Por Víctor Armando López.
El político del carisma extraño, pero contundente; el fenómeno electoral que desde hace más de 20 años arrasaba en las urnas; el hombre que a miles les tendió la mano; el funcionario que en los caminos de Michoacán fue vitoreado y bien querido, se va de la gubernatura. ¿Fausto Vallejo tiene responsabilidad de la mala situación de Michoacán? Sí, por ser la figura actual al frente.
Pero también hay que ser honestos y reflexionar que el Michoacán descompuesto le fue heredado por gobiernos perredistas y priístas locales, y con la influencia de los panistas desde lo federal. Y ojo, los ciudadanos también fuimos parte. Todos tenemos responsabilidad, eso es un hecho, por más que ahora desde distintas trincheras partidistas, y bajo la bravuconada del momento, quieran responsabilizar a una sola persona.
“¿Por qué si Francisco Javier Girón del Toro, excandidato del PAN a la diputación local de Apatzingán, se entrevistó en tres ocasiones con “La Tuta” para pedirle apoyo para que Luisa María Calderón Hinojosa ganara la gubernatura, bajo la idea de que ‘se respetarán los acuerdos y vamos de la mano’ (de lo cual hay un video exageradamente conocido de 16 minutos), ahora los panistas se dan golpes de pecho?
¿Por qué si los del PRD metieron a escondidas, en la cajuela de un automóvil, a Julio César Godoy Toscano (quien sigue prófugo y de acuerdo con un video de sobra conocido se hablaba de compadre con “La Tuta”) al Congreso de la Unión para que rindiera protesta como diputado federal, y así obtuviera fuero para librarse de la responsabilidad de sus criminales relaciones y acciones, ahora los perredistas se sienten los salvadores de Michoacán y de México?
Como por ahí dijo Denise Maerker: “A Michoacán lo traicionaron”, pero no fue un sólo hombre, fueron miles de malos michoacanos encubiertos bajo el manto de los partidos políticos; fueron miles de normalistas, profesores y sindicalizados que sólo sangran al erario; fueron miles de corruptos desde diversos ámbitos de la administración y función pública, del empresarial y de la comunicación; fueron miles que al quedarse callados se hicieron cómplices; y, fuimos muchos que por comodidad no quisimos ser una sociedad participativa, responsable e interesada por lo que sucedía en nuestro estado.
Hoy Michoacán duele, pero todos lo herimos. No más divisiones e intereses partidistas o de grupo. Michoacán nos necesita.