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“Sin saber cuándo volverán a verse”. Por Gina Avalos

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Por GINA ÁVALOS*

Un hombre de pie tras el mostrador. Una doctora, con uniforme de Cobra Kai, tomaba los datos de quien ingresaría al servicio.

-“Sólo tenían tres días de ponerse la vacuna cuando tuvieron síntomas”. Dijo el caballero con sus manos dentro de los bolsillos de una chamarra negra.

-Es probable que ya estuvieran contagiados, señaló sin dejar de teclear.

-“Pero antes de la vacuna todo estaba bien, empezó lo malo después de eso”, advirtió el joven sujeto con cierto recelo.

-La vacuna no fue, comentó de manera gentil, pero tajante, la uniformada.

Quería dejar en claro lo que hasta ahora teóricamente es imposible.

-De hecho, la primera dosis no es una carga viral suficiente, dijo la galena; se necesita la segunda dosis para “activar” -hizo comillas con los dedos- la función del biológico, por eso se advierte a la población, no confiarse después de la aplicación.

El hombre quedó en silencio, más cuando pasó cerca de él, le acarició el hombro y le pidió que en lo posible no se angustiara tanto. Preguntó:

-¿Verdad que todo va a estar bien?

En ese momento se le hizo cenizas el corazón a la doctora, pues eran ambos padres quienes tenían prueba positiva a SARS Cov 2, y estaban por acceder al hospital bajo los respectivos cuidados.

-Discúlpeme, no puedo asegurarle eso, pero le puedo prometer con el alma, que aquí van a tener todas las atenciones pertinentes para intentar mejorar la situación.

Creo que es una de las interrogantes que más ha dolido responder, porque había visto la compleja situación en que llegaron ambos señores. La evaluación es sólo eso, más no está en nuestras manos el juicio sobre una vida.

-“Uno viene con miedo a este espacio, pues escucha muchas historias de este hospital”, señaló angustiado.

-Trato de entenderlo, soltó la doctora con la interrogante de si esas historias eran buenas o malas… Sólo le pido algo que es muy difícil: Por favor trate de estar tranquilo, tiene decisiones que tomar y para ellos (sus padres) es importante que usted les transmita calma.

En la profundidad de sus ojos era visible la angustia y el dolor.

Le acarició de nuevo el hombro y se internó en el área de material. Tuvo que limpiar sus lágrimas. ¡Caray! Parecía que se quedaría seca.

-Qué feo siento, dijo otra doctora, cuando veo que se despiden de sus familiares; No puedo evitar sentir tristeza, y en este caso peor: ¡Son sus dos papás!

-No saben cuándo volverán a verse y de verdad, gracias por hacerme saber que no soy la única loca que empatiza tanto.

Ambos pacientes entraron. Ellos nacieron el mismo mes, son del mismo año, sólo los separaban unos días. Ahora la diferencia son cifras de signos vitales; sólo una fuerza superior sabrá el final de la situación.

  • IMAGENES DE ILUSTRACIÓN

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* GINA ÁVALOS. Es enfermera en activo en el Hospital General “Dr. Miguel Silva”, con sede en Morelia, Michoacán. Además de desarrollar la actividad periodística en diversos medios de comunicación de esta entidad.

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