Por SANTIAGO GALICIA ROJON SERRALLONGA
Hay seres humanos -hombres y mujeres- que por un acto, una palabra, un gesto o una obra, quedan en el recuerdo de los demás. Dejan huellas indelebles en la memoria. Son inolvidables. Tal es el caso de mi amigo Luis -Luis Navarro García, si hay que ser precisos-, con quien alguna vez coincidimos y por alguna razón compartimos un capítulo, otro y muchos más, hasta forjar una amistad fiel.
Lo conocí hace años como empresario y funcionario público. Me pareció, a partir de entonces, hombre honesto e íntegro. Otro amigo, también empresario y líder de los comerciantes y vecinos del centro histórico de Morelia -ciudad de origen colonial y capital del estado de Michoacán, al centro-occidente de México-, Alfonso Guerrero Guadarrama, hizo favor de presentarnos.
Ajeno a prejuicios, como acontece con innumerables funcionarios públicos que hasta atacan y critican a quienes no militan en sus partidos políticos o piensan diferente a ellos, Luis me invitó a trabajar con él. Necesitaba un colaborador en el área de Comunicación Social de la dependencia municipal que encabezaba, la Secretaría de Fomento Económico. Advirtió que no era necesario que renunciara al periódico donde laboraba. Simplemente, confiaba en mi experiencia y en los resultados que le entregaría en la difusión de sus actividades.
Y así lo hice. A pesar de las expresiones de coraje y envidia que suelen registrarse en los sitios donde las oportunidades laborales y profesionales son escasas y mal pagadas, realicé mi tarea, entregué lo mejor de mí y desterré en el naufragio los comentarios y rostros ordinarios.
Fui testigo, entonces, de su entrega y trabajo honesto dentro de la función pública. Me sentí orgulloso de trabajar al lado de un hombre justo, emprendedor y acostumbrado a cumplir sus promesas y objetivos. El alcalde confió tanto en él, que no pocas ocasiones lo nombró su representante en los actos públicos a los que por alguna causa no podía asistir.
Atendió una multiplicidad de asuntos, compromisos y responsabilidades municipales, y dio especial importancia al consumo local. Apoyó e impulsó, por lo mismo, la campaña Haz Barrio, orientada a fortalecer los negocios familiares, la cual, lamentablemente, fue minimizada por la siguiente administración municipal que se caracterizó por el amplio número de errores en perjuicio de los habitantes de Morelia.
Cuando terminó su gestión, el hombre se reintegró por completo a sus actividades empresariales; sin embargo, su paso por la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de Morelia, institución fundada en 1895 por el ferretero alemán Luis Andresen y protocolizada en 1896 por el hacendado Ramón Ramírez Núñez, aunado a los antecedentes de rectitud que su padre, Luis Navarro Orozco, dejó en la agrupación, influyeron para que consejeros y expresidentes confiaran en él e impulsaran su candidatura a la presidencia de dicho organismo intermedio de la sociedad.
Durante tres años, Luis Navarro García se entregó casi por completo a las responsabilidades camarales, al grado de que después de un complejo proceso de reingeniería, devolvió estabilidad financiera a la institución empresarial y la colocó en un nivel de respeto ante autoridades y sociedad.
Bien es sabido que con frecuencia los diputados mexicanos parecen legislar más a favor de los gobernantes que de la sociedad a la que se deben, de manera que continuamente recurren a la tentación perversa e irresponsable de aprobar medidas e impuestos que afectan a las mayorías, situación que motivó a Luis Navarro García, desde su cargo como presidente de los comerciantes y prestadores de servicios de la capital michoacana, a rechazar tales pretensiones. Demostró habilidad de conciliación y negociación en la defensa de sus agremiados y la sociedad michoacana.
Recuerdo que en noviembre de 2017, Luis me recibió en su mueblería con el objetivo de plantearme la idea de escribir un libro relacionado con la historia de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo, propuesta que acepté. Me ofreció todo su apoyo para la investigación, redacción y publicación de la obra.
El tiempo planteado inicialmente, se prolongó por mucho. La historia de la agrupación se encontraba dispersa y fue preciso, en consecuencia, desempolvarla, armar sus capítulos, unir sus fragmentos. El trabajo resultó abrumador, pero al mismo tiempo enriquecedor.
Confió plenamente en mí. Respetó mi trabajo literario y de investigación histórica. Incluso, me respaldó en el momento en que alguien, ya en el proceso de revisión y edición, pretendió minimizar las reseñas que algunos personajes de los ámbitos artístico e intelectual redactaron acerca de mí como escritor.
Permanecimos en comunicación. Muchas veces me compartía información referente a la historia de la Cámara de Comercio de Morelia; otros días, en cambio, era yo quien me comunicaba o le enviaba audios. Y lo recuerda muy bien, con la música de fondo que siempre escucho cuando escribo.
Abrimos el espacio a todos los expresidentes que aún viven, pero también a empresarios prominentes, consejeros y dueños de negocios tradicionales. En el camino hubo quienes colocaron diques y perdieron la oportunidad de aparecer en las páginas de la obra.
Evidentemente, la obra fue tan extensa que la revisamos juntos y eliminamos alrededor de 100 páginas, más las que quedaron en el tintero. Luis no escatimó esfuerzos, tiempo y dinero en el libro. Fue una aportación de su gestión a la cultura e historia del comercio y las empresas de Morelia.
El libro 123 años de historia, Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Morelia, fue impreso en una edición de lujo, totalmente respaldada por la administración de Luis Navarro García. Lo presentamos en un acto público, dentro de las instalaciones de la agrupación, el miércoles 18 de septiembre de 2019.
Hace días, al iniciar marzo de 2020 y cumplir tres años con la responsabilidad de líder de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Morelia, una de las más antiguas en México, Luis Navarro García anunció públicamente su renuncia al cargo y su alegría de dejar como presidente interino a otro gran empresario, amigo nuestro, Tulio Guerrero Cancino, quien innegablemente también dejará huellas de su trabajo en la institución.
Obviamente, Luis Navarro García contó con el respaldo irrestricto de amplio porcentaje de sus consejeros, quienes igual que él, se entregaron al proyecto de fortalecer la Cámara de Comercio de Morelia, lo que significa que un líder extraordinario tuvo el apoyo y el trabajo de un gran equipo.
Decidí hacer un paréntesis para enviarle un mensaje. Pronto recibí su respuesta, la cual me conmovió y motivó a escribir este texto que le dedico con el agradecimiento, la admiración, el cariño y la amistad de siempre. Simplemente respondió: “gracias, Santiago. Me voy muy contento por tantos logros que se dieron en estos tres años, y sin duda uno que dejará huella en la historia del comercio de Morelia es nuestro libro”. Y sí, Luis, 123 años de historia, Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Morelia, es nuestra obra y siempre, hasta la hora postrera de cada uno y quizá después, identificará a ambos y recordará los capítulos que estos días compartimos. Gracias por tu amistad y por la oportunidad de apoyarme para escribir y publicar un libro que de alguna manera contribuyó a enriquecer los días de mi existencia.
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- Santiago Galicia Rojon Serralonga. Es escritor y periodista con más de 25 años de experiencia. Se ha desarrollado como reportero y titular de Comunicación Social de diversas instituciones públicas y privadas.