POR PACO LÓPEZ MEJÍA*
Ya en otros años he compartido esta historia, que es en realidad una anécdota de mi hermano Jaime en su ya larga labor trabajando en distintas organizaciones humanitarias; la vuelvo a compartir en esta noche tan larga y emocionante para todos los niños, porque en verdad, es muy buena anécdota…
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Hace tiempo y durante varios años, mi hermano Jaime fue Director de una Aldea Infantil y Juvenil en el entonces llamado Distrito Federal; lugar en donde se acogía a niños huérfanos o abandonados y se les daba un hogar, con una madre sustituta que tenía varios “hijos”, se encargaba de ellos y crecían como hermanos en una casa dentro de la Aldea; quien fungía como padre, era el Director de la Aldea. Muchos fueron los logros de mi hermano en ese cargo y, después, como Director Nacional de esa Organización humanitaria; pero lo que quiero relatar ahora, como recuerdo que me lo platicó, es el terrible momento en que uno de los niños descubrió quiénes eran los Reyes Magos.
Entre las actividades que organizaba el Director en estas fechas, era imprescindible la actividad de la Noche de Reyes.
Después de conseguir los donativos necesarios y de señalar qué juguete o qué regalo sería para cada uno de los niños y niñas, les pedía a tres de los jóvenes mayores de la Aldea que se disfrazaran de Reyes Magos en la noche del día 5 de enero, y ya disfrazados y con el cargamento de regalos, recorrían cada una de las casas de la Aldea y depositaban en los zapatitos los regalos correspondientes. Obviamente el hecho de ir con esos atuendos daba más “ambiente” a la actividad, pero además, siempre cabía la posibilidad de que algún niño viera el movimiento y, claro, lo que vería sería precisamente a Los Reyes Magos.
Una de las indicaciones más insistentes, era que los “Reyes” no hablaran mucho, para que en todo caso, no fueran reconocidos por algún chiquillo vivaracho. Debo señalar que esta actividad se realizaba a petición de Melchor, Gaspar y Baltazar, pues de otra forma no alcanzarían a llevar sus regalos a todos los niños de la gran ciudad… creo que tienen auxiliares en distintos lugares…
Una de aquellas noches, los Reyes Magos recorrían las casas de la Aldea acompañados por el Director… ya habían depositado juguetes y regalos en algunas de ellas… Entraron sigilosamente en otra de las casas, buscaron los zapatos y los de Jorgito los encontraron junto a su cama. El chiquillo dormía plácidamente… el Director ya había indicado a los Reyes que no hablaran y los observaba desde la puerta entreabierta de la habitación, iluminada tenuemente por la luz exterior… en el momento en que los Reyes empezaban a depositar los juguetes, el chiquillo se despertó y de un salto se paró sobre la cama. Los Reyes lo veían estupefactos sin saber qué hacer…
-¡Ya se quiénes son ustedes!-gritó el niño, mientras los señalaba con su pequeño índice…
El Director tras la puerta pensó: “¡Ya los descubrió…! ¡Ojalá no hablen…!”
Los Reyes estaban prácticamente petrificados, y el chiquillo en pijama, parado sobre la cama señalándolos con su pequeño dedo acusador -¡Ya se quiénes son ustedes!- repitió.. y señalando a cada uno de ellos los descubrió:
-¡Ustedes son… Melchor… Gaspar… y Baltazar…!
El Director tuvo que salir a toda prisa de la casa… pues no podía contener la risa… y detrás de él salieron Los Reyes Magos…
Seguramente Jorgito nunca olvidó que descubrió a Los Reyes Magos…
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- Paco López Mejía. Es abogado por la UNAM. Orgullosamente moreliano, apasionado de su ciudad, historia, misterios y leyendas. Le gusta poner en práctica la magia y la fotografía.