mente es que los mecanismos de monitorización están orientados a la definición, al escrutinio y a la aplicación de los estándares públicos y normas éticas para la prevención de la corrupción, o el comportamiento impropio de aquellos responsables de la toma de decisiones, no sólo en el terreno del gobierno elegido, sino en una amplia variedad de escenarios.

Por último, nuestro autor señala que las nuevas instituciones de democracia monitorizada están caracterizadas además por su total compromiso por reforzar la diversidad e influencia de las voces y decisiones de los ciudadanos de aquello que afecta a sus vidas, sea cual sea el resultado de las elecciones. Lo que es distintivo de este nuevo tipo histórico de democracia es el modo por el cual todos los campos de la vida política y social vienen a ser escudriñados, no solamente por la maquinaria estándar de la democracia representativa sino por una gran cantidad de organismos independientes, extraparlamentarios y frecuentemente no elegidos, que operan dentro, debajo de y más allá de las fronteras de los estados territoriales.

En suma, sostiene Keane, en la época de la democracia monitorizada, el poder mandón no puede ya esconderse más cómodamente tras máscaras privadas; las relaciones de poder de cualquier lugar están sujetas a esfuerzos organizados por algunos, con la ayuda de los medios, de informar a otros –públicos de varios tamaños– sobre cuestiones que previamente habían sido ocultados, “en privado”. Pero el desenmascaramiento del poder resuena fuertemente con el espíritu de escrudiñar el poder de la democracia monitorizada.

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* Ignacio Hurtado Gómez.  Es egresado de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, donde ejerce también la docencia. Ha sido asesor del IFE (ahora INE); ex magistrado del Tribunal Electoral del Estado de Michoacán.

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