La Página
Por VERÓNICA TORRES MEDRANO
Paracho, Michoacán.- A sus 46 años, Jennifer conoce sobre la discriminación y el odio a su persona. Ser diferente en una de las regiones de Michoacán más machistas y misóginas, dio un giro a su vida y hoy, sabe que no está sola.
Como ella dice, “me llevé entre las patas a una muchacha; yo me casé pensando que si me casaba con una mujer, ya no sería así”, le hizo darse cuenta de lo que sospechaba desde los 8 años.
Con la cara en alto, Jennifer participó en la primera Marcha del Orgullo Gay en la Meseta Purépecha; el cobijo de la comunidad LGBTTTIQ+ la hizo sentirse orgullosa de su ser, a no sentir vergüenza de ella y darse cuenta que ser diferente es bueno y no daña a nadie.
Originaria de Cherán, perdió en menos de cuatro meses a su madre, dos hermanas y su cuñado, situación que la llevó a sumergirse en las drogas y el alcohol.
La gente al pensar que estaba sola y sin apoyo, la atacó moralmente y la ofendieron y discriminaron hasta derrumbarla. Su objetivo se logró, pero su ser y aquellos ángeles en la tierra que se interesaron en ella, principalmente de Francia y Chile, hicieron que se pusiera de pie.
Sus cuatro hermanos (2 mujeres y 2 hombres) también son su sostén para que hoy siga adelante, la única familia de sangre que le queda, pero que hay más familia, que si no son de sangre, se convierten en ella por el apoyo que dan.
Si bien en su transición de hombre a mujer no hubo golpes, recuerda que los señalamientos fueron los que le afectaron. A los 14 años, dice, al ver que los muchachos se casaban y que todos le decían que así debería ser, estar hombre y mujer, lo llevó a casarse con una chica.
“En mi adolescencia cometí un error. Al ver todos los muchachos o la gente me decía de mi sexo, cometí el error y me lleve entre las patas a una muchacha, porque yo me casé con una muchacha, yo me casé pensando que si me casaba con una mujer, ya no sería así, cambiaría mi forma de ser o sexualmente. Me di cuenta que era el error más grande que había cometido y le estaba haciendo daño a la muchacha”, puntualiza.
Al salir del closet, dice, fue señalado por el pueblo. De invitarlo a fiestas y arreglar salones para celebraciones, se le acuso de violar a niños y jóvenes, y de ofrecerles drogas a cambio de Sexo.
“Fue de repente, se me junto todo, me trataron mal, me ofendieron, me discriminaron”, resalta al precisar que hoy, con ayuda, se está atendiendo con un psicológico para llevar el “miedo y trauma” que le hicieron, “para superar todo lo que me pasó”, dice.
Hoy, pide a todos a que no tengan vergüenza de su ser y que dejen la pena de lado, el qué dirán. “Anímense y dejen la pena, no pasa nada, siempre hay gente a su alrededor que los acompañará en su transición”.