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Sin los tumultos que esperaban, llegaron a México Maximiliano y Carlota

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Era un 28 de mayo de 1864. Después de un mes y unos cuantos días de viaje; llega a las costas veracruzanas la fragata “La Novara” y con ella los Emperadores de México Maximilano de Habsburgo y su joven esposa Carlota.

Ella estaba si muy entusiasmada. ¡Por fin! Se cumplía su sueño dorado ¡Ser emperatriz! ¡Que orgulloso se sentiría su padre Leopoldo! Su amada hija había sido educada para reinar ¡Y así lo haría! Sería la Emperatriz de un país exótico, de una tierra sagrada, y todos sus súbditos la amarían.

Como su llegada a Veracruz fue de noche, tuvieron que esperar al siguiente día para atracar y descender de la embarcación para recibir a toda la comitiva de recepción que seguramente los estaría esperando.

Al siguiente día cuando “La Novara” atracó en la bahía, Maximiliano y Carlota pudieron ver desde cubierta un triste pueblo de casas de madera, con las calles casi vacías. Nadie, absolutamente nadie había ido a recibir a los Archiduques, no había flores olorosas cayendo a sus pies mientras caminaban en medio de los mexicanos que agradecidos les aplaudían por su llegada.

Sólo había un calor tremendo y un olor nauseabundo en el ambiente. La pobre Carlota lloraba lágrimas de dolor, humillación e impotencia, mientras su Maximiliano trataba de consolarla buscando alguna justificación para esta afrenta. Mientras los zopilotes volaban en el azul del cielo, como un presagio funesto…

Fuente original: Historias de tierra sagrada, mi México

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