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“Lecciones del aguacate”. Por Rosmi Bonilla Ureña

Por ROSMI BONILLA UREÑA*

“Los problemas se solucionan, no por dar nueva información,

sino ordenando lo que siempre hemos conocido”.

Ludwig Wittgenstein

En los años 90’s la comunidad internacional, encabezada por los Estados Unidos comenzaron una cruzada contra lo que denominaron los productos de sangre, es decir, a aquellos que, violentando los derechos humanos, generan ganancias milonarias a las redes de corrupción, tráfico de personas y crimen organizado.

No es que el aguacate ya lo sea; pero el conflicto derivado del cierre de la frontera estadounidense con el argumento de que, por la injerencia del crimen organizado, los inspectores no pueden realizar su trabajo es un indicio de que, en cualquier momento, se puede considerar a cualquiera como un producto de sangre.

¿Por qué? Aquí vienen las refracciones de este Espejo Roto:

En primer lugar, es histórico que, cuando los intereses económicos de los Estados Unidos de Norteamérica se posan sobre un producto, el consumo y hasta la política se modifican para que estos intereses se cumplan.  En diferentes ocasiones Estados Unidos ha intentado obtener aguacate de otros lados, pero sin el éxito necesario para dejar de depender de la producción mexicana (michoacana principalmente).

En segundo lugar -y más preocupante por las consecuencias sociales que ello tendría- el claro y directo señalamiento de que el Crimen Organizado impide a los inspectores hacer su trabajo. 

A bote pronto, solo suena al problema de seguridad (¡vaya problemita!) que vivimos todos.  Sin embargo, tiene dos importante implicaciones a la luz del protocolo planteado para resolverlo: por un lado, se ofrece protección especial por parte del Gobierno de Michoacán a los inspectores, como si el resto de los michoacanos no merecieramos seguridad o protección en igual o mayor medida; y segundo, porque el discurso de las autoridades estadounidenses está a dos de convertir a los productos michoacanos en productos de sangre.

La cadena productiva del aguacate no es la única que ha sufrido por la injerencia del crimen organizado.  Recientemente hubo desabasto de limón – uno de los principales productos agrícolas del estado- porque los cárteles impidieron su corte y distribución. 

Y así como del limón y el aguacate podemos hablar de la actividad  económica que Usted me diga y de cómo el crímer organizado la regula sin más. ¿Por qué entonces solo se atiende a los agucateros? Porque la industria del oro verde generó para los productores michoacanos 39 mil 623 millones de pesos en 2020, según Forbes; y porque, sin duda, es la agroindustria mejor organizada del estado.

Por otro lado, el riesgo de que en cualquier momento, cualquier producto michoacano o mexicano pueda ser catalogado como producto de sangre (por así convenir a los intereses de Estados Unidos y porque, evidentemente, no hay manera de contradecir el señalamiento de que el crimen organizado tiene injerencia) tiene graves consecuencias sociales y económicas.

El QUID es que, francamente, no se necesita mucho para declarar productos de sangre cuando la violencia, la inseguridad, el tráfico de personas y el tráfico de armas transitan en nuestro territorio con la mayor impunidad y a la vista de todos.

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