Por SANTIAGO GALICIA ROJÓN SERRALLONGA*
La delicia de cada página consiste en sumergirse en las letras, el papel y la tinta. El encanto de un libro se basa en su rostro de portada, en su espalda de contraportada, en los susurros impresos en su interior, en su perfume y en su significado, en su nombre y en su contenido, en sus secretos y en sus expresiones.
Los libros exhalan las fragancias del agua, la corriente etérea del oxígeno y las cortezas musgosas de los bosques. Huelen a sentimientos e ideas, a aventuras y sapiencia, y también a abecedario, lenguaje e imprenta. Resumen la historia humana con sus luces y sus sombras, sus rumores y sus silencios, su realidad y sus sueños. Tienen la magia de cautivar y enamorar.
Los hay delicados, suaves y tiernos para una infancia feliz e inocente; también abundan otros que toman de las manos a los adolescentes y a los jóvenes, a quienes llevan a vivir innumerables aventuras, a soñar, a pensar, a creer. Existen libros para la aurora de la existencia, la mitad de la vida y el ocaso de este sueño terreno. Son compañeros de viaje. Tienen pasaporte al ayer, a los otros días, e igualmente al hoy, a la hora actual, y al mañana, a amaneceres y anocheceres que se antojan distantes. Quebrantan celdas, rompen candados, destrozan cadenas, aniquilan fantasmas Entregan las alas de la libertad. Dejan huellas indelebles.
Muestran senderos. Marcan rutas y destinos. Provocan motines entre los prisioneros al entregarles las llaves del conocimiento y tender puentes. Los buenos libros, son consejeros inseparables, amigos invaluables, enamorados eternos, artistas, creadores, maestros y compañeros. Tienen similitudes con los seres humanos al presentarse minúsculos, mayúsculos, delgados, gruesos. Y si conducen a las profundidades de los océanos y a la inmensidad del espacio, son guías en las selvas, los desiertos y los polos. Imparten clases y son guías excepcionales de turismo.
Enseñan a cocinar, a crecer, a reparar, a construir. Son tan variados como las octavas del universo. Concentran, en sus hojas, poemas subyugantes, historias que brotan de la imaginación, cátedras de ciencias, relatos históricos, fórmulas, doctrinas, teorías. Resulta complicado definir si el concepto de libro es invención, descubrimiento o creación. Es innegable que se trata de un regalo prodigioso del cielo, una aportación de la mente humana, una luz imprescindible en la ruta hacia la evolución. Como artista -escritor, si he de ser preciso-, a esta hora de mi vida -un día cualquiera- rindo homenaje a los libros y a sus autores, a las bibliotecas, a sus integrantes y a los lectores.
Mi propuesta es hacer de cada día la hora del libro, el momento de la lectura, el instante del encuentro entre las obras escritas y los lectores, como lo acostumbran los enamorados al citarse en un puente desde donde contemplan los amaneceres y las puestas de sol que se funden en el horizonte, en lo inconmensurable del océano, mientras consumen los años de sus existencias.
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- Santiago Galicia Rojon Serralonga. Es escritor y periodista con más de 25 años de experiencia. Se ha desarrollado como reportero y titular de Comunicación Social de diversas instituciones públicas y privadas.