La Página
Por VERÓNICA TORRES MEDRANO
Morelia, Michoacán.-La enfermedad de los reyes, pero que hoy no importa la condición social. Hemofilia se llama, un grave trastorno de la coagulación de la sangre que, generalmente, afecta a los hombres y, de manera muy poco común, a las mujeres.
Si bien se trata de una enfermedad considerada “rara”, en Michoacán, hasta el pasado 17 de abril, hay 85 menores que se atienden en el Hospital Infantil “Eva Sámano de López Mateos”, uno de ellos es Dylan Figueroa Vieyra, quien hace cuatro años, libró la muerte.
Con apenas 7 años y el vivir, a su corta edad cinco operaciones, cada tercer día, Dylan es originario de Feliciano, Guerrero, muy cerca de la Autopista Siglo XXI y a corta distancia de la ciudad de Lázaro Cárdenas; a los 7 meses de edad fue diagnosticado con hemofilia.
Su madre, Diana Vieyra Benírez, cuenta que su pequeño estuvo a punto de perder un testículo tras una caída que tuvo a los tres años; cinco intervenciones, cada tercer día, fue lo que atravesó el pequeño al tener un sangrado interno. “A mí hijo no le daban esperanzas, pero el doctor consiguió una máquina para restaurar la piel y sacar la sangre molida, también le dieron Feiba”.
El Feiba, es uno de los primeros medicamentos que el pequeño aceptó, pero que hoy es diferente. Emicizumab es el fármaco que Dylan debe recibir, pero desde hace tres meses la Secretaría de Salud en Michoacán (SSM) lo suspendió, pese a que él y cinco pacientes más lo requieren toda vez que el Feiba no impacta positivamente en los pediátricos ante el alza de inhibidores.
Fue el 5 de febrero de 2021 cuando Dylan y cinco menores más ingresaron a un tratamiento experimental, toda vez que ningún medicamento mejoraba su salud; la resistencia fue mayor que obligó que su médico, Misael Herrejón, a buscar con una farmacéutica otorgara por tres meses el fármaco para los pequeños y, al ver el alcance, la SSM hizo la compra para que los menores siguieran el tratamiento.
Diana dice que la mejora fue contundente, inclusive, señala que durante este tiempo su hijo no ha requerido intervención alguna, ni internamiento en el hospital a causa de emergencias. El medicamento se aplica similar a la insulina, un “piquete” en el abdomen.
La coagulación de la sangre es la idónea que ha permitido que Dylan vaya a la escuela. Su madre, refiere que, si bien no cursó el kínder, hoy cursa el segundo año de primaria. Sin embargo, por la condición de su salud y ante la suspensión del tratamiento, la escuela no permitió más su entrada.
En una escuela pública de Lázaro Cárdenas, comenta, la maestra tiene temor a que Dylan caiga o sea golpeado, accidentalmente, por alguno de sus compañeros, por lo que no permitió seguir en clases. “Dice que le echaré la culpa a ella, pero no es así”.
El menor de dos, Diana reconoce que su pequeño es travieso e hiperactivo, pero corre el riesgo de golpearse y le salgan hematomas e, inclusive, lastimarse un órgano que provoque una hemorragia interna.
Recuerda que cuando nació su hijo, le regalaron una andadera de las antiguas, de fierro y su pequeño “se dejaba ir sobre la pared”; moretones en el estómago y también en las manos, al tocarlo, fue lo que le llamó la atención.
Un doctor en Lázaro Cárdenas le mandó a realizar estudios de sangre, pero la pero la química que la atención le dijo que no estaba bien. “La veía desesperada, porque batía el tubo y no coagulaba. Yo le dije, – ¿qué pasa? -, y me contestó que por lo regular la sangre coagula a los 8 segundos y llevaba 16 y nada”.
En ese momento, precisa que pensó era leucemia, pero nunca imaginó que sería hemofilia, inclusive, dice, desconocía la enfermedad.
En Lázaro Cárdenas no le dieron un diagnóstico y fue a La Unión, Guerrero (entronque), donde la doctora Rubí diagnosticó a Dylan con hemofilia; la referencia médica a Morelia fue inmediata y, desde eses momento, el viacrucis inició.
“Lo ve el doctor Misael Herrejón, es especialista, gracias a él, y a Dios, mi hijo sigue vivo. Empezamos con el factor 8, pero tan grave que estuvo, a los tres años y que por poco pierde el testículo, el factor8 le hizo en contra, mal”.
Diana es comerciante, en Feliciano vende ropa y productos de belleza para sacar el dinero que se requiere para que Dylan acuda a sus citas; su esposo es campesino y lo que gana no solo es para el hogar, sino también para la salud de su pequeño.
Con esto, Diana pide a las autoridades de salud el reactivar el medicamento Emicizumab, para que Dylan y los otros cinco menores puedan seguir su tratamiento, porque la hemofilia es una enfermedad que, hasta hoy, y pese a la tecnología, no existe cura.