Arturo García Gaytán.
Un gobernante se legitima, en primer lugar, en las urnas, cuando gana una elección entre diversas opciones políticas y se ve favorecido por el voto del electorado, lo que le otorga autoridad moral e incrementa su capital político para gobernar y ejercer constitucionalmente el mandato popular.
En el caso del actual gobierno en Michoacán, éste no emanó de una elección, tampoco de un acuerdo entre las fuerzas políticas representadas en el Congreso del Estado, incluso se saltaron el acuerdo de que fuese un integrantes del partido político que ganó la elección constitucional.
Esto, dicho sea de paso, tampoco deslegitima a Salvador Jara Guerrero, al contrario, pues no hay en activo un gobernador con la currícula académica que ubica al nicolaita dentro de una élite intelectual que por simple lógica le otorga una hándicap para realizar las funciones de gobernador.
Se antoja como algo primordial integrar un equipo del mismo perfil para enfrentar los retos que un estado como el nuestro conlleva en el concierto nacional, pues no somos como grupo heterogéneo algo sencillo de asimilar o gobernar, somos capaces de producir bastante cacofonía y estridencia.
Entonces, la suerte que corra en la empresa Jara Guerrero será la misma que corramos quienes vivimos en esta hermosa tierra, no podemos apostar por atomizar los esfuerzos que se junten para activar la economía, ni rescatar los espacios sociales y recreativos que nos robó la violencia criminal, tenemos que pensar en positivo y actuar congruentemente.
Con descontón cabaretero Silvano Aureoles Conejo levantó a propios y extraños el pasado domingo al inducir en medios locales la noticia de que existía un acuerdo de todas las corrientes al interior del PRD para que sea él su candidato en la siguiente elección.
Vaya tela del zitacuarense, que fiel a su estilo antes de proponer y dialogar busca escarmentar y agandallar, por lo visto el otrora candidato perdedor está urgido por ser nuevamente abanderado amarillo, haber perdido no le hace mella para buscar perder otra vez.
Por cierto, va siendo hora que se le audite el gasto en la promoción de imagen del Silvanito, pues gasta una barbaridad en banners, inserciones y desayunos ruedas de prensa tanto en medios nacionales como en locales, entonces, está cuesta arriba que la Cámara de diputados y por ende los mexicanos paguemos por el Narciso de Silvanito.
De este madruguete Fidelito calderón acusó recibo, también el porro domesticado de Raúl Morón, pues este par de desadaptados también quieren sentarse en la de Jara, aunque tendrán que hacer cuentas, pues con el registro de MORENA se espera un chaquetazo.
Marko Cortés Mendoza demostró ser buen estratega, llevó a reelegirse a Gustavo Madero al frente de Acción Nacional, sin embargo, Markito se sobredimensionó en el escenario estatal y ahora se manifiesta como aspirante a candidato a gobernador.
Si bien es cierto que coordinó una elección interna a nivel nacional que le dio exposición y la posibilidad de contactar panistas, esto no borra las dos derrotas consecutivas que sufrió buscando la alcaldía de Morelia, entonces, no se puede basar en un hecho aislado su futuro político.
Cortés Mendoza debería reinventarse y en un ejercicio de auto crítica y honestidad, ceñirse a sus verdaderas posibilidades para poder dimensionarse, buscar la presidencia municipal de Morelia no es nada despreciable y sí la tiene muy a la mano, para después proyectarse, de lo contrario hasta parece advenedizo como cualquier perredista.
Hablando de escoria, no se puede dejar de comentar que el pasado lunes irrumpieron en el salón de Cabildo de Morelia una veintena de manifestantes protestando por la tarifas del agua en la capital, a la cabeza de estos incautos dos personajes bizarros y con historia. Lo mismo de siempre.
Uno, despedido por grillo y holgazán del Congreso del Estado, donde no supo hacer carrera y fue retirado de manera poco digna, el otro, cuando fue diputado federal perredista se vio involucrado en un escándalo sexual, primero dijo haber sido víctima de un asalto, luego se supo que andaba de languso con una secretaria, Antonio Pratts encarna lo más asqueroso del desaseo político.
Es increíble que aquellos diputados locales priistas que aspiran a una diputación federal pongan su imagen y promoción de actividades en manos de gente inescrupulosas y flojas, que priorizan sus intereses personales dejando de lado lo más importante: el proyecto a futuro de ellos.
Salvador Galván Infante se ha caracterizado por saber rodearse de gente capaz, de equipos articulados que trabajan disciplinadamente, esta vez, se equivocó, la doñita que se supone le ayuda con los medios hace de todo, menos ayudarle, mejor la reporterita asoleada que genera los boletines tiene más compromiso. En fin, es su bronca, no la nuestra.
Con asombro recibimos la noticia de que la sede de La Gran Familia, en Zamora, fue intervenido por la PGR y Policía Federal, ya que fueron muchos años de impunidad bajo los gobiernos federales y estatales del PAN y PRD y ahora resulta que la situación era insostenible.
Todo parece indicar que aquel que fuera el delincuente más buscado en la región, dejó de serlo, se mudó a Nayarit a operar las elecciones que él mismo dijo, cualquiera envidiaría, entonces la dosificación de grandes golpes mediáticos ya no va a ser el crimen organizado el tema central, a ver cuánto tardan en entrar a la Nueva Jerusalén.
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