La Página
Morelia, Michoacán.-Nació en un lugar antes, y casi igual actualmente, alejado de toda vía de comunicación y de la capital michoacana. Sin embargo, la michoacana Consuelo Frank se convirtió en una gran actriz que le tocó participar tanto en el cine mudo como en el sonoro. Donde se consolido en los papeles de reparto en la Época de Oro del Cine Mexicano
Consuelo Frank nació en Arteaga, Michoacán, un 25 de abril de 1912 y falleció en la Ciudad de México un 31 de marzo de 1991.
Debutó en el medio fílmico nacional con un breve papel en “La boda de Rosario” (1929), de Gustavo Sáenz de Sicilia, para luego iniciarse en el cine sonoro en el papel estelar femenino de “Tierra, amor y dolor”, filmada en 1934 por Ramón Peón y Julián S. González para la empresa Atlas Films.
Entre 1934 y 1943, Frank participó en 19 películas en calidad de protagonista o haciendo papeles secundarios e incluso fue llamada por Hollywood para trabajar en “Rosa de Francia” (1935), de Gordon Wiles, cinta producida por la Fox Film Corporation en la que actuó al lado de Rosita Díaz Jimeno, Julio Peña, Antonio Moreno (director de Santa, 1931) y Don Alvarado, y que tendría su estreno en el Cine Principal de la capital mexicana.
Frank protagonizó las cintas “Clemencia” (1934), de Chano Urueta, versión cinematográfica de la novela homónima de Ignacio Manuel Altamirano; “Monja, casada, virgen y mártir” (1935), de Juan Bustillo Oro, adaptación del texto homónimo de Vicente Riva Palacio. Y ese mismo año fue llamada por Fernando de Fuentes para participar en “La familia Dressel”, obra inaugural del melodrama familiar situado en los sectores de la entonces clase media urbana, tema que dominaría buena parte de las producciones de aquella época.
En este clásico del cine mexicano pre-industrial, Frank tuvo una de sus mejores y más convincentes intervenciones al interpretar a “Magdalena”, una atractiva cantante de la que se enamora el primogénito de una familia de emigrantes alemanes. Esta obra fílmica resultó el medio idóneo para que Alex Phillips y Ross Fischer, fotógrafos con notables antecedentes en Hollywood, siguieran asimilándose al cine nacional.
En la Época de Oro del cine mexicano participó en películas como “El conde de Montecristo” (1942), de Chano Urueta; “Los dos pilletes” (1942), de Alfonso Patiño Gómez; “Los tres mosqueteros” (1942), de Miguel M. Delgado, entre otras, razón por la cual su nombre se ubica al lado de otras jóvenes actrices con las que se intentó generar el “Star System” del cine nacional: Lupita Tovar, Nancy Torres, Carmen Guerrero, Andrea Palma, María Luisa Zea, Adela Sequeyro, Lupita Gallardo, Josefina Escobedo y Stella Inda, etcétera.
Su trayectoria fílmica sufrió dos interludios (de 1943 a 1947 y de 1948 a 1951) que la mantuvieron alejada de los sets a los que retornó para interpretar papeles en “Las tres perfectas casadas” (1952), de Roberto Gavaldón; “El mártir del calvario” (1952), de Miguel Morayta. Frank volvería al cine en 1957 para participar en alrededor de 70 películas haciendo papeles secundarios o de cuadro, en los que destacan los casos de “Macario” (1959), de Roberto Gavaldón; “Así amaron nuestros padres” (1964); de Juan Bustillo Oro y algunos ejemplos del llamado “Nuevo Cine Mexicano” como “Muñeca reina” (1971), de Sergio Olhovich y “Misterio” (1979), de Marcela Fernández Violante.
Antes de fallecer en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1991, Consuelo Frank trabajó también en la televisión, en papeles de refuerzo pero que la mantuvieron activa en el medio artístico. Su carrera fue ejemplo de profesionalismo en los sets y escenarios, y de compromiso con las causas artísticas del país.
Fuente: Rostros Inolvidables del cine de oro.