La Página
Por Asaid Castro
Morelia, Michoacán.-A propósito del mes patrio, no todo son pozole y mariachi. También están los juguetes que sobreviven entre estantes y mesas, como si no les pesara el tiempo: Trompos, yoyos, pirinolas, valeros, boxeadores, cajitas de sorpresa, cabritos, títeres, muñecas de cartón y un montón más que todavía esperan manos que los giren, los lancen o los abracen.
En el Mercado de Dulces de Morelia, Tomasa Rivera acomoda trompos de Paracho junto a pirinolas de Pátzcuaro.
«En este mes buscan mucho lo que son los yoyos, los valeros, la lotería, los trompos», dice, mientras acomoda un ejército de muñecas “Lupitas” de papel maché que miran fijo con ojos brillantes.
El puesto, con el numero 79, es un pequeño inventario de la memoria: futbolitos de madera donde siempre gana el más terco, cajitas de la víbora que siguen provocando susto a los distraídos, maromeros que dan vueltas sin marearse, y lanchitas de lamina que avanzan con una vela por el agua.
Cada uno trae consigo el eco de las manos que lo tallaron en algún taller de Michoacán. El la historia de Tomasa, heredó el oficio de su padre y lleva más de 40 años detrás del mostrador; dice que no se trata solo de vender juguetes, sino de enseñar.
«Uno mismo como adulto debe inculcarles a los niños, a los sobrinos, a los nietos, que jueguen con lo nuestro», afirma, los juguetes y aparatos electrónicos, insiste, funcionan casi solos; en cambio, el trompo enseña paciencia, y el perrito didáctico, colores.
Entre los pasillos del Mercado de Dulces y los pasos de turistas, los juguetes tradicionales se mezclan con las banderas tricolores y los sombreros charros, o las guitarras de Paracho. Parecen discretos, pero se vuelven protagonistas cuando alguien los hace girar sobre el piso o les da una oportunidad para maravillarse.
Fotos Asaid Castro / ACG
