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OPINIÓN. “Los Océanos nos unen y toda Vida depende de los Océanos”. Por Oscar Vélez Ruiz Gaitán

Por OSCAR VÉLEZ RUIZ GAITÁN*

No sé qué piensen Ustedes, pero creo que no se necesita ser expert@, científic@s, biólog@ marino o alguna profesión afín, ni pescador@, ni mariner@, ni se requiere vivir y/o trabajar en la costa, para saber, valorar, reconocer, pensar, entender, lo que son y lo que significan los Océanos, y su importancia en la Vida diaria de todos los seres que cohabitamos la Madre Tierra.

Para comenzar la presente reflexión en el marco del Día Mundial de los Océanos, les invito a un viaje a través de la historia, pues el origen de la Vida comenzó en el medio marino hace 4 mil millones de años, y todavía hoy el 80% de la misma se encuentra en los Océanos -tan solo 65% de las especies conocidas son marinas-, y éstos mantienen -junto con otros ecosistemas como los bosques- la Vida en el Planeta.

Entre otros bienes y servicios que los Océanos brindan para mantener la Vida en el Planeta destacan: la producción de más de la mitad del oxígeno que respiramos, capturan hasta 5 veces más bióxido de carbono (CO2) que los bosques siendo así los más importantes “sumideros de carbono”, regulan el clima y los flujos naturales de energía. También proveen nutrientes (fuente vital de proteínas), energía, minerales, sirven como medios de comunicación y transporte, además de permitirnos la realización de actividades como la pesca y el turismo representando fuentes de ingreso para las comunidades y naciones, y bueno, hacen posible que la Tierra sea habitable.

Los Océanos no solo son fuentes de recreación y diversión sino de inspiración también, y no debemos verlos única o exclusivamente bajo un enfoque económico, antropocéntrico, de explotación ni apropiación, sino con una visión “biocentrista”[1] y como generadores de Vida que nos unen a lo largo y ancho del Planeta, más allá de que también representen una parte fundamental del territorio para la seguridad de los países y la soberanía alimentaria, y de que sean aliados frente al cambio climático.

Más allá de conocer, así como de combatir e intentar erradicar las amenazas -eminentemente humanas- que los Océanos enfrentan, que tienen un impacto negativo e irreversible y que no reconocen fronteras, creo que hemos de saber lo que podemos hacer y las acciones sencillas que están a nuestro alcance para cuidarlos, rescatarlos, preservarlos, respetarlos:

* Un primer paso es informarnos sobre su situación, las especies que allí habitan, las personas que dependen de los Océanos, etc. Bien dicen que “protegemos lo que amamos, y, amamos lo que conocemos”, pongámoslo en práctica y aventurémonos a conocer más sobre la grandeza y la trascendencia de los Océanos, para que lleguemos a amarlos y así los protejamos donde sea que estemos.
*  No contaminemos ni ensuciemos los Océanos, apliquemos las 5R: reduce, reusa, recicla, repara, rechaza. En la Naturaleza no hay basura salvo la que el humano abandona. Y, si nos nace, cada que visitemos la playa y encontremos basura, nada nos cuesta levantarla, pues un residuo menos en el ambiente es una carga menos para el Planeta y una mayor esperanza para el futuro, con Océanos limpios y sanos.
*  Si nos gustan los pescados y mariscos, es nuestro deber informarnos sobre las especies protegidas y las que están en veda para no consumirlas y evitar su captura ilegal, y, si somos testigos de su pesca y de su comercialización ilícita, pues denunciemos dicho acto ante las autoridades (CONAPESCA, PROFEPA). “Cuando consumimos creamos el mundo en que vivimos y cada paso cuenta, seamos consumidores responsables, y pugnemos también por la trazabilidad[3] de los productos del mar. Fomentemos, contribuyamos a la pesca sostenible, colaboremos y trabajemos de la mano con las comunidades costeras para apoyarlas a mejorar y fortalecer su bienestar, su desarrollo sostenible, su empoderamiento, su resiliencia frente al cambio climático.
*  Promovamos y realicemos el Turismo Sustentable, elijamos viajes, proveedores, hoteles, destinos, que sean amigables con la Naturaleza, y que sean sostenibles, corresponsables, con los Océanos.
*  Si somos testigos directa o indirectamente de las repercusiones que algún proyecto y/o alguna actividad urbana puedan causar en los Océanos, empoderémonos, seamos sus defensores y denunciemos ante la autoridad que se trate como la PROFEPA.
*  No encendamos fogatas ni arrojemos cerillos, colillas, etc., en la arena, pues eso también contamina los Océanos, transgrede la biodiversidad marina, y también afecta nuestra salud y calidad de Vida. No hace falta que haya letreros para que sepamos que no debemos hacer nada de lo anterior, aunque lamentablemente a veces aun habiendo letreros mucha gente les vale y dejan basura, contaminan, dañan el ambiente, etc. Donde sea que estemos, pongamos el ejemplo, no esperemos a que mañana, sea muy tarde, cuando el destino nos alcance.
*  No extraigamos recursos de los Océanos por más pequeños que parezcan, respetemos su razón de existir, así como su lugar de pertenencia. Evitemos comprar artículos tales como joyería de coral, accesorios de pelo hechos con conchas (a partir de las tortugas carey), y productos derivados del tiburón, y rechacemos y denunciemos el tráfico ilegal de especies marinas, así como el saque de nidos de tortugas, no seamos cómplices.
*  Rechacemos el uso de Jetski en las playas, pues, aunque no lo creamos, sí tienen efectos negativos en el medio marino, tanto por la descarga de combustible y aceite como por el ruido y el acoso afectando las especies marinas.
*  Sigamos impulsando, apoyando, respaldando, siendo partícipes de la investigación y la ciencia ciudadana a fin de que incidan en la toma de decisiones en todo lo relacionado a los Océanos.
*  Preguntémonos siempre: ¿qué huella (ecológica, hídrica, de carbono)[4] estamos dejando en el lugar donde vivimos, en el lugar que visitamos?, pues lo que hacemos tiene un impacto desde lo local hasta lo global (el chicle o la colilla que tiremos en la ciudad puede terminar en ríos, esteros, playas, Océanos, y en ocasiones eso que arrojamos vuelve a nosotros.
Reflexionar sobre nuestra huella nos ayudará a cambiar nuestros hábitos y conducta para ser más ECOResponsables, respetuosos y Amigables con la Naturaleza, y en este caso, con los Océanos.
*  Repensemos nuestra forma de vivir. Desde el hogar podemos hacer muchas acciones a favor de los Océanos, reduciendo nuestra huella de carbono al disminuir el uso del automóvil y usar más el transporte público u otros medios de transporte amigables; gestar la eficiencia energética, no desperdiciar energía; fomentar la transición energética hacia fuentes renovables y combatir y rechazar tanto las políticas públicas como los proyectos enfocados en la dependencia de los combustibles fósiles. Involucrémonos y participemos en los procesos de toma de decisiones sobre asuntos, temas, proyectos, etc., que en este caso puedan tener un impacto en los Océanos, alcemos la voz.
*  Donde sea que estemos, rechacemos el uso de todo tipo de plásticos (como los popotes), y si de plano no podemos evitarlo, hagamos un manejo responsable de los mismos. Implementemos las 5R en el día a día para lograr un manejo adecuado de los residuos que generamos y evitar que terminen en los Océanos. Usemos termos y/o envases botellas rellenables como ésta. Sumémonos a las campañas locales e internacionales contra los plásticos, y aquellas a favor de los Océanos. Demos seguimiento al Plan REMAR y exijamos resultados.
Foto Guanabara Bay in Rio de Janeiro, Brazil on July 5, 2022.
*  Exijamos al Gobierno que cuide las 37 Áreas Naturales Marinas Protegidas y que destine recursos para su protección eficiente y eficaz frente a las amenazas que padecen.
*  Exijamos al Gobierno que cumpla y que ponga en práctica las acciones relacionadas con los tratados internacionales de los que México es parte (como el Acuerdo de la FAO para combatir la pesca ilegal, la Iniciativa Global contra redes de pesca fantasma, nuestra participación en el Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible), y que presente resultados, además de que faciliten espacios y mecanismos de participación social para que seamos partícipes en la construcción y toma de decisiones al respecto.

De nada sirve contar con un vasto marco jurídico para la protección de las costas, la conservación de los mares, si en la praxis son letra muerta. Hoy más que nunca, los Océanos nos envían “olas de auxilio”, por lo que debemos gestar y fortalecer la Educación y la Cultura por y a favor de los Océanos, enfatizando que, toda la Vida depende de los Océanos, y que Océanos saludables y resilientes significa Vida y Tierra sana, de nosotros depende su conservación, su salvación, defendámoslos, porque sin ellos, la Vida dejará de existir.

Así como el AGUA nos une, nos unen también los Océanos, y, el maravilloso hecho de que nuestra nación se encuentre entre dos imponentes Océanos nos confiere el deber y la urgente corresponsabilidad de sumar esfuerzos y emprender acciones para rescatarlos. No olvidemos que el cambio está en nuestras manos.

Todos los días, no solo hoy 8 de junio, son el “Día Mundial de los Océanos”, y no esperemos al mañana para conmemorarlos y valorarlos cuando ya sea tarde, pues, en cada gramo de sal del Océano yace la historia de la Madre Tierra, y, en lo azul de los Océanos, yace la esperanza de Vida y el futuro del Planeta.

Foto: Mike Nelson.

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* Oscar Vélez Ruiz Gaitán. Es fundador y director de Revive México AC

Para un contacto directo: @ReviveMexicoAC

oscarvrg@hotmail.com


[1] El biocentrismo pone la Vida -no únicamente al humano- en el centro de todo, y enfatiza que todo ser viviente tiene los mismos derechos a la existencia, por lo que el uso (explotación) de los recursos naturales y los seres vivientes de los que “depende” el humano, queda moralmente condicionado y limitado.

[2] Cabe añadir que los plásticos no son los únicos residuos que están asfixiando y matando los Océanos.

[3] La trazabilidad es una herramienta que permite conocer y rastrear el camino (cadena de valor) que recorre un pescado hasta llegar a nuestras mesas, pudiendo identificar si es producto legal, sostenible, o ilegal.

[4] Los indicadores de estas huellas calcular entre otros factores cuántos recursos naturales (incluyendo Agua) consumimos de acuerdo con nuestro modo de Vida, así como el impacto de nuestra forma de vivir y de consumir en el Planeta.

Ahora bien, aunque su riqueza pareciera “finita” desafortunadamente no lo es, pues los recursos que proveen son finitos, agotables y cada vez están más escasos, y al seguir contaminando los Océanos -no solo con los residuos (basura)[2] que generamos al día-, perturbando sus ciclos naturales, y afectando el hábitat costero-marino con megaproyectos u obras que no son sostenibles (amigables con el medio ambiente), agravaremos el desequilibrio ecológico y provocaremos que se reduzca y se pierda todo el potencial para la Vida que éstos facilitan. No olvidemos que “lo que le hacemos a la Tierra, nos lo hacemos a nosotros mismos; la contaminación que generamos impacta nuestra salud; la basura que abandonamos en cualquier lugar, en algún momento se nos regresa (incluso los plásticos que terminan en los Océanos y que luego se convierten en micropartículas, terminan en nuestras bocas al ingerir pescados y mariscos); el Planeta está vivo y todo lo que le hacemos para mal, en su defensa de alguna manera nos responde (entre otros ejemplos destacan los fenómenos naturales cada vez más frecuentes e intensos incluso en lugares impensables o donde no se esperaba que pudieran ocurrir), pues todo está conectado e interrelacionado, incluyendo con los Océanos”.

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