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OPINIÓN. “Cómo estudiamos la conciencia”. Por Boris González Ceja

Por BORIS GONZÁLEZ CEJA*

Entender la conciencia es como entender lo superficial, pero a muchos se nos va en nuestras propias narices, incluso a los psicólogos. En psicología estudiamos el concepto de conciencia de manera cotidiana para entender cómo se encuentra la persona orientada en la realidad, su posición y la lógica de sus síntomas psicopatológicos (aquí casi todos entramos).

Entendemos a la conciencia como la capacidad de conocerse a sí mismo y al entorno, y de realizar funciones intelectuales, motoras, afectivas y perceptivas, con una base racional.

Para lograr comprender a la consciencia, los psicólogos hacemos estudios del comportamiento y del cerebro, sus estructuras y funciones neuronales, por medio de tecnologías como la resonancia magnética, electroencefalogramas, y en otra área estudiamos los fenómenos inconscientes, los deseos y el lenguaje.

También estudiamos la conciencia por medio de los sueños, la anestesia y los desórdenes de ésta. Lo importante es conocer que en el cerebro se comparte información entre sus regiones, hay complejidad de la información, la información se mantiene y hay invariantes relevantes.

En Estados Unidos los psiquiatras han sido señalados de estudiar la conciencia en relación al mercado y la mercadotecnia de las empresas aseguradoras, algo que en México se replica con el famoso lucro de la salud.

Lo que hacemos con grupos éticos de investigadores es realizar intervenciones multifactoriales para apuntar a la complejidad que hace a la enfermedad mental, considerando que el 50% de los pacientes psiquiátricos no responden al primer tratamiento, por lo que se requieren investigaciones de frontera “psi” (psicología, psiquiatría) sobre la conciencia. Un ejemplo que hemos notado con mis compañeros de trabajo psiquiatras: la depresión se observa resistente a los medicamentos, mientras que se han observado resultados prometedores a la psicoterapia.

La droga no es para todos.

México es un país de consumo de la neurociencia y del psicoanálisis, no existen políticas costo-efectivas que sean productivas y que permitan generar conocimiento novedoso. Igual que con las drogas, la psicología no es para todos. Algunas drogas como medicamentos se encuentran diseñadas para ciertas personas, donde los que abusan encuentran la muerte, la pérdida de su cuerpo, de su bolsillo y el de sus familiares. En el caso de la psicología y la psiquiatría existen diversos abusos también, donde los incautos yerran, como por ejemplo en los Centros de Salud Mental públicos, donde no hay ni toallas de papel, menos existen pruebas psicológicas, ni espacios dignos para los pacientes, ni materiales psicológicos para atender a las personas de acuerdo a su edad. Lo que si hay es la aberración de médicos manejando programas de salud mental, medicalizando y abusando de la ignorancia de la población.

El cerebro se mueve y es algo que no podemos evitar, donde sólo la formación y el compromiso social de la psicología ha mostrado avances científicos reales en las comunidades donde se tienen soluciones convincentes, mientras que el misterio de las funciones cerebrales sigue esperando soluciones a problemas frecuentes como las enfermedades neurodegenerativas, tales como Alzheimer, Parkinson, Creutzfeldt-Jakob o esclerosis múltiple, que nos exige soluciones a la psicología.  

Como puede observarse, el estudio de la conciencia tiene diversas áreas de oportunidad, donde las técnicas psicológicas clásicas han mostrado grandes mejoras, tales como las entrevistas clínicas, las terapias donde el lenguaje es considerado fundamental, así como los procedimientos donde las personas pueden poner en juego la comunicación, tanto intersubjetiva como interpersonal.

En conclusión, los estados de conciencia son la percepción, el recuerdo o las ideas. Para Borges no podemos salir de nuestra conciencia, que todo acontece en ella como en un teatro único, que hasta hoy nada hemos experimentado fuera de sus confines, y que, por consiguiente, es una impensable y vana porfía esa de presuponer existencias allende sus linderos.

Causas y azares…

  • El ciclo escolar no ha iniciado en su totalidad por protestas magisteriales, que son la punta del iceberg de la falta de políticas educativas reales, entre ellas de educación sexual integral.
  • Entregar a los partidos políticos más de 10 mil millones de pesos en un año, en un país como México, es como darle a un borracho en la casa, más del presupuesto para que lo administre conscientemente.
  • Esperemos que en el rio revuelto del repaso que le están dando al Poder Judicial, la ganancia sea real y no otro fiasco de la política mexicana: un ejemplo son las corruptas áreas de capacitación de las fiscalías, donde entre amigos se dicen lo que les gusta escuchar.

Hasta la próxima, que el horror de la pesadilla que nos maltrata en la noche no amenguase en un ápice por la comprobación que al despertar hacemos de su «falsía».  

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• Boris González Ceja. Es licenciado en Psicología y Maestro Educación y Docencia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Experto en proyectos de salud mental para resultados y fortalecimiento de equipos de especialistas en psicología en temas de violaciones graves de derechos humanos. Consultor de organismos nacionales como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e internacionales como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ). Notoriedad por excelentes estudios de psicología, investigaciones para leyes y por resolver problemas acuciantes a nivel internacional desde la ciencia.

Conoce más en: https://linktr.ee/psicologiaparati

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