La Página
Por ANA MARÍA CANO
Fotos: Rocío Muñoz Damían
Morelia, Michoacán, a 26 de septiembre de 2020.- Mujeres enardecidas convulsionaron hoy el Centro de Morelia. Cansadas de ser ignoradas, agotadas de tener miedo, indignadas por la indiferencia institucional y la lenta justicia que hoy tiene al presunto asesino de Jessica González Villaseñor, prófugo, salieron a las calles a gritar, a quemar y pedir que nadie les estorbe.
Fue tal la fuerza de las más de dos mil mujeres que la Policía Michoacana y la de Morelia tuvieron que contenerlas, cerrando el primer cuadro de la ciudad y corriendo por los extinguidores para apagar el fuego que ya había comenzado a arder en la puerta principal de Palacio de Gobierno.

Desde inmediaciones de la fuente de Las Tarascas, a un costado de donde quedó el recuerdo de ayer, cuando también le prendieron fuego, partió la larga fila de mujeres; muchas vestidas de negro. Casi todas con el cubrebocas, cartulinas y mantas; algunos hombres se integraron al contingente; en las espaldas de muchos, la foto de Diego Melgoza manchada de rojo, cual gotas de sangre, la de Jessica, encontrada ayer muerta allá por Altozano.
La marcha partió poco después de las cinco de la tarde; casi una hora después, llegó a Palacio de Gobierno, ahí en la avenida Madero. Era, hasta ese momento, una manifestación pacífica.

La tranquilidad de la marcha se vio interrumpida cuando una participante subió a los balcones de Palacio de Gobierno y, martillo en mano, comenzó a romper los cristales de las ventanas. La policía se alertó, pero la movilización ya había alcanzado niveles de estrategia: mientras ella terminaba de golpear otras aventaron bombas caseras a la puerta principal del edificio, provocando un incendio.
Los elementos de la Policía Michoacán tuvieron que dejar sus escudos para correr por los extinguidores y apagar el incipiente fuego. Ya no importaba, la ira traspasó las pieles; los gritos hacían coro al breve discurso en el que se pedía justicia para Jessica.

Un discurso que fue también advertencia las autoridades: desde hoy, ni una más, “no descansaremos hasta que se haga justicia a Jessica”, prometieron.
Con la fuerza del enojo exigieron un alto a los crímenes de género y que el gobierno haga su trabajo; “sólo nosotras nos podemos cuidar, los políticos de mierda no lo hacen”, y ni uno asomó la cara.

Media hora había transcurrido; el frente que levantaron los elementos policiacos en torno al edificio de Palacio de Gobierno, no fue suficiente para evitar las pintas ni ahí ni en la vieja Catedral, otra vez muda testigo del dolor humano.
Ellas, al frente, bloqueando ambos sentidos de la antigua calle Real. Levantando los brazos en señal de protesta, de justicia y de advertencia. Tolerancia y respeto, así, con gritos y golpes, con bombas y martillos; la exigencia de los derechos que les han sido negados, por el simple hecho de haber nacido mujeres.

