Por ANA MARÍA CANO
Morelia, Michoacán.- Alfonso Martínez Alcázar viene de una familia moreliana compuesta por cinco hijos, familia de trabajo y esfuerzo, de gente de negocios, productores, su padre siempre se dedicó a la educación.
Ver la obra que dejó su abuelo plasmada en esta ciudad, cuando fue presidente municipal, fue inspiración para él querer ser parte del servicio público y dejar una mejor ciudad.
“Soy un hombre de familia, casado con Paola Delgadillo una gran mujer que me ha acompañado en este gran reto de servicio púbico, tenemos tres hijos Santiago, Emiliano y Ana Paola. Tengo 46 años”.

Dice que la gente conoce su faceta política, fue diputado local y diputado federal y alcalde por Morelia, pero muy poca gente conoce su otra faceta personal.
Es ingeniero industrial y tiene una maestría en Administración por Calidad, creció en la colonia Chapultepec, inició su educación en un preescolar que hizo su abuelo durante su administración.
“Yo me sentía muy orgulloso de saber que en la escuela donde yo estaba la había hecho mi abuelo, y ya desde ahí, empecé con la idea de participar en la tarea política porque veía todo lo que hizo mi abuelo en su época como fue la Plaza Valladolid, las escaleras de Santa María, el mercado Independencia, el de Dulces; todo eso se me hacía algo muy padre y de mucho orgullo”.

De las pláticas que tuvo con su abuelo, recuerda que le dijo cuando el jardín Morelos, estaba invadido por comercio informal y él lo limpio. También, dijo, el Centro Histórico estaba estaba en la mismas condiciones y reubicó a los comerciantes en lo que hoy es el Mercado de Dulces. También, prosiguió, la plaza Valladolid de igual manera invadida y a ellos los llevó al Mercado Independencia.
“Es mucho orgullo el darte cuenta de muchas buenas acciones que hizo mi abuelo hace más de cinco décadas, aún las tenemos funcionando, por lo que soñaba también con hacer grandes cosas por Morelia. Fue hasta la universidad que la idea fue más clara de estar en el servicio público”.
Estudió la primaria en la escuela Enrique García Gallegos, luego fue a la Secundaria 5, donde fue de los mejores de la clase, la preparatoria la hizo en la escuela de su papá para luego ingresar al Instituto Tecnológico de Morelia por la tarde, y al mismo tiempo trabajaba por las mañanas.

Su primer trabajo fue en la Cooperativa de la escuela de su papá, donde hacía las tortas, los jugos. Se levantaba muy temprano para hacer las compras en el mercado de San Juan para luego irse a la cooperativa, cuando salía de ahí, se iba a la escuela de dos de la tarde a ocho de la noche, y de ahí salía corriendo al gimnasio hasta las 9:30.
“Crecí en la Chapultepec cuando era muy tranquila y segura con mis cuatro hermanos, cuando entramos a la primaria, vivíamos a cuatro cuadras de la escuela, y saliendo nos íbamos caminando a la casa. Ahorita a niños caminando solos esas cuadras, yo no me atrevo a que mis hijos hagan eso. Hoy vivimos en una Morelia distinta”.
Recuerda que en su adolescencia, junto con sus hermanos, eran tranquilos, nunca fumaron, no tomaban, se corregían si alguien quería hacerlo, siempre alegres, de fiesta pero sanos, ya que en esa época se podía.

Su incursión a la política fue cuando tenía 18 años, cautivado por un discurso del panista Diego Fernández de Cevallos, y de ahí se enroló con la carrera política.
Su primera participación fue por una candidatura por el Distrito 10 de Morelia donde quedó a 300 votos de ganar. Ganó la contienda por una diputación local por el distrito 17, luego logró, ya de manera independiente la presidencia municipal.
“A mí me gusta el servicio público, para eso me preparé siempre, y voy a seguir en el servicio público hasta que la gente me diga que no, al final de cuentas el paso por la administración pública me ha dejado la satisfacción de haber logrado muchas cosas como el que hoy ya no se pague tenencia”.
Amo a Morelia, dijo, y trabajaré siempre para hacerla mejor por que es lo que merecemos todos.

