Por ANA MARÍA CANO
Morelia, Michoacán.- Santiago Galicia Rojón, escritor y periodista, ha publicado ya seis libros así como una serie de textos culturales de reflexión sobre diferentes temas, y lo siguen 115 países en su obra y vida que está llena de proyectos.
A los 20 años publicó su primer libro, a pesar que dice le faltaba experiencia por su corta edad, fue un gran intento hacerlo.
Se ha dedicado al periodismo durante muchos años y reconoce que no es lo mismo entrevistar que escribir novelas.
“Me gusta hacer investigación histórica, turística; básicamente soy escritor ante todo”.
Relató que desde niño le ha gustado escribir, por lo que una vez en la escuela le dijeron que era un retrasado mental, decían que se portaba mal, pero él siempre se consideró tranquilo.
“En una ocasión cuando la directora habló con mis papas, les dijeron que no creían que yo fuera a terminar sexto de primaria. Pero como pudieron mis papás me hablaron de arte, de dinosaurios de arqueología y de muchas cosas, todo eso me gustó escribir, mi papá me platicaba una historia en las mañanas y en la tarde yo la desarrollaba y se la leía”.
Agregó que a su papá le gustaba el arte, la escultura, tocaba violín, y le daba muchos consejos que a veces parecían como regaños.
Retomó que fue en la Ciudad de México donde presentó su primer libro que publicó a los 20 años en el Palacio de Bellas Artes y en la Feria Metropolitana del Libro; y así fue como se involucró en el mundo del arte, la literatura y las letras.
Dijo no ser originario de Michoacán, pero, Michoacán, señaló, lo ha recibido desde hace muchos años, a él y su familia, con lo brazos abiertos ya que aquí, sin tener raíces, encontraron un hogar con gente buena y lugares maravillosos que se necesitan aprender a explotar.
“No soy de aquí, pero me ha dado mucho Michoacán, y luego uno tiene el compromiso de darle en agradecimiento, por eso estoy agradecido con Michoacán. Hice suplementos turísticos, entonces eso implicaba que entre semana anduviera explorando cerros cascadas y cuevas tratando de rescatar tradiciones, fiestas y la historia que vale la pena porque Michoacán es muy rico”.
Dice que para él, el arte es algo como la enfermedad que acosa al enfermo día y noche, que es una pasión y un delirio y lo lleva siempre con él.
“Yo he despertado por las noches, me duermo con una libreta y pluma, y despierto a las tres de la mañana con una idea y esa pauta me da para seguir adelante”.
Para que la gente sienta algo, prosigue, uno debe sentirlo siempre. Explica que hay gente que sabe tocar muy bien un instrumento, que ejecuta la pieza pero no la siente. “Debe sentir el instrumento, que hable, ése es el secreto del arte, no es un negocio, es una producción en serio”.
La inspiración, dijo, es base para todo, uno no puede esperar que llegue la inspiración porque a lo mejor no llega nunca.
Relató que su papá escribía, pero no publicaba, que hizo una escultura, pinturas y tocaba música, leía libros, y cuando uno es niño, argumenta, te gusta lo que te inculcan.
“Y me decidí por las letras, me cautivaron al igual que el periodismo sobre todo por la responsabilidad social y el compromiso, yo creo que tenemos que conservar la objetividad y ser responsables con nosotros y lo que escribimos.
El año pasado, prosigue, tuvo la fortuna que lo respaldaran con la publicación de uno de sus libros que habla mucho de la historia y lo disfrutó bastante.
“Habla de 42 años de las asociaciones industriales, es algo que aunque se sale un poco de la literatura, lo disfruté bastante por lo que implicó y me transportó al ayer”.
En la medida que entendamos, señaló, de dónde venimos, podremos olvidarlo muchas veces, y todo nos sorprende en el sentido que no estamos preparados, pero vale la pena conocer nuestro orígenes.