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Donar sangre, ¡SALVA VIDAS! Prueba de ello, Osmani y Grisel… gratitud a quienes son donadores voluntarios

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Por VERÓNICA TORRES MEDRANO

Morelia, Michoacán.- Cuando menos se lo espera, sin importar la clase social, la edad y el sexo, las enfermedades llegan de golpe y ponen en jaque no solo la salud y estabilidad de una persona, sino de familias enteras que luchan por salir adelante.

Dos historias diferentes, enfermedades que sin razón alguna llegaron, cuando se debate entre la vida y la muerte… pero que la sangre se vuelve milagrosa, mágica para seguir adelante y enfrentar los retos que se viven.

Ellos son Osmani Cortés García y Grisel Tello Pimentel, quienes más que un acto protocolario, agradecen día a día a todos aquellos donadores de sangre que, por unas cuantas gotas, permiten que otras personas tengan esperanza y fe de seguir en esto que se llama vida.

Osmani es un pequeño que se atiende en el Hospital Infantil “Eva Sámano de López Mateos”. Originario de Zamora, el menor de una familia de cuatro su vida cambió radicalmente hace tres años.

De un dolor en las rodillas, pasó a ser cáncer, leucemia en específico, pero que sus padres no entendían al inicio.

En el marco del Día Mundial del Donante de Sangre, “Donar sangre es un acto de solidaridad”, su madre, Mariela García Juárez, formó parte del presídium para reconocer a los 400 donantes voluntarios que hay en Michoacán, pero más que unas palabras sobre el tema, prefirió contar la historia de su pequeño y lo que la sangre hay logrado en estos tres años.

Un total de 140 quimioterapias y radioterapias, dice, son el tratamiento que le dieron a tres de su diagnóstico. Debilitamiento y pérdida de sangre, fueron algunas de las afectaciones que tuvo Osmani al iniciarlo, hoy, sonríe y sabe que falta menos… el tiempo estimado se aplazó y solo espera que pronto pueda terminar, le den seguimiento a su caso y pueda decir un día, “sobreviví al cáncer”.

Mariela cuenta que su hijo inició en el 2019 con dolores fuertes en las rodillas. Muchos le dijeron, indica, “que era por el crecimiento y los huesos”, pero ella, como madre, sabía que algo andaba mal, más cuando su primera hija no tuvo estos problemas.

Acudir con un médico que laboraba en una farmacia no ayudó de mucho, con un ortopedista que nunca le mandó a hacer estudios y que con verlo caminar lo diagnosticó con rodillas chuecas y, finalmente llegar a un centro de salud donde solo le dieron vitaminas y unas placas en los pies que no indicaron nada, porque el tema era por el crecimiento, Mariela no se quedó quieta hasta que llegó al Hospital General de Zamora.

Estudio tras estudio hasta que un día, señala, su hijo fue hospitalizado por estar delicado. “Sin sangre, ni plaquetas y defensas bajas” fue lo que lo mantuvo en cama, una transfusión de sangre urgente y traslado a Morelia, la indicación.

“Como era la primera vez que el niño requería sangre, nos la dieron, sin problema, pero seguía sin entender. No sabía lo que era oncología, me dieron un papelito y en el camino lo leí, hasta bajo decía, probable leucemia, lo conocía, cáncer y pensé lo peor”.

Su hijo hospitalizado, su esposa y su hija sin entender la situación y sufriendo por su ausencia, vivió esto los primeros meses, que fueron los más difíciles, pero donde su pequeño le enseñó la fortaleza para seguir adelante y hoy, a tres años de haber iniciado el tratamiento, le falta poco para terminarlo.

“Llorar cuando dormía”, era lo que pasaba en el área de hospitalización hasta que una madre, de un pequeño vecino en el hospital, le dijo que llorara todo lo que quisiera, pero nunca frente al niño, siempre en el pasillo y no a lado de la cama. “Tenía que mostrar fortaleza”.

Y así fue, dice, como hoy llega en la espera de que pronto concluya el tratamiento su pequeño para regresar a Zamora. “No ha terminado, nos falta completar el tratamiento, pronto lo lograremos”.

Grisel Tello Pimentel también contó su historia, pero antes, dejó en claro que “donar sangre es vida para las personas que lo necesitan”.

Y es que la hoy presidenta del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Michoacán, cuenta que a sus 37 años, con dos hijos de 8 y 3 años, en ese tiempo, tuvo una emergencia. Fue operada y gracias a quien donó sangre, hoy sigue con vida.

Al denominarlo “cosas de mujeres”, Grisel refiere que en el hospital siempre pensó en agradecer a quienes donaron sangre y salvaron su vida, además del cariño que le dieron a sus hijos y a su esposo por la situación que pasaron.

“Sé que a todos nos puede pasar, todos podemos tener una emergencia en cualquier momento, no solo por problema de salud, sino también por accidentes. Todos estamos expuestos a tener un problema, a entrar a un quirófano, así sea pequeña, puede complicarse. La gente que dona sangre, salva vidas”, remata al agradecer a quienes son voluntarios por la noble labor que realizan.

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