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OPINIÓN. “El Día en que la Democracia Volvió a Latir. A siete años de transformación. México Despierta”. Por María Isabel Rodríguez Martínez

Por MARÍA ISABEL RODRÍGUEZ MARTÍNEZ*

A lo largo de su historia, México ha atravesado un camino complejo en la búsqueda de libertad, soberanía y justicia. Desde los primeros levantamientos insurgentes, pasando por la Independencia, la Reforma y la Revolución, las y los mexicanos han luchado incansablemente por construir un país donde la voluntad del pueblo sea la guía fundamental.

Durante décadas, la nación enfrentó retos profundos: desigualdades, tensiones políticas, gobiernos autoritarios y crisis sociales que pusieron a prueba la fuerza cívica del país. Sin embargo, a pesar de cada obstáculo, el espíritu democrático nunca desapareció; se mantuvo vivo en las comunidades, en las familias, en los movimientos sociales y en la convicción de que México merece un futuro digno.

Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador el clamor ciudadano por una democracia real se fortaleció. La participación electoral creció, la exigencia de transparencia se hizo más fuerte y nuevas generaciones se sumaron con energía renovada a la vida pública. Cada elección, cada manifestación pacífica y cada esfuerzo por mejorar las instituciones fue construyendo, poco a poco, un país más consciente de su poder como sociedad.

Por eso, el sábado 6 de diciembre, México vivió algo más que una fecha marcada en el calendario: vivió un momento histórico. Junto a la primera presidenta que ha tenido el País, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo Fue un día en el que millones de personas sintieron que su voz tenía un peso real, que su voto y su participación eran parte de un cambio profundo. Se respiró un aire de democracia auténtica y un sentido de independencia ciudadana que durante años pareció inalcanzable.

El sábado 6 de diciembre, México no solo ejerció un derecho: reafirmó un ideal por el que generaciones enteras han luchado. Y en ese instante, el país recordó que la libertad y la democracia no son regalos, sino conquistas colectivas que se renuevan con cada acto de participación, con cada elección y con cada decisión tomada por el pueblo.

Hay fechas que no solo se registran: se sienten. México tiene muchas de ellas en su memoria colectiva, pero pocas logran tocar tan profundo como lo vivido el sábado 6 de diciembre. Ese día, el país pareció detenerse un instante para mirarse a sí mismo y recordar cuánto ha luchado por llegar hasta aquí.

Porque nuestra historia no comenzó en las urnas de este tiempo. Viene de mucho antes.
Viene de los pueblos que se negaron a renunciar a su identidad; de las mujeres y los hombres que, con más esperanza que certezas, se lanzaron a pelear por una libertad aún intangible. Viene de quienes soñaron con un México donde la dignidad no fuera privilegio, sino principio.

A lo largo de generaciones, hemos cargado con batallas que no siempre se ven: la batalla contra el silencio, contra la resignación, contra ese cansancio que por momentos parece vencer. Pero no lo hizo. Nunca lo hizo. Porque en el fondo, el espíritu mexicano siempre ha guardado una llama: la idea de que la democracia es un derecho que se conquista todos los días, incluso en los días más duros.

A siete años de transformación, el pueblo de México, respiró algo que no siempre podemos nombrar: independencia interior, la convicción íntima de que el futuro no está escrito por unos cuantos, sino por todas y todos. Fue un recordatorio de que la democracia no es un edificio terminado, sino un latido colectivo que requiere cuidado, participación y memoria.

Quizá eso sea lo más valioso de lo ocurrido: nos devolvió la certeza de que, incluso después de tanto, seguimos teniendo la capacidad de sorprendernos a nosotros mismos. De unirnos. De creer. Y de volver a empezar.

Porque México, cuando quiere, cuando se reconoce, cuando se escucha… puede hacer historia.
Y este sábado 6 de diciembre, lo hizo.

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* María Isabel Rodríguez Martínez. Es licenciada en Historia por la UMSNH, cursó el posgrado de maestría en el instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la misma institución.  Su línea de investigación se desarrolla en torno a la historia Intelectual y cultural de América Latina del siglo XX; y Pensamiento Hispanoamericano. Ha desarrollado diversas estancias de Investigación entre las que destacan la Institución cultural Casa de las Américas la Habana, Cuba, junto al escritor cubano Roberto Fernández Retamar; La Universidad Complutense de Madrid y La Universidad Autónoma de Barcelona, esta vez junto al profesor Manuel Aznar Soler (especialista en literatura española del exilio). Ha publicado diversos artículos en revistas de filosofía de la UMSNH Y UNAM.