Por DAVID ALEJANDRO DELGADO ARROYO*
En estos días se ha comentado muy intensamente el suicidio de Fernanda Michua Gantus, estudiante del ITAM, mismo que se ha relacionado como un caso de hostigamiento escolar, lo cual me ha hecho recordar mi propia experiencia.
Hace poco me observaron que poco hablaba de mis compañeros de la Preparatoria, y por el contrario hablaba mucho de mis compañeros de los otros ciclos escolares. En realidad lo que sucedió es algo muy parecido a lo que se ha comentado del ITAM.
En mi natal Salamanca, donde estudié la Primaria en una escuela de padres agustinos, en la cual les hice la vida pesada al plantear en sexto grado de primaria que debíamos profundizar en si era mejor el comunismo o el capitalismo; así como mi molestia porque el maestro de matemáticas no nos había enseñado bien los quebrados (aunque mi papá me los había enseñado bien) y nos había resuelto el examen; lo que llevó a que al maestro le fuera retirada la materia.
Luego estudié la secundaria en una escuela pública orientada a educación técnica, en la cual tuve conocimientos de auxiliar de contabilidad, pero me divertí en grande con mis amigos de esa época que mucho preocupaba a mi mamá.
De esta manera llegó el momento de la Preparatoria, y no había muchas opciones, aunque yo quería salir a la Ciudad de México a estudiar en una Preparatoria incorporada a la UNAM, pero mi mamá no me autorizó; así que apliqué examen de admisión a la Preparatoria de Salamanca, incorporada a la Universidad de Guanajuato.
Recuerdo que cuando vi las listas de los resultados, conté a ojo de buen cubero unos 1,200 aspirantes, de los cuales solo quedamos unos 450. Pero como la Preparatoria Salamanca tenía un sistema de que si reprobabas una materia en tres oportunidades te ibas de la escuela, además de maestros sumamente rígidos, aunque no recuerdo que en ningún momento se refirieran de manera ofensiva hacía nosotros; poco a poco fuimos siendo menos.
La exigencia era tal que para pasar las materias tenías que dedicarte de tiempo completo e inclusive robarle horas a la noche o al amanecer para poder aprobar. Así que no había tiempo para la convivencia ni para la diversión. De manera tal que solo egresamos de la Preparatoria unos 75. Recuerdo en épocas de exámenes ver a compañeros y compañeras llorar, como se iban despidiendo de la Preparatoria y como te enterabas que mejor se habían quedado de obreros en la refinería Ing. Antonio M. Amor de PEMEX.
Terminando la Preparatoria y ya con casi la mayoría de edad decidí cumplir mi sueño de sexto de Primaria: estudiar la carrera de ciencias políticas y administración pública en la UNAM. Para ello apliqué examen de admisión tanto en la UAM como en la UNAM y en las dos quedé; obviamente me decidí por la Universidad de mis sueños.
Uno de los recuerdos más intensos de mi ingreso a la UNAM fue la primera clase del maestro de Formación Social Mexicana, Cesar Delgado Ballesteros; quién en su primera clase, nos felicitó por ingresar a la UNAM y nos envolvió con un discurso lleno de amor a la Universidad Nacional.
Para en la segunda clase aplicarnos un examen de nuestros conocimientos en la materia, con lo cual dividió el grupo en tres partes que tendríamos una clase a la semana dividida y la otra plenaria. De tal manera que la clase dividida sería dirigida por el maestro solo para los de mejores calificaciones, entre los cuales me encontré entre los afortunados; los de medianas calificaciones con un Profesor adjunto y los de peores calificaciones con otro profesor adjunto. Quienes tuvimos la oportunidad de estar en la parte dirigida por el Maestro no solo tuvimos el privilegio de tener una clase exclusiva con el maestro, sino tener un acompañamiento tipo peripatético como en tiempos socráticos; es decir, íbamos a su casa o a la casa de Tres Marías de su hermano; donde pasábamos horas discutiendo los temas nacionales del momento; tiempo después siempre tuve la oportunidad de invitarlo a desayunar para recibir alguna orientación personal hasta su fallecimiento.
La Facultad de Ciencias Políticas y Sociales me dio la oportunidad de escoger el tipo de Universidad que yo quería tener, con la oportunidad a partir de segundo semestre de escoger a nuestros maestros de las materias obligatorias y opcionales; así que derivado de la cuerda y disciplina que yo llevaba de mi Preparatoria Salamanca siempre escogí a los mejores maestros, inclusive a los que se decían los más difíciles, e inclusive subirle el grado de dificultad adelantando materias para terminar antes mi universidad. Fue una decisión personal la intensidad.
Pero todo ello me ayudó cuando el IFE se me atravesó en mi destino; primero porque en los primeros años me ayudó a resistir una dinámica de trabajo inmensamente absorbente, con jornadas de trabajo que en frecuentes ocasiones superaban las 24 horas continuas, o trabajos en días en donde la mayoría descansaba. Pero también cuando concursé para ser Vocal Ejecutivo Local en 1999.
A todas mis escuelas, hayan sido intensas o no les agradezco lo que formaron en mí; ni siquiera las más grandes exigencias de mis maestros las tengo guardadas con rencor, sino con el mayor de mis agradecimientos.
Sin embargo, si creo que hay una línea que hay que discutir sobre el Hostigamiento; es comprobable científicamente el fenómeno del bournout que es el Síndrome del Trabajo Quemado; que es cuando comienzan los rendimientos decrecientes por la fatiga. Es algo que se tiene que tomar en cuenta tanto en la escuela como en el Trabajo; bienvenida dicha discusión. Por mi parte lo he señalado en las jornadas tan intensas que se tienen en las autoridades electorales en los cómputos de las elecciones.
Pero también otra arista para un suicidio, que hay que tomar en cuenta son los otros factores, como la propia biografía personal. Las exigencias en la familia, la propia intolerancia al error o a la baja calificación, las expectativas impuestas sin el desarrollo de las competencias adecuadas, los problemas intrafamiliares, el abandono, en fin, es un cóctel mucho más complicado. Pero sin duda creo que las Universidades si deberían tener un mejor acompañamiento psicológico. De hecho debemos reivindicar la psicología como un acompañamiento al cual no debemos huir.
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- David Alejandro Delgado Arroyo. Es vocal ejecutivo de la Junta Local del Instituto Nacional Electoral en Michoacán.