La Página
Por ANA MARÍA CANO
Morelia, Mich; 21 de enero del 2023.-Hiram García nació en Uruapan, Michoacán, de lavar coches en su adolescencia en su ciudad de origen, pasó a preparar un banquete en el hotel Nihi, en la isla de Sumba, en Indonesia, para el cumpleaños de un príncipe árabe.
La historia del uruapense Hiram García fue dada a conocer por la revista Al revés, donde señala que con casi 8 años cocinando en Bali, ha tratado de llevar un bocado de la cultura mexicana al otro lado del océano.
“La primera travesía se dio en su ingreso, a los 19 años, a un restaurante de comida china muy famoso en Uruapan, donde el dueño le enseñó a agarrar los cuchillos. Pese a no durar mucho en ese trabajo, marcó un antes y un después en la forma de relacionarse más a fondo en la elaboración de la comida”, señala la revista.
Hiram dice que un día se decidió a no ser más “un ayudante de cocina”, y partir de ahí le tomó amor a los sabores, olores y colores de la comida, por lo que incursionó a la preparación de los alimentos y dejar de lado el solo ayudar a quien los preparaba. La música siempre lo acompañó.
“Vas creciendo, empiezas a enfocarte en cómo preparar la comida. Te vuelves más observador. Tienes limitantes como ayudante de cocina, pero una vez que te quedas encargado, tienes más libertad. Parte de esa libertad siempre ha sido poner la música que me gusta en los centros de trabajo, el hecho de poner mi música me ha mantenido en los lugares”.
Señala que cerca de 9 años fueron los que anduvo en Uruapan entre preparación de micheladas, la famosa carne apache michoacana, botanas en general, de “pone-rolas”, encargado de algún staff, así como organizador principal en uno que otro sitio, donde la venta de alcohol era lo que primaba, y que quizá por esa razón todavía no despegaba por completo el proyecto gastronómico con el que actualmente cuenta.
Fue en el 2015 cuando todo dio un giro. Siendo encargado de un bar en el Centro Histórico de Uruapan recibió una videollamada de un amigo en Dubái para hacerle una invitación a trabajar de lleno en el terreno culinario, señala la revista.
“Me dijo que iba a abrir un restaurant en Bali, que si jalaba con él. Me mandó los planos del restaurant. Me mandó el boleto de vuelo en junio. Tuve que aprender el sistema de trabajo, aprender las recetas; me metí a un curso de cocina en Dubái. Tuve 6 meses de sueldo, casa mientras estuve preparándome”.
Pero, prosigue, seis meses después me fui a Bali, comenzó la construcción del restaurante. Seguía contratar al personal, enseñarlos a hacer enchiladas, burritos, pozole. Me tocaba ir a Singapur por el chile.
Al año siguiente, recuerda, recibió una propuesta de abrir en conjunto otro lugar, el Lazy Cats, en Ubud, en las alturas de Bali.
“Fui a enseñarle el menú vegetariano al personal; no fue posible enseñarles por varios motivos. Me ofrecieron un porcentaje de la sociedad, de las ganancias. Como un año después, sólo supervisar”.
También recuerda que en el 2019 abrió el Velvet, un proyecto propio de alta cocina, pero con la llegada de la pandemia del Covid-19 tuvo una pausa que a la postre sería el cierre definitivo en 2020.
“Pero yo seguí tomando cursos de comida en Bangkok, en Malasia, para aprender sabores y mezclas de Asia. El restaurante estaba en una ubicación altamente frecuentada de Ubud. Con la pandemia intentamos pausarlo, intentamos abrirlo, pero el Coronavirus no se detiene. Se empiezan a ir los ahorros, puras salidas y nada de entrada. Vendimos las lámparas, mesas. Empecé a hacer banquetes para subsistir”.
Pero su resistencia y perseverancia lo hace abrir un restaurante que funge como taquería en Uluwatu, en el 2021. Se trata de un lugar más austero gastronómicamente hablando, señala, que no se complica y que al mismo tiempo logra satisfacer los paladares de los turistas extranjeros ávidos de comida mexicana, que más que mexicana es “tex-mex”.
“Era simplificar el menú por abrir en Coronavirus. Hacer tacos, quesadillas, burritos, nachos, tacos de carnitas, de asada, carne a la mexicana, Baja fish, falso mole, mezcal, margaritas”.
Ahora, lo que pretende el chef es darle un giro para salirse de la rutina de esa comida “tex-mex”; cambiar y modificar. Hacer más ceviches, más mexicano, aunque sea lo que a la larga deja más dinero.
Así, entre botanas, espaguetis, vuelos de avión de más de 20 horas, jet lags, indonesios, malasios, singapurenses, mucho sol, arena y mar, es como el chef uruapense Hiram García Ríos ve el mundo girar.