Por HENOC PEDRAZA
El nombre de Mariano Matamoros jamás será
pronunciado sin emoción por los Americanos.
Carlos María de Bustamante
Hoy nacen las ideas y años después vienen cañones a
defender esas ideas.
Federico Hegel
Matamoros es llamado por la mayor parte de los historiadores» El
más valiente de los insurgentes.» .
En el famoso sitio de Cuautla, Matamoros, por orden de Morelos, se puso al frente de una fuerza de caballería y logró romper la líneas enemigas.
Matamoros se inmortalizó en la célebre batalla de San Agustín del Palmar, en cuya acción dio muestras de valor y genio militar.
General Vicente Rivapalacio
Mariano Matamoros y Guridi nació en la Ciudad de México en 1770. Estudió en el Colegio de Santiago Tlatelolco recibiéndose de Bachiller en Artes en 1786, y en Teología dos años después. Se ordenó sacerdote en 1796 y se desempeño como cura en la Ciudad de México en la Parroquia de Santa Ana. Después pasó a Pachuca y Querétaro y por ultimo se estableció como cura de Jantetelco, distrito de Jonacatepec, hoy estado de Morelos en 1808.
En 1811 al darse cuenta de que iba a ser capturado por el Ejército realista, a causa de que simpatizaba con las ideas de la Independencia Nacional, se presentó ante Morelos, en Izùcar el 16 de diciembre de ese año, comenzando así su lucha político-militar junto al caudillo de nuestra Independencia.
Junto a Morelos rechazó al jefe realista Miguel Soto que intentaba tomar la villa de Cuautitlàn.
Regresó a Jantetelco con el grado de coronel. Después partió a Taxco, y luego junto con los hermanos Bravo y Hermenegildo Galeana, tomó parte en la batalla de Tecualoya, y después en la de Tenancingo, obligando al jefe realista Polier a retirarse hacia Toluca.
Estuvo bajo las órdenes de Morelos en la defensa de Cuautla. Y cuando finalmente con grandes perdidas, Morelos rompió el sitio en este lugar, se volvieron a unir en Chiuautla.
Matamoros fortifico Izùcar con febril actividad y el 8 de septiembre de 1812, Morelos lo ascendió a Mariscal de Campo. En octubre de 1812, por instrucciones del general Morelos, Matamoros organizó en Tehuacàn Puebla, el primer Ejercito Mexicano, al cual él siempre les exigió disciplina a todos sus subordinados, porque el objetivo de la lucha era la Libertad y la Independencia. Las legiones comandadas por Matamoros no solo se encontraban disciplinadas, armadas, equipadas y uniformadas, sino que también obedecían a un severo código de Honor y Patria, donde se castigaba con todo rigor, y hasta con la perdida de la vida de aquellos militares insurgentes que, escudándose en el movimiento de Independencia realizaban saqueos en los pueblos, indignidades o venganzas personales.
Este naciente Ejercito Mexicano estaba compuesto de 3000 hombres, el cual Matamoros lo dividió en cuatro Regimientos; el de Infantería del Carmen, los de caballería de San Ignacio y San Luis y el de Dragones de San Pedro, con su correspondiente oficialidad la cual ascendía por acciones y meritos en la lucha. Su fuerza se componía de 27 compañías, siendo las más importantes, la de artillería, con 9 cañones de diversos calibres. Después de cada batalla, en presencia de todos los sobrevivientes, se realizaba una ceremonia solemne y el reconocimiento de los meritos de cada uno de los oficiales, y miembros de la tropa, otorgándoles recompensas y ascensos.

Sus banderas y estandartes tenían los más altos significados y eran bendecidas en misas solemnes, donde asistían la oficialidad y la tropa. Como lo sostienen los investigadores Manuel Solorio Araiza y Gabriel Agraz García, quien en octubre del 2002 presento su libro: “Mariano Matamoros Guridi, Héroe Nacional.” En una edición de lujo de 529 páginas, que es el mayor estudio Biográfico, Histórico, Genealógico e Iconográfico de Matamoros.
El 25 de noviembre de 1812 Morelos y Matamoros, marcharon juntos desde Tehuacàn, y tomaron Oaxaca.
En abril de 1813, estando Matamoros al frente de su Ejercito Insurgente en Yanhuitlan Oaxaca, es informado que el general realista Manuel Dambrini, procedente de Guatemala había entrado a perseguir insurgentes a lo que hoy es nuestro país, y que en su paso había pasado por las armas a 25 civiles, por lo que le pidió instrucciones a Morelos, que se encontraba en Acapulco; recibiendo una orden: “!Sígalo y acábelo!”
La orden se cumplió., Matamoros dio alcance al destacamento de Dambrini el 19 de abril de 1813 en Tonalà, Chiapas y ahí lo derrotó.
El 5 de mayo de este año, Matamoros organizo un Te Deun, para festejar esta victoria, y proclamar la nacionalidad de Tonalà en los siguientes términos: “He venido hasta estas lejanas tierras, pues no era mi propósito ni de la causa insurgente mexicana rebasar los limites del territorio de lo que hoy se conoce como la Nueva España; pero me fue imposible evitarlo, pues recibí ordenes precisas y claras de seguir al invasor hasta el lugar donde lo alcanzara, y con la ayuda de ustedes logramos vencer al enemigo, que atento contra la Libertad y la Independencia. Hoy 5 de mayo de 1813, a la comarca de Tonalà y al pueblo Tonalteco, se le considera como parte integrante Geográfica, Política y espiritual del naciente Estado Mexicano”.
Después de esta batalla Matamoros es nombrado Teniente General por Morelos, regresando a Oaxaca donde se dedicó a fabricar armas y a organizar a su Ejercito Insurgente.
En la batalla de San Agustín del Palmar, del 16 de agosto de 1813, el Ejercito Insurgente de Matamoros derroto al batallón de Asturias de prestigio internacional, y perdono la vida de los prisioneros. Al hablar Matamoros de esta acción de armas dice: “La batalla fue dado a Campo Raso para desimpresionar al Conde de Castro-Terreño, de que las armas americanas se sostienen, no solo en los cerros y emboscadas sino también en las llanuras y a campo descubierto”.
El 23 de diciembre de 1813, la División de Matamoros está junto al ejército insurgente de Morelos, en la batalla por la toma de Valladolid, en la cual fueron derrotados por el ejército realista al mando de Ciriaco de Llano y Agustín de Iturbide.

Los insurgentes se replegaron a Puruaràn, y al mando de Matamoros presentaron batalla a los realistas, pero fueron nuevamente derrotados el 4 de enero de 1814 por los jefes realistas antes citados; y Matamoros es hecho prisionero por el soldado de frontera Eusebio Rodríguez, al tratar de buscar un vado para cruzar el río que baña la hacienda de Puruaràn.
En la victoria de Puruaràn lo que mas celebraron los realistas fue la captura del insigne y valeroso cura de Jantetelco, el cual fue conducido a Pàtzcuaro y puesto a la expectación publica en la plaza de esta población, y fue tratado de la peor manera en todo el camino hasta llegar a Valladolid, hoy Morelia, donde fue recluido en la cárcel del Obispado (hoy sanatorio del Sagrado Corazón).
Y después de un proceso amañado por parte del clero y el ejercito Realista, Matamoros es condenado a morir fusilado, el 3 de febrero de 1814 en Valladolid.
Morelos al saber que Matamoros había caído prisionero por los realistas, desde Coyuca le propuso al Virrey Feliz Maria Calleja por medio de un español a quien le dio libertad, el canje de Matamoros por 200 prisioneros del batallón de Asturias y de otros cuerpos expedicionarios que tenían como prisioneros, en el castillo de San Diego en Acapulco. Una parte del comunicado de Morelos a Calleja decía: “En mas de tres años de guerra, sin embargo de que por parte de ese gobierno, se han infringido de un modo escandaloso los derechos sagrados de gentes, incendiando los pueblos y ruina de los inocentes, matando a los rendidos y fusilando sin discreción a casi todos los prisioneros, yo, firme en mis principios, he usado de la indulgencia con cuantos se han tomado en las muchas batallas que se han dado con mis tropas, como lo atestiguan El Palmar, Oaxaca, Acapulco y otros lugares… La suerte de la guerra ha puesto a disposición de V.E. a mi Teniente General el Sr. D. Mariano Matamoros, y las obligaciones que con la nación he contraído me deciden a oficiar a V.E. por primera vez, ofreciéndole en canje 200 prisioneros españoles. Esperando de pronto la resolución de V.E. para que se contacté el lugar del canje, en caso de que se condescienda”.
Calleja recibió la proposición de Morelos, dos días después del fusilamiento de Matamoros, pero es seguro que a pesar de que la hubiese recibido a tiempo, su decisión de eliminar a uno de los mas notables caudillos de la Independencia Nacional no habría cambiado.
Al enterarse Morelos de que Matamoros había sido fusilado, exclamó: “Me he quedado sin mi brazo derecho.” Tomó represalias y mando fusilar a 100 prisionero españoles.
Ahora bien, pasemos en seguida a analizar los últimos momentos de la vida de Matamoros. Antes de las diez de la mañana del 3 de febrero de 1814, las campanas de la Catedral de Valladolid comenzaron a tocar “agonías”, cuyo lúgubre tañido fue secundado por las campanas de todas las iglesias (nos narra el Teniente Manuel Montaño, testigo presencial de la muerte de Matamoros); a esa hora dieron el sitio las honras fúnebres en la iglesia de la tercera orden de San Francisco. Simultáneamente, el Capitán Arana al frente de un fuerte grupo de soldados realistas, se dirigió a la cárcel clerical para conducir a Mariano Matamoros al lugar del suplicio.

Cuando la escolta llego a la cárcel, Matamoros, de 44 años, que era de pequeña estatura, delgado, rubio, de ojos azules y en su rostro había huellas de viruela, se encontraba ya dispuesto. A los pocos momentos se le vio aparecer en la puerta, acompañado de su confesor y de otro sacerdote, al pisar la calle se quito los zapatos y marcho descalzo al patíbulo. Y entonces, empezó a rezar en voz alta el Miserere (Salmo 51, que significa misericordia.)
“Misericordia, Dios mío, por tu bondad
Purifícame con el hisopo; quedare limpio
Lávame; quedaré más blanco que la nieve
Anúnciame el gozo y la alegría
Que se alegren los huesos quebrantados
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mi toda culpa.”
La escolta que lo llevaba bien custodiado, se dirigió hasta la calle Real, y al pasar frente a la Catedral, esta seguía teñiendo sus lúgubres tañidos. Y las principales calles de acceso a la plaza estaban bloqueadas por fuertes contingentes de soldados realistas con cañones, ya que temían que Matamoros fuera rescatado por los insurgentes.
Los soldados realistas hacían violentamente a la gente a un lado para custodiar el trayecto de Matamoros, al llegar al cadalso, ubicado en el portal Hecce Homo en la plaza Mayor, Matamoros subió firme y se coloco a pie de gallo, sin dejar de rezar el Miserere.
“Oh dios, crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu;
devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con tu espíritu generoso.”
Le ordenaron que se arrodillará, se negó y permaneció de pie. Lo ataron al madero del respaldo del pie de gallo, con un cordel, y le vendaron los ojos con un pañuelo.

Los soldados de la escolta del fusilamiento, se prepararon para disparar en medio de un profundo silencio, en que únicamente se oía la gruesa voz de Matamoros, rezando el Miserere:
“!De delitos de sangre líbrame, oh Dios;
Dios, salvador mío! Y aclamará mi lengua tu rectitud.
Señor, me abrirás los labios,
Y mi boca proclamará tu alabanza”.
El Teniente del pelotón ordeno fuego. En la primera descarga no tuvieron los soldados certera puntería y Matamoros mal herido y con voz agonizante, todavía fuerte, seguía rezando el Miserere:
“Sacrificio para Dios es un espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios, no lo desprecias”.
Los soldados se prepararon para una segunda descarga. Al recibir la orden hicieron fuego. Se volvió a hacer silencio, pero esta vez de modo absoluto. Matamoros había muerto. Hoy sus restos reposan en el monumento del Ángel de la Independencia en la Ciudad de México.

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* Henoc Pedraza. Es escritor, historiador e investigador. Maestro en Filosofía de la Cultura por la UMSNH. Se desarrolló como Director de Cultura en el Ayuntamiento de Uruapan. Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional.