Por BORIS GONZÁLEZ CEJA*
En México se practica la tortura de manera sistemática y general en todo el país, la mayoría de las veces atribuido a las fuerzas armadas, pensando los funcionarios que es una forma viable de obtener información desde su psicología, sin embargo, tiene efectos negativos y ninguno positivo.
En ocasiones nos han enviado casos para que hagamos peritajes psicológicos de tortura donde tenemos que distinguir de manera pericial entre los hechos, o donde tenemos que definir de manera independiente si hay peritajes de otros psicólogos que están bien hechos o fueron comprados para beneficiar a alguna de las partes.
Tortura es todo acto por el cual se inflige intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia.
No se consideran torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a éstas (ONU).
Es importante notar que la mayoría de la población que sufre de tortura son hombres jóvenes, de quienes se busca una confesión falsa, o se infringe dolor por sadismo como venganza o represalia.
¿La tortura es endémica al desarrollo de la cultura? No lo creo. La tortura es parte de la maldad humana contemporánea, entrelazada en los fundamentos imaginarios que soportan los sujetos torturadores, sobre todo como una forma de control y una práctica institucionalizada de abusos de personas en el poder.
Los principios generales del protocolo de Estambul marcan una pauta para quien realiza el dictamen médico-psicológico de tortura, que incluye entrevistas, ética y revisión de simulaciones, elementos mínimos que tenemos que cumplir los psicólogos cuando evaluamos posibles actos de tortura, sin embargo, agregaría otros fundamentales, tales como tener conocimiento sobre lógica y juegos de estrategia (p. e. Clausewitz, De la guerra), así como dominio del concepto de transferencia propuesto por Jacques Lacan. No se puede omitir la pericia sobre el análisis del discurso y el campo del lenguaje, incluidas sus implicaciones imaginarias para la vida anímica.
Es interesante observar que el concepto de tortura se encuentra con dos vertientes: algunas instituciones sugieren que los torturadores son personas con funciones públicas, mientras que otras, como la Cruz Roja Internacional, proponen que su concepto funciona con la incorporación de personas del ámbito privado y público, lo que hace que sea más extensa esa forma de entender el concepto.
La Cruz Roja utiliza la expresión amplia de “malos tratos” para abarcar la tortura y otros métodos abusivos prohibidos por el derecho internacional, incluidos los tratos inhumanos, crueles, humillantes y degradantes, los ultrajes a la dignidad personal y la coerción física o moral (Cruz Roja Internacional).
La diferencia jurídica entre la tortura y las otras formas de malos tratos reside en el nivel de gravedad del dolor o del sufrimiento infligido. Además, para que un acto se considere tortura, es necesario que exista un propósito concreto que lo motive; por ejemplo, obtener información. En el caso de los otros conceptos como crueldad, humillación y tratos degradantes, el objetivo de que sean generados no necesariamente es la obtención de información, sino tal vez y de manera más frecuente, generar dolor y sufrimiento por el solo hecho de buscar dañar.
Entendemos los tratos crueles o inhumanos como actos sin propósito concreto, aunque al igual que la tortura se inflige un nivel considerable de sufrimiento o de dolor. Los ultrajes a la dignidad personal también son actos sin propósito concreto, pero se inflige un nivel considerable de humillación o de degradación.
Como puede entenderse, la tortura es prevenible, debe de desaparecer de los métodos de impartición de justicia con capacitación al personal de justicia y seguridad, además de que la tortura habla más de la psicología del torturador que de las victimas.
Causas y azares…
• La casa de los famosos es una de las expresiones más acabadas de la desidia, la vulgaridad y el chisme en México, casi como Peso Pluma, pero más tipo telenovela de Televisa.
• Los Suicidios siguen al alza en el país, con Chihuahua, Yucatán y Michoacán a la cabeza: sus autoridades, tanto diputados como de Salud, siguen omisos en este sensible tema.
• La disputa por los libros de texto de la SEP tiene un trasfondo donde poco o nada de espacio le están dando a elementos relevantes para la niñez, sólo politiquería de ambos lados.
Hasta la próxima, que Siempre es una palabra que no está permitida a los hombres.
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* Boris González Ceja. Es licenciado en Psicología y Maestro Educación y Docencia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Experto en proyectos de salud mental para resultados y fortalecimiento de equipos de especialistas en psicología en temas de violaciones graves de derechos humanos. Consultor de organismos nacionales como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e internacionales como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ). Notoriedad por excelentes estudios de psicología, investigaciones para leyes y por resolver problemas acuciantes a nivel internacional desde la ciencia.
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