Por Ignacio Hurtado Gómez *
Tal vez una de las imágenes más añejas de la democracia, es aquella imaginándonos a los griegos en la ecclesía, en el ágora, o en los tribunales discutiendo lo que para ellos eran sus asuntos públicos.
A partir de esas representaciones, es que seguramente se vino arraigando entre nosotros esa idea del pueblo discutiendo y tomando decisiones en asambleas constituidas para ello, a lo que al paso del tiempo hemos llamado democracia.
Sin embargo, también al paso de los años, la palabra democracia ha venido evolucionando y ha venido adquiriendo nuevas connotaciones, y en ese sentido se habla, por ejemplo, de la democracia directa o de la representativa; ideológicamente, por ejemplo, se habla de la democracia liberal; igual se le combina con otros conceptos, por ejemplo, democracia constitucional, democracia económica, incluso se habla de la democracia sindical, en fin, una idea con múltiples significaciones.
Y en este contexto, es en donde quiero dedicarle unas breves líneas a la democracia deliberativa por la importancia que, a mi juicio reviste en los tiempos actuales.
La acción de deliberar significa escuchar los pros y contras de una situación antes de tomar una decisión, es decir, atender tanto las razones como las sinrazones.
Lo anterior supone de entrada y como punto fundamental, tener la capacidad, pero sobre todo la voluntad de querer escuchar todas las voces, afines o disidentes, pues precisamente esos pros y contras, esas razones y sinrazones solo pueden llegar a partir del reconocimiento de la pluralidad política en la que hoy invariablemente nos reconocemos.
Por eso hace días afirmaba que la deliberación es la puerta de entrada de la democracia deliberativa.
Y es que la importancia de una deliberación, o de lo que se identifica como una democracia deliberativa, estriba en el hecho de que permite que los espacios decisionales se ubiquen nuevamente cercanos a la ciudadanía, al tiempo que permita a los actores políticos, académicos e institucionales un mayor análisis de las decisiones que toman.
Algo así como los gobiernos abiertos, los parlamentos abiertos y los tribunales abiertos que hoy cada vez se abren más espacios.
Además, en la democracia deliberativa se enfatiza la discusión, el razonamiento y el juicio público, por eso, en el modelo deliberativo se destaca que la participación de todos es necesaria y capaz de abonar a las discusiones sobre gobernabilidad y estabilidad de los regímenes políticos.
Su esencia se funda en el dialogo y el consenso, que no la negociación, y por ello libertad e igualdad de las partes, y la preeminencia de la fuerza del argumento para tener la certeza de que tales decisiones cuando atienden cuestiones públicas no están sujetos a decisiones arbitrarias.
Siguiendo a Bovero, el modelo de democracia deliberativa requiere de un poder comunicativo que opere como fuente de legitimidad de la autoridad política, de un espacio de deliberación y negociaciones equitativas que sirva para desenmascarar los momentos de fraude democrático, de un orden jurídico que contribuya a la integración social, y de una vida pública rica en manifestaciones que participe. Y todo lo anterior viene a cuento, porque son tiempos en los cuales estamos poniendo a prueba a nuestras instituciones democráticas, al tiempo que hemos abierto la discusión sobre varias de las dolencias que nos venían aquejando. No cabe la menor duda que estos tiempos políticos que respiramos deben ser de una profunda deliberación, y más en los esquemas democráticos que hemos diseñado para el encausamiento de nuestras diferencias en la búsqueda de tomar las mejores decisiones a favor de la propia sociedad. Al tiempo
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- Ignacio Hurtado Gómez. Es egresado de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha sido asesor del IFE (ahora INE) y actualmente es magistrado del Tribunal Electoral del Estado de Michoacán.