Por BORIS GONZÁLEZ CEJA*
En psicología hay diversas corrientes de pensamiento científico, donde todas coincidimos en la importancia del lenguaje como forma de expresar lo que pensamos y sentimos, así como ser una forma de entender lo que nos dicen y captamos del entorno.
De manera cotidiana hacemos diagnósticos psicológicos del lenguaje, pero no he encontrado el “Trastorno de lenguaje político”, y no parece referirse a un concepto psicológico reconocido formalmente, pero es muy vigente en las campañas y en lo cotidiano.
Si lo interpretamos de manera amplia, podríamos relacionar la psicopatología del actuar de algunas personas con la forma en que se utiliza el lenguaje en el contexto político, ya que muchas veces es confuso, engañoso, manipulador o de alguna manera distorsiona la realidad o la comunicación efectiva, sin contar cuando dan vergüenza ajena porque no saben ni hablar.
Si el lenguaje es como Samuel Johnson decía, “la ropa de nuestros pensamientos”, parece que muchos políticos prefieren vestir sus ideas descuidados, y vulgares muchas veces.
En el dinámico panorama de la política, el lenguaje no es simplemente un medio de comunicación, sino una poderosa herramienta de influencia y control, destino, realidad, un límite… A lo largo de la historia mexicana, no han faltado líderes políticos que despliegan un peculiar estilo de comunicación, a veces rozando lo exageradamente complaciente o mostrándose sorprendentemente alejados de lo que la gente vive día a día, pero hay que admitir, su carisma ha sido tan potente que han convencido a las multitudes, desgraciadamente sin resultados reales para las comunidades desde la revolución mexicana.
Cómo se maneja el choro político es un tema que no se puede tomar a la ligera. Esta forma de hablar no sólo es cuestión de darle color a las cosas, va mucho más allá y pega duro a las raíces de nuestra democracia, sobre todo cuando se presentan banalidades que dan coraje (como lo hacen en Movimiento Naranja).
Cuando la política se convierte en un ring de lucha libre donde vale todo, perdemos todos. Porque al final del día lo que queremos, lo que necesitamos, es vivir en un lugar donde podamos confiar en quienes nos gobiernan, donde podamos dialogar, discrepar y luego encontrar soluciones juntos, sin que nos veamos como rivales de telenovela.
Ahora, desmenuzando un poco más el tema, encontramos varios efectos que este rollo del lenguaje político trae consigo:
- Polarización: Cuando los líderes asumen a través del lenguaje que “estás conmigo o contra mí”, dividen más a la gente (AMLO dixit).
- La desconfianza se hace reina: Si la raza empieza a cachar que los que mandan se la pasan jugando chueco con las palabras, haciendo que una cosa parezca otra, cómo no van a desconfiar (esa es la firma del PAN).
- Tomar decisiones se vuelve un laberinto: En muchas ocasiones no se pueden ni entender los dichos de los políticos, porque dicen una cosa y hacen otra, imagínense cómo podrían tomar decisiones que sí rifen (así como el PRD dejó su herencia).
- El ‘ya ni modo’: Si lo que se escucha todo el tiempo de la boca de los políticos son puras promesas al aire, la gente termina hasta el gorro, pensando que para qué se meten en eso si de todos modos es más de lo mismo (es la enseñanza del PRI).
“Es mejor ser empresaria que gatera (ratera)”, es una expresión de Xóchitl conocida como rotacismo (rotar la letra r por otra), que nos muestra cómo el lenguaje es al último, aunque sea primero: habla de la dejadez y de muchos políticos que tienen problemas del lenguaje, que quieren aliviar sus dificultades con el poder y el dinero, con sus resultados por todos conocidos.
Para afrontar el trastorno de lenguaje de los políticos y mitigar sus efectos adversos en la sociedad hay que involucrarnos de manera proactiva en la comunidad, asumiendo nuestra responsabilidad, fomentar la cultura de paz y el respeto, especialmente en contextos de diversidad y desacuerdo, buscando participar en la votación de manera activa, e invitando a las candidatas a que vayan al psicólogo en www.psicologiaydesarrollocomunitario.com antes de que quieran atender a más de 126 millones de mexicanos.
Causas y azares…
- La basificación al personal eventual de la Secretaría de Salud que promete nuevamente el presidente López Obrador es un llamado para la organización de los trabajadores, y evitar así el agandalle como usos y costumbres de algunas autoridades.
- Llama mucho la atención que el mismo gabinete corrupto y sin resultados del gobierno anterior se mantiene, a pesar de estar denostando el actual gobierno a los gobiernos anteriores ¿entonces my friend?
- Da mucha risa cómo los funcionarios se lanzan denuncias públicas entre unos y otros en campaña, cuando los dos bandos son delincuentes, y acabando las elecciones comen del mismo plato.
Hasta la próxima, que todos caminamos hacia el anonimato, sólo que los mediocres llegan un poco antes.
Conoce más en: https://linktr.ee/psicologiaparati
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• Boris González Ceja. Es licenciado en Psicología y Maestro Educación y Docencia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Experto en proyectos de salud mental para resultados y fortalecimiento de equipos de especialistas en psicología en temas de violaciones graves de derechos humanos. Consultor de organismos nacionales como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e internacionales como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ). Notoriedad por excelentes estudios de psicología, investigaciones para leyes y por resolver problemas acuciantes a nivel internacional desde la ciencia.