Por ROSMI BONILLA UREÑA*
“No juzgue nada por su aspecto, sino por al evidencia.”
Charles Dickens
La versión oficial habla de 26 heridos pero ningún muerto. Los testigos hablan -si no de muertos- por lo menos de personas en estado muy grave y los videos son irrefutables.
Pero el Quid no son los números.
La astilla más filosa de este Espejo Roto es el actuar de las masas sin conciencia, en un estado bruto, “intelectualmente inferior al hombre aislado” -como diría Gustave Le Bon- que expone a flor de piel el sentir más profundo de esta sociedad que vive de y en violencia.
México vive de violencia porque en este país se paga por asesinar la ínfima cantidad de 800 pesos (Tijuana, 2017) y quizá menos; porque se pagan de 300 a 500 pesos por golpear y amenazar en las escuelas (CDMX, 2016) y porque los secuestros y las extrosiones se colocaron como el segundo negocio más importante para el Crimen Organizado solo después de la trata de personas y armas (el narcotráfico descendió a la tercera posición).
En México también se vive en violencia cuando las cifras no oficiales estiman que 1 de cada 3 mujeres son, cuando menos, ignoradas y humilladas en sus propios hogares y eso se traduce en que sus hijos también son víctimas de violencia intrafamiliar y cuando se registraron -oficialmente- 93 homicidios dolosos al día en 2021.
¿A qué atribuye, estimado lector, estas alarmantes cifras? La tendencia a reducir los aspectos sociales nos lleva siempre a concluir que es una cuestión cultural, de educación, de formación, de valores que tardaría, por lo menos, 60 años en revertirse según los expertos si nos pusieramos a trabajar si tregua en este momento.
¿Se debe a las condiciones de más de 55 millones de pobres que había en México en 2021 según Coneval? ¿A que no hay otra forma de vivir que vivir de la violencia? ¿O a que la frustración tiene como única salida el dañar a otro?
Nos consolamos en que somos más lo buenos; sin embargo, lo que atestiguamos este sábado, en un estadio con capacidad para poco más de 34 mil personas indica lo contrario: perdemos la cabeza facilmente.
Otra filosa astilla son las versiones oficiales que parecen atizar más el fuego. Suenan ofensivas porque la evidencia, los videos, los testimonios, lo que dice la mayoría las contradicen.
Este lunes, lo reitera el Gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, a través de su cuenta de twitter: “No vamos a ocultar nada. Sé que las imágenes del estadio son perturbadoras y que se han difundido nombres de personas que, supuestamente, han fallecido; pero hoy confirmamos que afortunadamente están VIVAS (sic) y recibiendo atención médica.”
Era de esperarse que se generaran sospechas. No tengo elementos para contradecir la versión oficial más que lo que vi en los videos. Y aunque la estrategia de contención de crisis del Gobierno del Estado de Querétaro fue acertada al salir a informar casi inmediatamente; la duda de si se está diciendo la verdad, permanece.
Esta duda proviene, repito, de las imágenes que han dado la vuelta al mundo, de los testimonios pero, sobre todo, de que en México hemos aprendido a no creerle al gobierno y no es una situación gratuita; el gobierno (del color que sea) se lo ha ganado a pulso.
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*Rosmi Bonilla Ureña. Es maestra en Gobierno y Asuntos Públicos y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVAQ. Con experiencia en medios de comunicación y órganos electorales. Expresidente del Consejo de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción.