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OPINIÓN. “Euforia de encuestas”. Por Jaime Darío Oseguera Méndez

Por JAIME DARÍO OSEGUERA MÉNDEZ*

Muy pronto van a iniciar a publicarse todo tipo de encuestas, estudios de opinión, investigaciones sobre preferencias electorales que van a acelerar las discusiones y debates sobre el resultado de una elección que ya no parece tan lejana aunque todavía falten ocho meses.

En los hechos, el proceso electoral inició hace al menos un semestre, desde que el propio Presidente López Obrador aceleró el proceso con sus propias reglas y peculiaridades. También en eso ha de dejar su huella.

Desde que habló de las “corcholatas” se incrementaron las gravitaciones del espectro político y no bajarán las pulsaciones hasta conocer el resultado de la elección en junio del 2024.

Esta semana “El Universal” publicó una encuesta muy favorable para el gobierno cuando apenas inicia del proceso. En ese instrumento se detalla que Morena tendría en este momento el 53% de las preferencias electorales en la boleta de Presidente de la República, que por primera vez será mujer, en vista de que las dos principales contendientes lo son. La encuesta le da apenas el 20% al Frente Amplio por México en una composición de 11% al PAN, PRI 8% y el PRD apenas el 2%.

En el caso del MC que no se ha decantado abiertamente por una u otra coalición, se le atribuye un 6% de la intención de voto.

A estas alturas, en esa encuesta el 19% del universo manifestaron que aún no tienen preferencia por candidato alguno.

Hay varios hechos relevantes que debemos seguir en los próximos meses de cara al proceso electoral.

El primero es que, más allá de las preferencias electorales favorables a Morena, no existe oposición real entre los partidos del Frente. El deterioro de las percepciones y el activismo político que deberían realizar los tres partidos tradicionales, ha quedado ampliamente rebasado por la profundización del trabajo político que hace el gobierno a través de los programas sociales.

Si a eso le sumamos el palpable rechazo que tienen los dirigentes del PRI, PAN y PRD en sus respectivos partidos, se percibe la necesidad de un cambio en las dirigencias de la oposición, lo cual no sucederá hasta que ellos aseguren sus posiciones plurinominales. Eso es lo que buscan: el hueso.

La difusión de este tipo de encuestas cumple un papel de legitimación de un futuro triunfo de Morena. Las preferencias electorales se van consolidando conforme la gente se genera una imagen del resultado. Si se perfila una competencia cerrada, los votantes tienden a guardarse de mostrar o exhibir sus preferencias electorales y  en ese punto aumentan significativamente los indecisos.

En la medida que alguno de los actores políticos hace permear con fuerza la idea de que la elección está definida y que difícilmente se va a cambiar el rumbo de la misma, hay un macizo de la población que termina por desentenderse del debate político, se mete a sus propios problemas y termina por no participar en la votación,  contribuyendo con su apatía al resultado hipotético. Es la profecía que se cumple a sí misma.

Una estrategia muy común entre los partidos políticos que inician a la punta de las preferencias, es promover la percepción de que nada cambiará en el proceso electoral y que todo está decidido. Es lo que deberá hacer Morena en su afán de desmotivar la participación de quienes buscan la alternancia en el gobierno federal.

Sin embargo hay elecciones ganadas que se pierden y elecciones perdidas que se ganan. El proceso es largo y las percepciones pueden cambiar. La encuesta es solo una fotografía de momento.

Hace falta ver quienes acompañarán a las candidatas presidenciales en las gubernaturas, senadurías y diputaciones federales y locales además de los ayuntamientos en aquellos estados donde también habrá elección en el ámbito local.

El resultado general dependerá de la manera en que seleccionen los candidatos para todos los miles de puestos de elección popular en disputa. Morena pretende alcanzar el pináculo de su poder arrasando las posiciones en las entidades federativas, así que no sólo se juega el gobierno federal sino la posibilidad de la supervivencia en el futuro controlando políticamente los estados de la república.

Una duda se refiere al crecimiento o estancamiento de los partidos que constituyen las alianzas. En particular habrá que visualizar el desempeño del Verde y PT en este proceso de coalición con el gobierno, para observar su evolución.

Ambos se han beneficiado del gran negocio electoral de las coaliciones.

Sin aspirar a ganar como partidos independientes, se han aliado con el gobierno, antes PRI, hoy Morena y la ley permite que sigan teniendo esas prebendas y concesiones de participar en torno a los proyectos que les representen la mejor votación y prerrogativas.

La encuesta referida les da alrededor del cinco porciento de la votación para el 2024, lo que significa que, si compitieran por su cuenta en la elección, muy probablemente desaparecerían.

Esta es una discusión pendiente en el futuro del sistema democrático. El reconocimiento de la pluralidad fue un objetivo importante en el viejo régimen. La posibilidad de que llegaran nuevas expresiones y que éstas se consolidarán como minoría, fue el reconocimiento a las diferentes formas de ver al país. Sin embargo, parece que debe haber límites y fronteras para evitar los abusos.

La ley debería obligar a los partidos a participar por su cuenta cada determinado tiempo; al menos una vez a los seis años o cada dos o tres legislaturas, de manera que el contribuyente/votante pueda decidir quiénes reciben prerrogativas del dinero público y a quiénes se privilegia con las posiciones de minoría.

No vendría mal que se les obligara a participar por su cuenta alternadamente cada tres elecciones y se subiera el porcentaje de votos requeridos para conservar el registro de cada partido al menos al cuatro porciento.

A final de cuentas las encuestas sólo son un parámetro. El votante decide en la intimidad de la urna. Aún nos falta mucho para ese momento decisivo.

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* Jaime Darío Oseguera Méndez. Es abogado y economista. Maestro en Desarrollo y Doctor en Sociología. Profesor de la División de Estudios de Posgrado en Derecho de la Universidad Michoacana. Ha sido diputado local, Presidente del PRI-Michoacán y Secretario de Gobierno de Michoacán. Actualmente es el titular de la Notaría Pública Número 182 con sede en Morelia.

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