POR JESÚS SIERRA ARIAS*
Vivimos tiempos inéditos; la humanidad tiene ante si un gran problema y, a la vez, un gran reto: asegurar su subsistencia en un ambiente ajeno a la normalidad hasta hace poco conocida.“ Nada es igual” es una expresión que literalmente refleja la actual realidad, en razón de que efectivamente ya nada es igual.
El temor al contagio y, sobre todo, a la muerte es atroz. Todo cambió a una velocidad vertiginosa. Aun con la expectativa de la vacuna contra el COVID 19 y su eventual aplicación la normalidad anterior no regresará, pues el riesgo de contagio permanecerá presente.
En el mundo, de diciembre de 2019 a la fecha, el estilo de vida ya no es el mismo para la gran mayoría de las personas, dado que aun existe un sector de la sociedad que no aprecia la realidad y asume practicas irresponsables como si no existiera riesgo alguno, lamentablemente habrá de llegar el momento en que, por la fuerza de la realidad, cambien de impresión.
Las acostumbradas concentraciones masivas de personas, la fraterna cercanía reflejados en abrazos, saludo de manos y beso en la mejilla están proscrito y así permanecerán por largo tiempo. Nunca antes tanta cercanía había causado tanto daño.
Sin embargo, pese a todo la vida habrá de continuar: Los compromisos públicos y privados, los personales o de grupo deberán seguirse cumpliendo, claro está que de un modo distinto, pero cumplirse a final de cuentas. Entre todos esos compromisos está el de elegir periódicamente a los representantes populares en los diferentes órganos de gobierno.
En este tema existe una variedad importante de aspectos a considerar. Afortunadamente la reciente elección presidencial en el vecino país del norte no genera algunos elementos que pudieran resultar útiles para analizarlos y, en su caso, implementarlos conforme a nuestra realidad.
Un rubro a destacar es la gran cantidad de votantes que hicieron uso de su derecho al punto que el total de éstos rebasa el número total de procesos electivos de años anteriores, resultando un dato hasta cierto punto sorprendente positivamente dada la circunstancia de la pandemia.
Otro tema es que en Estados Unidos de América resultó bastante útil la posibilidad del voto por correo, que en nuestro país no existe. Esta alternativo dio posibilidad a que los votantes no salieran de su caso y pudieran ejercer su derecho al voto. Quizá este aspecto, al no existir en México pudiera reflejar datos negativos y repercutir en el abstencionismo.
Otro elemento interesante resulta ser el modo en que se desarrollaron las campañas político electorales en las que los eventos masivos de grandes concentraciones de personas fueron escasos, y que para compensar esa dificultad los encuentros virtuales y el uso de redes se incrementó notablemente. En este contexto hay que explorar bastante en cuanto campañas virtuales, en las que los mensajes de partidos políticos y candidatos deben ser mas potentes y eficientes en cuanto a comunicación se refiere, dada la rapidez tanto de su difusión como el tiempo de permanencia en campos virtuales.
Ciertamente la pandemia nos ha limitado el contacto físico pero, a la vez, nos ha brindado la oportunidad de desarrollar la imaginación y las prácticas que nos hagan suplir las deficiencias comunicacionales impuestas por el distanciamiento social. La tecnología hoy está demostrando ser una aliada insustituible de la humanidad para comunicarse sustantivamente mas allá de lo superfluo o superficial como había venido siendo.
Lamentablemente, la realidad no es igual para todos, La era globalizada ha producido grandes diferencias sociales palpables a simple vista; por decirlo de algún modo, ha visibilizado las brechas (muy anchas por cierto) entre los diferentes segmentos sociales y que impactarán enormemente en el futuro de miles de seres humanos: menos empleos, educación de mala calidad (de por si deficiente), limitaciones al derecho de tránsito, falta de acceso igualitario a redes, etcétera.
Cada aspecto de los enunciados representa por si solo un reto para los gobiernos y la sociedad en su conjunto. Es posible que ello represente una oportunidad para los políticos y sus partidos en esta época de proceso electoral (que por cierto ni se nota), haciendo propuestas y campañas enfocadas a resolver en el presente y en el futuro inmediato esos problemas que, de no hacerlo, convulsionarán en poco tiempo a la sociedad e impactarán negativamente el ejercicio gubernamental, cualquiera que éste sea.
Esta es una gran circunstancia para para hacer propuestas serias y objetivas de cara a implementar políticas públicas responsables que velen por el bienestar social y no desperdiciar el tiempo en seguir demeritando el ejercicio de la política con acusaciones y señalamientos que en nada enriquecen la vida pública nacional.
Debemos entender que la gravedad del momento está por encima de cualquier posición ideológica o del pragmatismo electoral que únicamente pretende, recíprocamente, frenar al contrario. Está claro que si esa es la ruta, ideario u oferta electoral el proceso electivo será un fracaso, cualquiera que sea su resultado, ante la falta de objetivos de largo y amplio aliento, que no revelen talento para ofrecer la mejoría que haga superar el mal momento por el que atravesamos.
Este es el tiempo en el que hay que pedir (exigir) de los contendientes corresponsabilidad y congruencia social; que piensen y actúen en grande, como debe hacerse en tiempos de crisis. Es momento de que nos enteraremos si existen o no líderes políticos de altura o solo un puñado de ambiciosos que no van más allá de mantener contentos a sus seguidores o, en el mejor de los caso, aficionados de la vida pública que pretenden saciar sus ansias de novillero.
Los mexicanos sabemos que no hay países sin problemas, pero merecemos uno en el que las instituciones y sus representantes hagan lo que se espera de ellos en el momento oportuno; tenemos derecho a gobernantes que no solo pretendan pasar a la historia, porque de eso la misma historia es la que se encarga y le da a cada quien el lugar que merece, sino que tengan clara su misión institucional y social.
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*Jesús Sierra Arias. Es abogado por la Universidad Autónoma del Estado de México. Ha sido secretario ejecutivo del Nuevo Sistema de Justicia Penal; secretario de Educación en Michoacán; integrante del Consejo del Poder Judicial del Estado de Michoacán de Ocampo. Actualmente es magistrado en el Tribunal de Justicia Administrativa de Michoacán.