La Página
Por VÍCTOR ARMANDO LÓPEZ
Morelia, Michoacán.-El calor era insoportable. El tamaño de las llamas las convertía en invencibles. Pero el llanto de una niña al interior de una humilde casa incendiándose era el mejor incentivo para brindar valor. De pronto el silencio, parecía que una alma inocente se apagaba.
José Luis Bravo Lara no estaba dispuesto a la derrota. Su vocación de bombero lo adentró entre lo que parecía imposible. Recogió el cuerpo de una pequeña desmayada. Casi para salir una lámpara de petróleo explotó a su paso, los vidrios se le enterraron en el cuello ( y aún tiene la marca), pero salió airoso. La niña estaba a salvo.
Moreliano de nacimiento y bombero por el orgullo de ayudar a la sociedad, tiene 60 años de desarrollarse en este solidario oficio y hoy día sigue laborando en Protección Civil Estatal de Michoacán.
Se inició a los ocho años en la “Brigada de Cubeteros”, esa que se juntaba en la calle de Humbotl esquina con Vicente Santamaría. En ella participaban niños y “cargadores” (cuya característica era traer una banda de carga entre los hombros y la cintura), no recibían salario alguno. Pero a cambio de su labor el Internado España-México (ubicado en ese tiempo en el hoy Mercado de San Juan) se encargaba de alimentarlos.
“Cuando había un incendio en esos años, hacían sonar la campana del Templo de San Francisco para anunciarlo; otros corrían haciendo sonar un bote vacío y un palo de madera para que la gente supiera. Niños y cargadores acarreábamos agua y escaleras de madera hasta el lugar del siniestro. Todos ayudábamos, era nuestra responsabilidad salvar a la gente y sus casas”, recuerda.
José Luis Bravo subraya que después de años de trabajo, pasaron a la Brigada de Cubeteros y a los bomberos a la casona que albergó a la “Mueblería Remex”, frente a la Biblioteca, lugar desde el que partían para atender cualquier incendio o contingencia.
En 60 años de servicio, a través de la mirada de este noble bombero han pasado miles de desgracias, pero recuerda que una de la más fuertes que se registró en Morelia fue el incendio de Tron Hermanos, en la colonia Industrial, ya que la quema de aceite es muy difícil de controlar. “Hubo mucha impotencia de no poder hacer más, pues además de la falta de herramientas las condiciones fueron desfavorables. Incluso, hasta la gente del tren nos tuvo que ayudar”.
El honorable moreliano puntualiza que un bombero nunca sabe sí va a regresar a casa. “Pero cuando suena la alarma los bomberos tenemos un firme compromiso: Salimos 10, regresamos 10. Vamos a servir y a ayudar.
José Luis Bravo Lara ha tenido la experiencia de capacitarse como bombero en Estados Unidos y Europa, conocimientos que ha compartido con sus compañeros y amigos. Además de desarrollar este trabajo en el Aeropuerto Internacional de Morelia.
Y la historia sigue, pues su hijo hoy día es bombero en la empresa Sicartsa, en el Puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán.
“Tenemos siempre riesgos en este trabajo, pero a la familia le decimos cada mañana: De que regreso…regreso”.