“La importancia de la solidez de los organismos electorales locales
en el momento coyuntural por el que atraviesa Michoacán”
Por Mstro. Juan José Tena.
“La publicidad es la mejor de las garantías en los gobiernos” es la frase con la que el prócer michoacano, Melchor Ocampo, abre su obra Mis quince días de Ministro, en aquel ya lejano 1856, tomando como axioma principal esta locución para el desempeño de la función pública.
Los principios rectores de las elecciones es que éstas deben de ser periódicas, auténticas, realizadas por el sufragio universal, a través de voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores, lo anterior a la luz del inciso b), numeral 1, del artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, firmada en San José de Costa Rica, podemos concluir que las instituciones encargadas de organizar y vigilar los procesos comiciales de nuestro país, deben de ser lo suficientemente sólidas como para garantizar los principios enunciados con anterioridad.
Actualmente, atravesamos un momento coyuntural, de vital importancia que será precedente de la vida pública democrática de nuestra entidad y que podemos interpretar en un doble sentido: primeramente el ejercicio de un sistema electoral renovado, en el cual, se implementa por primera vez en nuestra la época reciente la reelección en ayuntamientos y legisladores tanto de orden local como federal, aunado a candidaturas independientes y organismos electorales renovados con más amplias facultades; en segundo término la crisis política por la que atraviesa nuestro Estado, en virtud de un gobernador electo y que a la postre pidiera licencia y finalmente renunciara por motivos médicos, o según algunos, políticos; llevando a nuestro Estado a estar en manos de 3 gobernadores distintos, Constitucional, Interino y por ultimo Sustituto en un periodo de por sí corto.
El reto al que se enfrentan las autoridades electorales es mayúsculo, máxime cuando nuestro estado se ha visto golpeteado por poderes fácticos que en nada han influido para la estabilidad.
De ese tamaño es el desafío al que se enfrentan las instituciones electorales, que deben de mostrarse fuertes no sólo ante las presiones políticas de los múltiples y crecientes partidos políticos, sino también frente a otras fuerzas fácticas y en muchos casos ilegales.
Cierto estoy, que el recién creado Instituto Nacional Electoral considerará lo anterior y tomará como primicia máxima el axioma aducido por Melchor Ocampo, tendrá la responsabilidad para nombrar a los mejores perfiles tanto ética como profesionalmente, que no se doblegarán ante los intereses ilegales e ilegítimos de cuanto poder fáctico atente contra ellos y llevarán a buen puerto las históricas elecciones que se realizarán en el año que entra, pero no únicamente es responsabilidad de las autoridades garantizar elecciones autenticas, sino también de todos y cada uno de los ciudadanos ya que el deber de votar de manera responsable es nuestra.