Por JOSÉ HERRERA PEÑA*
A los 28 años, a su regreso de Europa, en donde permaneció casi dos años, Melchor Ocampo fue electo diputado al Congreso Constituyente de 1842, pronto disuelto por un golpe militar.
Volvió a su mundo, a la hacienda de Pateo. Ávido lector de libros, aprovechó el exilio para escribir y publicar artículos sobre la rabia, los osos michoacanos, los jardines antiguos de México, las plantas, la bibliografía de las lenguas vernáculas, la agricultura y la construcción de cárceles. Hizo cuentas. Tenía problemas financieros. Estaba en quiebra. Aún así, formuló una fuerte censura contra el gobernador de Michoacán que irritó a sus adversarios políticos.
Para desviar su atención hacia otras cosas, el gobierno central de México lo indujo hacia los asuntos científicos, por los que tenía fuerte vocación, y lo nombró Director de la Escuela de Agricultura. Aceptó. Sin embargo, antes de tomar posesión, la situación política dio un giro inesperado y a los 32 años resultó electo Gobernador de Michoacán.

Dado que, según sus convicciones, «la instrucción es la primera base de la prosperidad de un pueblo, a la vez que el más seguro medio de hacer imposibles los abusos del poder», en enero de 1847 reabrió el Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo fundado en 1540 por don Vasco de Quiroga, del que de 1787 a 1792 había sido rector don Miguel Hidalgo y Costilla (cerrado a los pocos días de iniciada la guerra de independencia).
En 1847, la situación nacional se agravó y complicó. El país estaba en guerra con Estados Unidos. Organizó el batallón Matamoros y al ser ocupada la ciudad de México por las tropas norteamericanas, propuso la guerra de guerrillas; pero se le hizo el vacío y al recibir el Tratado de Guadalupe Hidalgo, por el que se autoriza la cesión de la mitad del territorio nacional a Estados Unidos, para que se adhiriera a él, se negó a firmarlo y prefirió dejar el gobierno en señal de protesta.
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*José Herrera Peña. Es Licenciado en Derecho por la UMSNH. Doctor en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana. De cuantiosa bibliografía histórica. Ha sido abogado postulante, funcionario del gobierno en la República Mexicana y en otros países del mundo, entre ellos Canadá y Nicaragua. Catedrático de diversas Universidades de México y de otros países. Le otorgó la Secretaría de Cultura federal una Mención Honorífica “en reconocimiento a su trayectoria en el rescate de memorias y documentos”.