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OPINIÓN. “Socialistas en apuros”. Por Mario Ensástiga Santiago

Por MARIO ENSÁSTIGA SANTIAGO*

Sentados en las bancas de la central camionera del puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán, exhaustos, malolientes y una hambre de perro callejero que dios guarde la hora, Mariano y Aureliano, esperaban a que despuntará el nuevo día para ir en busca de Justino, Aureliano aseguraba que era un compañero que venía del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), si el del gran ingeniero Heberto Castillo, apenas lo había visto alguna vez en las pláticas iniciales de Morelia ante el impulso del Partido Méxicano Socialista (PMS) en Michoacán.

Aureliano confiaba en que Justino al ser amigo personal de Heberto Castillo por haber estado juntos en la cárcel de Lecumberri por la participación en el movimiento estudiantil popular de 1988, razón suficiente para asegurar que Justino seguramente les echaría la mano económica para regresar a Morelia

Aureliano malhumorado comentaba !pinche viaje!, de haber sabido ni vengo, reflexionaba que tenía mucha ilusión de convencer a los compañeros del magisterio, del INEA, del sector salud y de otras organizaciones con presencia en la sierra costa michoacana, que se iban a reunir en la población de la Placita del municipio de Aquila para analizar y tomar algunos acuerdos de lucha por mejorar las condiciones de vida en sus respectivos sectores, que sería una importante oportunidad para invitarlos a sumarse a la construcción del PMS como el nuevo partido político de la izquierda mexicana.

Mariano lo miraba con cierto desdén como diciéndole, ya cállate! opto por ir a caminar a los alrededores de la central camionera para despejarse un poco a esas horas de la tibia madrugada de la costa, le dijo a Aureliano ahorita vengo voy al baño ahí te encargo mis cosas, Aureliano nomás asintió con la cabeza, mientras Mariano en efecto se dirigió al baño y se perdió de vista.

Aureliano no se hallaba, no podía dormir y como castigo, su forzado dormitar lo llevo inevitablemente al recuento de tan desventurado viaje del que era responsable directo, recordaba que a mediados de ese año de 1987 en pleno proceso de las pláticas iniciales de la construcción del Partido Mexicano Socialista (PMS), proceso por demás interesante e histórico de la izquierda mexicana y en este caso de la izquierda michoacana, en el marco de la  fusión de varias organizaciones nacionales para profundizar la lucha por la construcción de una sociedad democrática, socialista, de la defensa de la independencia y soberanía nacional, claramente de cara a la participación electoral por la presidencia de República en 1988.

Recordaba que la firma de fusión del PMS fue el 29 de marzo de 1987 entre el Partido Socialista Unificado de México (PSUM); el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT); el Partido Popular Revolucionario (PPR); el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP); la Unión de Izquierda Comunista (UIC); el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y más tarde el Partido Frente Nacional Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN).

La primera actividad de fusión en Michoacán fue la creación de una comisión coordinadora con un representante de cada una de las expresiones político partidarias, por el PSUM, Antonio Franco, compañero de Teresa Gurza corresponsal de la Jornada Jaime Ramírez Velazquez; por el PMT Aurelio Flores y Salvador Verde; por el PPR, Fabricio Gómez Souza, José Luis Juárez Zapatero y Jesús Calderón; por el MRP Mario Ensástiga y un señor de Uruapan de la UIC, Don Enrique que en ese momento no pudo recordar su apellido.

En pleno tiempo de lluvia, por ahí del mes de julio, Aureliano del PMT a la coordinación informo que había recibido la invitación para acudir a una reunión regional en la Placita del municipio de Aquila, para ir a informar sobre el surgimiento del PMS, encuentro de activistas sociales de izquierda del Magisterio, del INEA y de varias organizaciones sociales de la Sierra Costa; la invitación recibida género entusiasmo y alegría en la coordinación dl naciente PMS, por lo que acordaron una comisión para acudir a tan importante reunión, recayó en el mismo Aureliano y Mariano, los recursos económicos eran escasos, había más ganas y compromiso que otra cosa, sólo alcanzaron a juntar de coperacha el costo del viaje de ida, situación que fue informada a los compañeros que hicieron la invitación, la respuesta fue gratamente positiva, aseguraron que así viajarán con la promesa de hacer una colecta entre los asistentes de la reunión para pagar los gastos de regreso. 

El viaje de Morelia a la costa michoacana fue por Colima durante buena parte de la noche de viernes, no se enteraron que estaba anunciada la entrada de un huracán, llegaron a Colima muy temprano, todavía no salía el sol, en medio de intensa lluvia, en verdad había muy mal tiempo, se dirigieron al mercado municipal para saborear un esquisito camote con leche; tomaron el camión rumbo a la comunidad de la Placita percatándose de los fuertes estragos que el huracan había provocado en la huertas de papaya y plátano y sobre todo en la carretera costera.

Finalmente llegaron a la comunidad de la Placita prácticamente a la hora en que en unos cuantos minutos debería iniciar la ansiada reunión política, para su mala fortuna se encontraron con la desagradable noticia de una cartulina que decía que por el huracán y sus efectos, la reunión se cancelaba; duro golpe para los que viajaron toda la noche desde Morelia, ya era hora de almorzar y no tenían prácticamente un centavo en la bolsa, así que en medio de aquella pertinaz llovizna y el cielo totalmente nublado y desolador, permanecieron por varios minutos sin decir nada y sin mirarse a los ojos, no sabian qué hacer.

Aureliano y Mariano pensaban individualmente en el qué hacer, finalmente decidieron ir a la carretera que va de Coahuayana a Lázaro Cárdenas para iniciar el regreso a la ciudad de Morelia con la clara idea de que esto sólo podría ser a través de aventones que pedirían, la decisión estaba acompañada de la idea de llegar y ahí pedir el apoyo a Justino que era viejo militante de la izquierda michoacana con la esperanza de llegar a Morelia al siguiente día.

El cielo extremadamente nublado y una lluvia moderada pero constante, al no tener más que hacer iniciaron el regreso con la esperanza de que alguien generosamente les diera el clásico aventón, pasaban uno que otro vehículo y las horas trancurrían, hasta que finalmente paró una camioneta blanca con el logotipo de la Comisión Federal de Electricidad que les permitió subir en la caja trasera con la advertencia de que sólo llegaba hasta una población que no recordaba su nombre y que estaba a unas 2 horas, para los viajeros en desgracia ya era un avance así que literamente se treparon a aquella salvadora camioneta, se fueron a la intemperie, mojando y platicando sus penurias y aprietos.

Después de ir en condiciones incómodas llegaron al lugar anunciado, el amable conductor les confirmo que hasta ahí llegaba y les deseo la mejor de las suertes, ahí permanecieron otro buen rato hasta que afortunadamente apareció un autobús de pasajeros que iba de Cuahuayana a Lázaro Cárdenas, Aureliano y Mariano entusiasmados le hicieron la parada, este les hizo la parad y se dieron cuenta de que iba semi vacío, el chofer les comento que había noticias de que muy posiblemente no se podía llegar hasta la ciudad de Lázaro Cárdenas por los muchos derrumbes que había en la carretera, ellos a su vez explicaron casi con tono de ruego que no tenían dinero y que por favor les permitiera viajar de gratis, el conductor sólo expreso con cierto sarcasmo, ¡a que la chingada, pues si que andan de malas, pués qué se la va a hacer, suban!.

Al fin bajo techo, se secaron mientras el camión con un incierto futuro avanzaba a deshoras de la noche, platicando los deventurados viajeros con el chofer su fallida travesía política, por suerte la persona al volante era un tipo bastante platicador, sensible y comprensivo, les aseguraba que en esos momentos todos estaban en problemas y que entre todos los tenían que resolver de alguna manera para llegar a Lázaro Cárdenas, Mariano y Aureliano agotados y con hambre empezaron a medio dormir, Mariano hacia un sobre esfuerzo para continuar platicando con el conductor como correspondencia a su buena onda, pero Aureliano que se reconocía que era más dormilón que Mariano empezo a dorminir profundamente.

De pronto el camión paró y el chofer comentó  que había un derrumbe que impedía pasar, nuestros personajes despertaron y se percataron de que había una larga fila de vehículos de uno de otro lado, el escenario de alguna manera los obligaba a les costaba resignarse a quedarse ahí hasta que llegaran las autoridades municipales o estatales responsables de despejar la carretera.

Afortunadamente en ese lugar había unas cuantas casas de techos de cartón que habían improvisado una cocina económica y estaban vendiendo lo que tenían que era muy poco, huevos, frijoles, café y algo así por el estilo a los que con muchas ganas acudían los pasajeron varados, Mariano y Aureliano se limitaban a mirar y oler aquel ambiente, pasaban saliva por no tener dinero para comprar aquellos apetitosos y sencillos alimentos.

Mariano enfadado bajó del camión y avanzo hacia donde estaba el cerro derrumbado y se dio cuenta de que algunas personas, mujeres, hombres y niños, prácticamente con las manos y alguna rama estaban contribuyendo a ensanchar el arroyito de agua y lodo que bajaba del cerro, en ese momento recordo una vieja anécdota que tuvo en el estado de Guerrero allá en los años setentas, cuando la comunidad fue a la costa para abrir el estero para que entrara el mar a la laguna, inicialmente hicieron un pequeño surco y así empezo poco a poco a entrar el mar y conforme iba entrando llegó el momento en que la fuerza del mar fue de tal magnitud que en unas dos o tres horas llenó aquel enorme estero.

Así fue que Mariano entendió perfectamente lo que estaban haciendo las pocas personas empeñadas para ensanchar el arrollo de lodo, busco una buena rama de árbol del tupido bosque lleno de vida natural, que le permitiera constribuir con tan necesaria faena, por fortuna ya no sólo trabajaban los pasajeros de los vehículos atrapados, puesto que ya se habían incorporado pobladores de las humildes casas del lugar, al igual que Aureliano, un trailero sacó una cadena y giró instrucciones de que lo amarraran a uno de los vehículos y que hiceran a un lado otros para abrirle espacio a la maniobra de empezar a mover los vehículos compactos, camionetas y autobuses al otro lado del derrumbe.

Con dificultades poco a poco empezaron a pasar los transportes de uno y otro lado, tras varios minutos y quizás horas finalmente le toco al autobús donde iban Mariano y Aureliano, subieron llenos de lodo y bastante mojados casi hasta la cintura pero llenos de satisfacción por haber contribuido a resolver el problema de tráfico de la maltrecha vialidad.

Finalmente, cansados y hambrientos muy pronto volvieron a recobrar el sueño hasta llegar a la central camionera del puerto de Lázaro Cárdenas, misma que desde hace años se ubica en la avenida principal, para ello serían las serían 3 o 4 de la mañana, obligados a quedarse en la sala de espera hasta que el rey sol anunciara el nuevo día de domingo, sentados en aquellas bancas de plástico grueso esperando a que pudieran buscar a Justino de quien esperaban tan necesaria ayuda.

Al cabo de 15 o 20 minutos, Mariano regreso de su periplo por los alrededores de la vieja central camionera, interrumpió el recuento sumario que Aureliano hacía del complicado viaje a la costa michoacana, con semblante sonriente regreso Mariano y le dijo a Aureliano ¡vamos a echarnos unos a taquitos!, obteniendo como respuesta la expresión incrédula de Aureliano, ¡ni la burla perdonas cabrón!, no, mira, si tengo dinero le recrimino Mariano y le mostro los billetes, Aureliano visiblemente molesto le dijo no mames te estabas haciendo pendejo, ¡si traías dinero!.

¡No!, déjame te explico, como te dije fui al baño y ahí estaba orinando cuando se me acercó un señor ya maduro, bien vestido, medio regordete y claramente de clase media, me dijo así de chingadazo, que si me dejaba que me la mamara me daría una lana y que si aceptaba cogérmelo me daría 2 mil pesos,  yo todo sacado de onda, sorprendido y sin saber qué decir, hice rápidamente las cuentas y me dije ¡ay cabrón, pues con eso nos podemos echar unos tacos y comprar los boletos de regreso a Morelia, ¡y que le digo que sí!.

Aureliano no lo podía creer y le dijo ¡no chingues güey apoco si te  lo cogiste!, pues sí, Mariano le respondió sin dudar, como dice el dicho “el hambre es cabrona y más el que la aguante”, no mames güey  no te lo puedo creer, eres un atascado, ¡te pasaste de lanza! le aseguraba Aureliano,  pues yo no sé si me pasé o no d lanza pero yo tengo un chingo de hambre y voy a echarme uno tacos, allá tú si no quieres comer por tus pinches puritanismos pequeño burgueses; Mariano salió de la central camionera y se dirigió a pedir una orden de tacos y una coca, mientras sin saber que pensar Aureliano se quedó sentado librando una dura batalla entre su hambre y principios morales.

Mariano dolosamente todavía saboreando los tacos y según él una rica coquita, incluso se atrevió a eructar casi en la cara de Aureliano, no tienes madre le replicaba Aureliano, fue cuando entonces Mariano no pudo contener la escandalosa carcajada, ja ja ja ja, de manera burlona, no te creas güey le dijo Mariano a Aureliano, cómo crees, yo no hice eso, ¿y entonces cómo conseguiste el dinero? Aureliano insistió.

Pues fíjate que justamente en el baño me encontré a un vecino de mi colonia de Morelia que se dedica a vender hamacas en la costa en ciertos periodos del año, así se gana la vida, le dije oye compa, te veo como caído del cielo, mira estoy en esta bronca y le explique todo, préstame dinero para poder regresarnos y allá te lo pago, no sé cómo le haga pero yo te lo pago en la semana, el vecino afortunadamente regresaba a Morelia después de 2 meses de trabajo por aquellas playas, traía dinero y de buena gana se los presto, con el préstamo Aureliano de inmediato pidió dinero para ir a los tacos y Mariano a comprar los boletos, así fue que aquellos socialistas en apuros pudieron regresar a Morelia y contar jocosamente su accidentado y políticamente  infructivo viaje a la costa michoacana.  

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* Mario Ensástiga Santiago. Es ingeniero por el IPN, además de realizar estudios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, y una maestría en Desarrollo Urbano. Ha militado en la izquierda durante 45 años. Fue secretario ejecutivo del Centro de Desarrollo Municipal (Cedemun) y asesor de diversos gobiernos municipales.

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