¿Quién es responsable de un niño?
Por Mario Alejandro Hernández.
La detención de Rosa Verduzco en Zamora, luego de un espectacular operativo que incluyó elementos del Ejército Mexicano, nos mostró las carencias y miserias tanto del Estado como del ejercicio periodístico a nivel nacional y local.
El albergue denominado La Gran Familia, ubicado en una de las ciudades más conservadoras de Michoacán, tenía más de seis décadas de funcionar abiertamente, a los ojos de todos. En ese tiempo, atendió a miles de niñas y niños que fueron abandonados por sus padres o entregados por el propio DIF, porque nadie se hacía responsables por ellos.
Su labor fue reconocida por instituciones gubernamentales federales, estatales y municipales, desde presidentes de la república, gobernadores y alcaldes, hasta Intelectuales de la talla de Enrique Krauze o Jean Meyer reconocieron su entrega y dedicación en el cuidado de las niñas y niños que ni el gobierno se hacía cargo. Muchos medios de comunicación nacionales y locales daban cuenta del trabajo de “Mamá Rosa” y le dedicaban titulares.
Aunque por años se registraron denuncias por supuestos maltratos a los menores, tan graves como explotación laboral, secuestro e incluso abuso sexual, nunca prosperaron. Sólo algunos medios locales y nacionales dieron cuenta de lo que al parecer sucedía dentro de las paredes del albergue. Estos trabajos periodísticos quedaron en el anecdotario, aunque hoy algunos intentan rescatar.
La mayoría de los medios de comunicación, como es su costumbre, se deleitaron con la información que les proporcionó el gobierno. No indagaron, no preguntaron, no confrontaron datos, a pesar de los antecedentes que tenemos en México de los montajes policiacos espectaculares que terminan en “usted disculpe”. Los medios prefirieron los encabezados espectaculares que la investigación, la reflexión y el debate. Nadie conocemos a alguno de los niños -hoy adultos- que vivió en el albergue pero ya los consideramos víctimas de “Mamá Rosa”. Hoy los padres que abandonaron, golpearon y abusaron, los victimarios, son mártires.
Por ello, la detención de “Mamá Rosa” ha destapado una discusión de la cual no saldrán bien librados ni gobierno, sociedad civil o medios de comunicación. Todos, de alguna u otra forma, han sido corresponsables de lo que hoy nos presentan como una historia de terror de la cual, quizá, la menos culpable sea Rosa Verduzco.
¿Quiénes protestan hoy? Los padres que abandonaron a sus hijos en un albergue y después de años intentaron “recuperarlos”. Un gobierno que no se responsabilizó de crear las condiciones mínimas de desarrollo para evitar que sus niños vivieran en la miseria. Un gobierno que no supervisó las condiciones en que vivían cientos de menores y que, al contrario, les brindaba apoyos económicos, en especie y reconocimiento escolar. Un gobierno que ayer, a través del DIF, les entregaba niños y hoy se los arrebata.
Ningún niño debería vivir en condiciones miserables. No sólo quienes se encuentran en albergues, sino en el seno de cualquier familia. Pero la realidad nos dice que miles de niños en Michoacán se encuentran en condiciones de pobreza, marginación y abandono, tienen hambre, viven en condiciones insalubres, son abusados, y no van a la escuela. De ellos nadie se ocupa. Para ellos no hay operativos para “rescatarlos”. Nadie se responsabiliza de ellos. No existen. No son noticia. No valen un encabezado.
Pero, luego de esta repentina preocupación por el bienestar de las y los niños michoacanos, surge la pregunta: También “rescatarán” a las y los michoacanos que viven hacinados en los penales del estado o para ellos no hay conmiseración. También clausurarán los “anexos” en donde durante años se han denunciado los supuestos abusos que sufren quienes padecen alguna adicción.
Rosa Verduzco no existiría si no hubieran miles de niñas y niños en situación de abandono. No existiría si hubieran regulaciones estrictas de los albergues que existen en la entidad. No existiría si no hubiera padres irresponsables. Pero existe y si hay culpables no sólo es “Mamá Rosa”. Quizá somos todos, pero alguien tiene que pagar y en México, nunca son los responsables.