Por JAIME ESPARZA CORTINA*
Este es el título de una bella poesía escrita por el inolvidable profesor Silvestre I. Ursúa Gómez, quien impartió clases de inglés y español a mi generación, 1962-1964, en la Escuela Secundaria Federal Constitución de 1917 en Coalcomán, Michoacán, que ahora es su epitafio.
Justamente, este mes se cumple un aniversario más de su fallecimiento. Así es, cuando cursábamos el tercer grado, el 13 de junio de 1964, nos avisaron que el maestro Ursúa había dejado de existir; esta fue una noticia que impactó emocionalmente a toda la comunidad escolar pues se trataba de un distinguido educador que en ese momento además de exponer sus materias en el salón, también atendía la subdirección.
Sin importar su origen colimense se entregó durante 13 años a la docencia en esa institución y por ello se ganó el respeto y la estimación de la ciudadanía.

Cuando acudimos al panteón municipal a sepultarlo, con los honores cívicos, recuerdo que, entre los oradores, participaron nuestro maestro orientador Eliseo Macías Pallares y el abogado Ángel Bolaños Guzmán, quien fungía como Juez de Primera Instancia en Coalcomán, y, ambos, con su discurso de despedida y con su gran elocuencia provocaron el llanto de los presentes.
De los 31 alumnos de tercero, 15 mujeres y 16 varones, nos encontrábamos entre otros: Eva Moreno Magallón, Rosalinda Quiroz Ramírez, Ángela Fernández Sánchez, Graciela Cárdenas Ayala y Graciela Moreno Barragán; igualmente, Daniel Adame Barreto, José Francisco Moreno Barragán, Sergio López Ochoa, Ignacio Martínez Orozco y Adrián Rivera Arias.

“Oye, buen sepulturero
que mi fosa alguna vez
cavarás, oye no quiero
que me de sombra un ciprés
No los dejes poner ramas,
no los dejes poner rosas,
que se miran más hermosas
en los pechos de las damas.
De mi tumba en derredor
no dejes caer el llanto,
que me causará quebranto
ser causa de otro dolor.

No dejes que la hiedra
cubra mi nombre en la piedra,
no quiero su verde manto
quita con mano piadosa
la maleza de mi fosa
en el quieto camposanto
Deja al sol que tanto adoro
me de calor con sus besos
y calcinen rayos de oro
el frío eterno de mis huesos
Y que la lluvia bendita
se filtre entre las arenas
a mitigarme las penas
de aquella sed infinita.”
Me sumo y hago mío el mensaje de estos sencillos, pero a la vez, profundos versos.

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* Jaime A. Esparza Cortina. Es licenciado en Derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, donde también se desarrolló como catedrático. Ha sido diputado en el Congreso del Estado de Michoacán; secretario de Gobierno en Michoacán.
