La Página
Por MARVELY GARNICA
Con las fiestas decembrinas, las piñatas de colores, comienzan a sobresalir en todos lados, es una costumbre mexicana muy querida, se dice que el origen de ellas viene de civilización maya.
Los historiadores comentan que nuestro antepasados practicaban un juego con los ojos vendados, este consistía en colgar con una cuerda una olla de barro llena de cacao y tratar de romperla.
Tras la Conquista, las piñatas adquirieron un sentido religioso, pues los monjes las utilizaron como un recurso para la evangelización. Originalmente, se hacían con una olla de barro o cartón y se le pegaban siete picos para darle forma de estrella.
El palo que se emplea para pegarle a la piñata y romperla simula la fuerza con la que se vence al mal y se destruye la falsedad y el engaño.
La venda con que se cubren los ojos representa la fe ciega en Dios.
Los colores brillantes y el oropel simbolizan las vanidades del mundo y tentaciones del demonio.
Los siete picos, Simbolizan los siete pecados capitales: pereza, envidia, gula, ira, lujuria, avaricia, soberbia.
Los frutos y dulces con los que se rellena la piñata son la recompensa por vencer el pecado.
El significado de las piñatas encajó a la perfección con la temática de las posadas, con el paso del tiempo esta tradición se sumó a las fiestas decembrinas.
Algunos cantos fueron adquiriendo toques pícaros, motivo por el cual el clero prohibió las piñatas de 1788 a 1796, pero ante el nulo caso que hizo el pueblo feligrés a esta restricción, la Iglesia tuvo que levantar el veto.