Por DAVID ALEJANDRO DELGADO ARROYO
Seguramente nunca sabremos exactamente las palabras exactas de Miguel Hidalgo al amanecer de aquel 16 de Septiembre de 1810; más aún porque entre las referencias hay cambios en los contenidos:
Manuel Abad y Queipo en 1810 refería: “¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe! ¡viva Fernando VII y muera el mal gobierno!”
Diego de Bringas en 1810 citaba “¡Viva la América!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la religión y mueran los gachupines!”
Un Anónimo de 1810 recopilado por Ernesto Lemoine Vilicaña revelaba: “Viva la religión católica!, ¡Vviva la patria y reine por siempre en este continente americano nuestra sagrada patrona la santísima Virgen de Guadalupe!, ¡Muera el mal gobierno!”

Juan Aldama en 1811 cita: “¡viva América!, ¡viva la religión y muera el mal gobierno!”.
Servando Teresa de Mier en 1813 citaba “¡Viva Fernando VII y la Virgen de Guadalupe!”.
Lucas Alamán en 1840 refería: “¡Viva la religión!, ¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la América y muera el mal gobierno! A lo que el pueblo respondió “¡Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines!”
Hay casi una coincidencia en que Miguel Hidalgo y Costilla realizó un Viva a Fernando VII, quien en ese momento se encontraba preso por las tropas de Napoleón Bonaparte que tenían prácticamente invadida España. Es decir, se detecta una contradicción en dicha referencia del Grito (salvo Juan Aldama que fue uno de los conspiradores), que podrían justificar el movimiento ante el vacío de poder en España por lo que el poder queda en la soberanía del Pueblo, con un reconocimiento de legitimidad al monarca español en caso de una restauración.
Quizá no hay un grito propiamente de independencia sino de autonomía, si se concede la referencia a Fernando VII; más aún en esos momentos de la historia donde prácticamente todo el mundo conocido era colonizado por las principales potencias, salvo los movimientos de independencia de las colonias Norteamericanas.

Lo que si es muy claro es la defensa de la religión, y en ello, si había un interés personal de Miguel Hidalgo, no solo por ser sacerdote y párroco, sino porque las políticas españolas había sucesivamente golpeado a la Iglesia desde las reformas borbónicas de finales del siglo XVIII, y más aún luego de la derrota de la flota española en 1805 en Trafalgar, que generó una necesidad urgente de dinero que se cubrió mediante una Cédula Real que dictó el monarca Español, Carlos IV, en la que ordenaba la consolidación de los Vales reales y decidieron expropiar a favor de la corona los derechos de crédito que la Iglesia tenía en contra de miles de individuos que había recurrido a préstamos a largo plazo y baja tasa de interés.
Pues uno de esos acreedores era Miguel Hidalgo, que con dichas disposiciones y por su mal manejo financiero, puesto que no había pagado ni un centavo de los compromisos ni había generado utilidades, perdió, junto con sus hermanos, las tres haciendas que tenían, lo que provocó el fallecimiento de su hermano Manuel en 1807; lo que constituyó una carga moral muy fuerte para Hidalgo.
Lo que también es interesante es la centralidad de la Virgen de Guadalupe (hay una Virgen de Guadalupe en la región de Extremadura de donde era originario Hernán Cortés), que generó un punto de encuentro para que 11 años después se consolidara la independencia con un movimiento de las tres garantías, entre las que se encontraba la religión.

—————————————————
- David Alejandro Delgado Arroyo. Es vocal ejecutivo de la Junta Local del Instituto Nacional Electoral en Michoacán.