Por IGNACIO HURTADO GÓMEZ *
Las presentes líneas van con profundo respeto y reconocimiento a tres extraordinarios seres humanos que día a día trastocan esa mala idea que aún permea en varias aulas universitarias, y en la mente de varios profesores y alumnos que siguen creyendo en la mera lectura mecánica y memorización del derecho como base de la formación jurídica.
Tres personas que por su condición visual, además de derrotar su entorno, y ser ejemplo de perseverancia, nos enseñan cotidianamente que el derecho se piensa, se reflexiona y se construye en la mente, y que por tanto, no hay mejor herramienta que una actitud crítica y pensante.
Uno de ellos lo conocemos como Mando Santibañez, si mal no recuerdo originario de Huetamo, Michoacán. A estas alturas, por su dedicación y compromiso ya es todo un Maestro en Derecho. Tuve la fortuna de que fuera mi alumno en el posgrado. Cada día de clase, el amor de su madre lo conducía a las aulas universitarias, y ahí mismo esperaba su salida.
Su principal herramienta en clase era su grabadora que ubicaba estratégicamente frente a nosotros para poder grabar lo que decíamos, y seguramente después repasar algunas ideas. Recuerdo sus intervenciones en clase en donde ya destacaba su capacidad reflexiva. También recuerdo su ánimo por la vida, y obviamente su pasión por la defensa de los derechos humanos por sectores marginados como los débiles visuales.
Cuando me vi en la necesidad de dejar como trabajo final la elaboración de un ensayo, afortunadamente no me percate de su situación, lo que me hizo tratarlo igual, por lo que las exigencias para la realización de ese escrito por parte de Mando fueron exactamente las mismas para todos, a pesar de su debilidad visual.
Lo mejor de todo llego con la entrega del ensayo, y con su posterior revisión. Ahí fue en donde me cayó el veinte. Es evidente que seguramente alguien lo apoyo para la realización del documento, alguien lo debió haber tecleado, pero las ideas de Mando, su capacidad de análisis, su sentido crítico, y su pensar jurídico estaban ahí, plasmados en ese ensayo.
Y fue ahí que confirme algo que siempre había repetido a mis alumnos: el derecho no se lee y no se memoriza, el derecho se piensa, se reflexiona y se construye. Y de pronto ahí estaba el joven Mando Santibañez, demostrando cada una de esas palabras.
El otro ejemplo de vida es otro joven también de nuestra Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UMSNH que en estos días se dio a conocer gracias a las benditas redes. Su nombre es Fernando Cabrera Peñaloza, estudiante de licenciatura. Según algunas notas, Fernando es originario de Guerrero.
Tiene unas notas académicas destacadas, y es becario del Centro de Investigaciones jurídicas y sociales, e integrante del programa de investigación Delfín.
A Fernando no tengo el gusto de conocerlo, pero estoy seguro que al igual que Mando, su discapacidad visual lo ha llevado a potenciar otros sentidos y otras capacidades.
Pero sobre todo estoy plenamente convencido que al igual que Mando, Fernando es otra muestra clara de que el derecho no se lee mecánicamente, y mucho menos se memoriza.
Y el tercer ejemplo de vida, acabo de tener el gusto de conocerlo hace algunos días. Otro gran ser humano. Junto con Mando y Fernando comparte una debilidad visual, sólo que él no es estudiante, sino integrante del Congreso Local.
Es el Diputado Osiel Equihua por el Distrito de Paracho, y que en este caso nos demuestra que la construcción del derecho desde el ámbito parlamentario y la actividad política por sí misma, tampoco son cuestiones mecánicas, sino que en ellas la principal arma es la reflexión, la deliberación y la sensibilidad. Y entre los tres nos demuestran que otras herramientas fundamentales son, nuestra propia filosofía de la vida, y nuestras propias convicciones. Al tiempo.
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- Ignacio Hurtado Gómez. Es egresado de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha sido asesor del IFE (ahora INE) y actualmente es magistrado del Tribunal Electoral del Estado de Michoacán.