Por MARIO ENSÁSTIGA SANTIAGO*
Se acerca el final del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se harán muchos balances y análisis a favor y en contra de tan singular sexenio gubernamental, de sobra lo sabemos, es y será necesario hacer un serio y objetivo balance de los resultados al final sexenio conocido como el de la Cuarta Transformación de la República (4t), no todo estuvo bien al cien por ciento, como tampoco todo estuvo mal, no dudo que vaya a haber en extenso este tipo de ejercicios carentes de veracidad, objetividad y realismo.
En lo personal me parecerán de una infinita miseria humana, intelectual y política, de quines descalifiquen por todo y nada la evidente sacrificada obra gubernamental de AMLO por dar un contundente golpe de timón al rumbo y ruta neoliberal del país seguido durante los últimos 36 años, el nuervo proyecto político de gobierno de la 4t con la clara misión, objetivo y meta de mejorar las condiciones de vida material de la mayoría de las familias mexicanas, sobre la base del ideal y consigna de que “por el bien de todos primero los pobres”. En verdad será muy importante que los balances del sexenio obradoristas sean objetivos, sustentantados, críticos y propositivos que tengan la sana intención de contriibuir al diseño del Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030.
En mi opinión el gobierno de AMLO supo quebrantar viejos y obsoletos paradigmas, modos y estilos de gobernar el país, que se caracterizaron en lo general por la rapiña, corrupción, medidas antipopulares y entreguismo de nuestros recursos naturales a intereses particulares nacionales y extranjeros por los gobiernos del PRIAN, que intentaron siguir a pie juntillas los lineamientos dictados por el llamado “consenso de Whashington” de finales de la década de los 90´s por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, que definieron los lineamientos de las políticas públicas de cómo deberián condicirse los gobiernos en vías de desarrollo como el nuestro, en función de los intereses de los países más desarrolados principalmente de los Estados Unidos de Norteamérica.
No tengo la menor duda de que los 36 millones de votos del pasado 2 de junio en favor de la 4t y Claudia Sheinbaum para ser la primera presidenta en la historia de México, no sólo fueron para elegir una nueva administración y gobierno para el próximo perido sexenal 2024-2030, sino fundamental y esencialmente de reconocimiento de los logros del gobierno de AMLO, y para corregir, continuar y profundizar el proyecto político de la 4t de México de la segunda década del siglo XXI.
No podemos negar que AMLO ha sentado las bases con mucho trabajo, dificultades y sacrificios personales y de su equipo de gobierno por darle nuevos horizontes de crecimiento y desarrollo a México en beneficio de la mayoría, errores, aciertos y constantes búsquedas por encontrar las salidas más adecuadas a nuestro grandes y estratégicos problemas; para ello tuvo que realizar algunas medidas no tan populares y democráticas, como la centralización y férreo control de los procesos más importantes de la vida nacional, de los estados y municipios, para garantizar el desmantelamiento del régimen neoliberal y la corrupción en primera instancia en el gobierno federal.
Para un servidor el gobierno de la 4t de AMLO se ha caracterizado por diseñar y operar un importante conjunto de programas federales de asitencia social a los más pobres de México, practico la austeridad del gobierno, estabilizo la economía, facilito la inversión extranjera y fortaleció nuestra moneda frente al dólar, caminos, carreteras, aeropuertos, trenes, presas, hospitales, escuelas, obras de infraestructura para el desarrollo estratégico del país en particular para los territorios más empobrecidos históricamente como el sureste mexicano y otras regiones y entidades del país como Oaxaca, Guerrero, Chihuahua y otras. Implemento la democracia directa, sobre todo en lo concerniente a la democracia consultiva de la opinión de la gente en relación a varios asuntos importantes y trascendentes de la vida nacional, ello contribuyo de manera importante al despertar ciudadano por los asuntos públicos de gobierno y la política nacional (revolución de las conciencias), disminuyo las desigualdades sociales y la extrema pobreza e incrementó los salarios mínimos y empleos, en fin, ciertamente no todo ha sido “miel sobre hojuelas”, hay grades logros y avances y grandes pendientes, sin duda alguna, la seguridad, el agua, la salud, la corrupción en los ordenes de los gobiernos estatales y municipales, por mencionar algunos.
Está en claro que el gobierno de Claudia Sheinbaum reconocido como el segundo piso de la 4t, enfrentará extraordinarios retos y desafíos, nacionales e internacionales, en un complicado contexto mundial de guerras armadas y comerciales entre distintos países y garndes bloques de países, escenarios además de la dura confrontación de la ultraderechas y las izquierdas y corrientes progresistas; la alegría y euforia social por el triunfo electoral tan contundente del 2 de junio, no nos debe evitar hacer una seria reflexión política en relación a las nuevas tareas de gobierno de Claudia y Morena, la derecha fue derrotada moral y políticamente, pero ahí sigue con todo su poder económico, enojo y deseo de venganza lo más pronto posible.
Las recientes experiencias de la década de lo años 20´s de la segunda oleada de la llegada a los gobiernos nacionales por diversas expresiones del progresismo e izquierdas latinoamericanas se han topado con serios problemas y obstáculos para llevar adelante los proyectos de gobierno que los hizo triunfar en las urnas; Gabriel Boric en Chile, Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y Gustavo Petro en Colombia por señalar ejemplos más notables donde la derecha bloquea las acciones gubernamentales que generan escenarios poco favorables para mejorar suantivamente las condiciones de la población; a decir del artículo publicado por la CNN en español el 4 de junio, en nuestro continente los gobiernos nacionales de izquierda son 9, de derecha 8, de centro izquierda 2, ello es una clara muestra de la disputa entre el progresismo y la derecha, aun a pesar de que las 7 naciones más pobladas del continente y 6 mayores economías están en manos de la izquierda.
La derecha no cesará en su empeño, ahí está la acción reciente de 23 ex gobernantes de América Latina y España que integran el grupo de presión “Iniciativa Democrática de España y las Américas” (IDEA) al firmar recientemente un desplegado en el que rechazan la iniciativa de reforma al Poder Judicial mexicano impulsada Andrés Manuel López Obrador y la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, penosamente entre los firmantes hay personajes verdaderamente nefastos para los pueblos que gobernaron, entre ellos Vicente Fox y Felipe Calderón.
Ante tal evento la senadora Ana Lilia Rivera que preside la mesa directiva de la Permanente, dijo acertadamente, tratan de lograr en el extranjero “lo que su partido no consiguió en la urnas el 2 de junio”, afortunadamente este tipo de eventos de las derechas y ultraderechas de habla hispana, por el momento no tendrán importantes repercusiones como otras que no lo han tenido efectuados en los años recientes, pero que la 4t en su conjunto no debe sobreestimar y dormirse en sus “laureles” políticos, gubernamentales y electorales.
Definitivamente antes estos escenarios y la respuesta a la interrogante del ¿qué sigue? para México, coincido totalmente con Alvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia cuando gobernó Evo Morales, que afirmó en enero de este año en la extraordinaria entrevista que le hiciera la periodista colombiana Tamara Ospina Posse, donde tan destacado político e intelectual afirma sin titubeos que “Para derrotar a la ultraderecha, las izquierdas deben ser radicales”, en dicho artículo por demás recomendable, señala el diagnóstico, las estrategias y políticas públicas que según sus puntos de vista debe seguir los gobiernos nacionales inspirados en los partidos y fuerza politicas nacionalistas, democráticas, progresistas y de izquierda de América Latina.
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* Mario Ensástiga Santiago. Es ingeniero por el IPN, además de realizar estudios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y una maestría en Desarrollo Urbano. Ha militado en la izquierda durante 45 años. Fue secretario ejecutivo del Centro de Desarrollo Municipal (Cedemun) y asesor de diversos gobiernos municipales.