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“Mi caminar por la secundaria”. Por Jaime Esparza Cortina

Por JAIME ESPARZA CORTINA*

Por dos razones dedico este espacio a mis infantiles y preadolescentes años de estudio en la secundaria, la primera, porque algunos buenos amigos me lo sugirieron, y la segunda, porque tengo como contacto en mi Facebook a uno de mis mejores maestros y además, en esa época  Director de mi querida escuela secundaria “Constitución de 1917” en Coalcomán, Michoacán, el profesor de matemáticas Rodolfo Quezada Camargo, a quien le envío un emotivo y afectuoso saludo.

Como ya lo relaté llegué un domingo de enero de 1962, a los 11 años de edad. Mi hermano Arturo ya había cursado el primer grado juntamente con otro chinicuilense Jacinto Cuevas Serrano, y tenían rentado un cuarto en la casa de los señores Quirino Contreras y Rebeca Martínez a donde llegamos a hospedarnos; la señora vendía comida en un puesto del mercado municipal por lo tanto ahí nos abonamos; carne de puerco, caldo de res y picadillo era el estribillo del menú diario al que nos sujetábamos un día sí y otro también.

La escuela funcionaba en una casa particular rentada, ubicada en la esquina que forman las calles Zaragoza y Mina.  Eran 3 grupos uno por cada grado de 30 alumnos cada uno aproximadamente.

Mis compañeros y profesores me recibieron amablemente motivándome a estudiar.  Me costó algún tiempo adaptarme a este nuevo entorno escolar y obviamente mis calificaciones y aprovechamiento académico disminuyeron.

Así terminó el primer curso y me fui de vacaciones a mi pueblo natal.

Al siguiente año no resentí tanto la separación con mis padres porque ya venían otros dos hermanos, Arnoldo  que entraría directo al tercer grado, en virtud de que ya había cursado los dos primeros en Uruapan, y Enrique que sería de nuevo ingreso con otro buen amigo, Aníbal Méndez Cuevas, a quienes les tocó sufrir sus despedidas.

Iniciando clases y tomando en cuenta que se trataba de una escuela  federal por cooperación, cada alumno tenía que aportar cinco pesos mensuales, pero el Director Quezada nos mandó llamar a los chinicuilenses para notificarnos que, a fin de ayudarnos en nuestros gastos nosotros no pagaríamos.  Fue un gesto inolvidable y generoso además dio indicaciones para que nos incluyeran en la lista de los beneficiados a los desayunos escolares.

Así transcurrió mi segunda anualidad de secundaria, estudio y juego, juego y estudio.

Al iniciar el tercer grado ya solo quedamos Enrique, Anibal y yo por lo que decidimos cambiarnos de domicilio, al de Doña Lola y Don Julio Cortés y sus hijas Chepa y Lupe en la calle cerrada Aquiles Serdán, donde nos trataron como hijos de familia.  En esas condiciones me gradué de secundaria.

Recuerdo con estimación y reconocimiento a mis maestros: Lic. Tulio Baeza Baeza, Eliseo Macías Pallares, Jorge Álvarez Ortíz y Silvestre Urzúa Gómez, todos ellos ya fallecidos.

También  conservo gratas memorias de mis contemporáneos con quienes todavía guardo amistad.

Me fui de vacaciones finales y luego de unos días mis padres me comunicaron que tendría que seguir con mis estudios de preparatoria y por tanto debería trasladarme a Morelia.

En enero de 1965 llegué a la capital del Estado con mi maleta de ropa y mi conciencia repleta de ilusiones y esperanzas.

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* Jaime A. Esparza Cortina. Es licenciado en Derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, donde también se desarrolló como catedrático. Ha sido diputado en el Congreso del Estado de Michoacán; secretario de Gobierno en Michoacán.

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