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ENTREVISTA. María de los Ángeles Llanderal Zaragoza. Una Vida de justicia, empatía y liderazgo humano

La Página

Por VÍCTOR ARMANDO LÓPEZ

María de los Ángeles Llanderal Zaragoza es mucho más que una profesional destacada; es un ejemplo de liderazgo ético, sensibilidad humana y compromiso con la justicia. Desde sus primeros años en Uruapan, Michoacán, mostró un temperamento reflexivo y una sensibilidad especial hacia las personas y su entorno.

“Desde niña me preguntaba por qué algunas personas sufrían más que otras y cómo podía ayudar a equilibrar esas diferencias”, compartió en entrevista en el programa “Conexión” de La Página Noticias. Esta curiosidad temprana no era mera ingenuidad; era un primer indicio de su vocación hacia el servicio público y el derecho, áreas que más tarde definieron su vida.

Su infancia estuvo marcada por un entorno familiar sólido, lleno de valores y enseñanzas que todavía guían cada una de sus decisiones. “Mis padres me enseñaron que la justicia y la responsabilidad no son sólo palabras, sino maneras de vivir y de relacionarse con los demás. Ese aprendizaje me acompañó desde siempre”, recuerda.

Esa formación le dio herramientas no solo para enfrentar los retos de la vida, sino también para cultivar empatía y resiliencia frente a los obstáculos. Desde pequeña comprendió que la vida se mide por el impacto que se tiene en los demás, no por los logros personales.

Durante su adolescencia, María de los Ángeles trasladó su residencia a Morelia, donde tuvo que enfrentarse al reto de adaptarse a una nueva ciudad y construir su independencia. “Mudarse a la capital de Michoacán fue un desafío enorme. Extrañaba a mi familia, pero entendí que para crecer debía salir de mi zona de confort. Aprendí a valorar la responsabilidad y a tomar decisiones con firmeza”, narra.

Fue en esta etapa donde comenzó a combinar la disciplina académica con un genuino interés por el bienestar de su comunidad. Su inquietud por la justicia y la equidad la impulsó a involucrarse en actividades extracurriculares que le permitieran acercarse a la realidad social de Michoacán, más allá de los libros y las aulas.

Su elección de estudiar Derecho en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo fue un paso natural en su búsqueda de herramientas para hacer el bien. Sin embargo, María de los Ángeles no se limitó a la teoría; desde el segundo año de carrera ya participaba en prácticas jurídicas y tribunales, convencida de que el aprendizaje real se encuentra en la acción. “No me bastaba con estudiar códigos y leyes. Quería ver cómo la justicia se ejercía en la vida real y cómo podía ayudar a alguien que lo necesitara”, comparte.

Su vocación no se limitaba a los logros personales: buscaba generar un cambio tangible en la vida de quienes acudían a ella en busca de orientación y apoyo.

A los 17 años inició su primer empleo en la Sala Penal del Supremo Tribunal de Justicia de Michoacán, donde descubrió la importancia de la disciplina, la atención al detalle y la empatía. “Recuerdo mi primer día; estaba nerviosa, pero con una determinación que no podía describir. Cada tarea, por pequeña que fuera, la asumía como una oportunidad para aprender y servir”, dice.

Esa etapa temprana sentó las bases de una carrera marcada por la ética, la profesionalidad y el compromiso con los demás. Su paso por la Secretaría de Gobierno, el DIF estatal y el Congreso del Estado consolidó su reputación como una profesional confiable y cercana, capaz de enfrentar cualquier desafío con serenidad y rigor.

Su trayectoria en los órganos electorales de Michoacán constituye uno de los capítulos más emblemáticos de su vida profesional. Primero en la Comisión Estatal Electoral, luego en el Tribunal Electoral del Estado, y finalmente como presidenta del Instituto Electoral de Michoacán, María de los Ángeles se convirtió en una de las pocas mujeres en ocupar posiciones de alta responsabilidad en un ámbito tradicionalmente dominado por hombres.

“Ser mujer en estos espacios fue un desafío, pero también una oportunidad para demostrar que la capacidad no depende del género. Tenía que estar doblemente preparada y siempre firme en mis decisiones”, explicó. Durante su gestión enfrentó situaciones complejas que exigían no solo conocimiento técnico, sino también sensibilidad humana. “Recuerdo un caso donde los derechos de un grupo de ciudadanos estaban en riesgo. No fue fácil, pero cada acción que tomé estuvo guiada por la justicia, no por intereses políticos”, narra.

A lo largo de su carrera, ha demostrado que la justicia no es un concepto abstracto ni frío. Cada expediente, cada resolución, es un acto profundamente humano. “Siempre trato de escuchar primero, comprender las motivaciones de cada persona y después actuar con equidad. La justicia sin empatía no sirve de nada”, afirma.

Su capacidad para equilibrar la firmeza con la comprensión ha marcado la diferencia en innumerables situaciones, convirtiéndola en referente de integridad y sensibilidad profesional.

Su vida personal refleja la misma coherencia y profundidad que su trayectoria profesional. Apasionada por la lectura, la música, los viajes y el deporte, Llanderal Zaragoza encuentra en estas actividades espacios para reflexionar y reconectarse consigo misma. “La vida no puede ser solo trabajo; necesitamos momentos para crecer, aprender y disfrutar. Esos instantes me permiten regresar a mis responsabilidades con más energía y claridad”, comparte.

Su familia ha sido un pilar constante, sosteniéndola y motivándola en cada decisión. “Mi familia es mi sostén. Todo lo que soy y he logrado se lo debo en gran parte a ellos. Cada logro profesional se siente más completo cuando lo comparto con ellos”, señala con emoción.

A lo largo de los años, María de los Ángeles también ha asumido un papel de mentora, guiando a nuevas generaciones de profesionales con la misma dedicación que sus propios maestros la inspiraron. “Siempre he creído que enseñar es tan importante como aprender. Cada joven que acompaño en su camino es una oportunidad de sembrar integridad y pasión por el servicio”, afirma. Su ejemplo demuestra que el liderazgo verdadero combina conocimiento, experiencia y la capacidad de transmitir valores fundamentales.

María de los Ángeles ha enfrentado retos que requieren fortaleza y resiliencia. Durante la entrevista, comparte historias que revelan su sensibilidad y humanidad: “Recuerdo a un joven que llegó desesperado porque sentía que nadie lo escuchaba. Lo orienté y le expliqué sus derechos. Meses después me dijo que por primera vez sentía que alguien creía en él. Ese momento me enseñó que el impacto humano de nuestro trabajo es lo que realmente importa”.

También recuerda su primer día en el Tribunal Electoral: “Llegué con miedo, pero con muchas ganas de aprender; entendí que la justicia no es fría, es profundamente humana”.

Incluso fuera de los espacios institucionales, María de los Ángeles continúa promoviendo la educación cívica, la equidad de género y la transparencia, participando en proyectos comunitarios y de formación que buscan fortalecer el tejido social.

“Sigo creyendo que la política y la administración pública deben ser espacios de servicio y no de poder. Siempre habrá personas que necesitan que alguien crea en ellas, y esa es mi motivación diaria”, explicó. Su trabajo refleja respeto por la dignidad humana y un compromiso genuino con el bienestar colectivo.

María de los Ángeles Llanderal Zaragoza representa un ejemplo de liderazgo íntegro, sensible y transformador. Su historia demuestra que la verdadera grandeza no se mide por títulos o cargos, sino por la capacidad de transformar vidas a través del servicio, la ética y la empatía. Cada decisión, proyecto y palabra reflejan coherencia entre principios y acciones.

“Siempre he buscado ser congruente. La ética no es negociable; el respeto por los demás y la justicia deben guiar cada paso”, comenta.

A lo largo de su vida, ha logrado equilibrar el profesionalismo con la humanidad, demostrando que la justicia se ejerce mejor con corazón. Su historia inspira a quienes creen que la ética, la pasión y la empatía pueden cambiar realidades y que el servicio público es un camino para dejar una huella positiva. Su ejemplo es un recordatorio de que el liderazgo femenino en Michoacán puede ser firme, compasivo y transformador, y que la justicia, cuando se ejerce con humanidad, tiene un impacto profundo y duradero en la sociedad.

María de los Ángeles no solo construye instituciones, sino que construye confianza, esperanza y empatía. Tras 45 años en el servicio público, con una trayectoria intachable, ejemplar y brindando un gran legado para Michoacán, se retiró hace unas semanas, dejando el cargo del magistrada del Supremo Tribunal de Justicia de Michoacán.

Al participar en la dinámica de “La llave mágica”, Ángeles Llanderal señala que con ella a Michoacán le abriría la puerta de: “La prosperidad, de la seguridad y de la paz”.

Su legado está en las vidas que ha tocado a lo largo de 45 años en el servicio público, en las decisiones que han protegido derechos y en la integridad con la que ha recorrido cada paso de su vida. Como ella misma lo expresa: “Cada día trato de vivir con coherencia. Si puedo ayudar a alguien, si puedo generar justicia, entonces mi esfuerzo tiene sentido. Esa es la esencia de mi trabajo y de mi vida”.